Ramiro Andrade Terán
El País, Cali
Diciembre 22 de 2009
La economía va bien y la paz nacional mal. El problema con Venezuela se ha complicado con alarmante velocidad. Nada indica que en el 2010 se llegue a un acuerdo definitivo que ponga fin a un enfrentamiento donde la palabra guerra es utilizada por Chávez con estridente frecuencia. Si las cosas siguen como van en el nuevo año, no tendría nada de sorprendente que termináramos enredados en una confrontación armada con el colérico vecino. Que quiere devorarse a Colombia; país al que considera un peón de su peor enemigo: los Estados Unidos. Ese sentimiento de odio contra nuestro país por la relación estrecha con Norteamérica y el acuerdo para utilizar nuestras bases para operaciones aéreas, crece y crece.
Conocedores del espinoso asunto de las relaciones con el país vecino sostienen que Chávez sólo espera recibir el armamento que compró a Rusia y otros países para enfrentar a Colombia. Según él, su país tiene todo el derecho de comprar armas sofisticadas donde le dé su presidencial gana, mientras Colombia no puede llegar a un acuerdo para el uso por Estados Unidos de sus bases aéreas. Es decir, la ley del embudo.
El asunto tiene proporciones mayúsculas. Una agresión militar de Chávez a una nación donde Estados Unidos tiene acceso a sus bases aéreas provocaría muy seguramente la intervención de ese país. A eso contribuyen las muy tensas relaciones de Washington y Caracas, que Chávez se encarga de calentar con sus insultos a diestra y siniestra a autoridades norteamericanas y colombianas.
La vocación agresiva del Presidente venezolano -quien sueña con ser emperador de los países que Bolívar libertó- no es un juego ni una intimidación para asustar a su vecino. Chávez tiene la idea de que nuestro país es un eslabón en la estrategia militar de EE.UU. y que somos un peligro máximo en el caso de un enfrentamiento suyo con la primera potencia mundial. El conflicto se complica por la supuesta ayuda a las Farc del Gobierno venezolano, según autoridades colombianas.
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