martes, 22 de diciembre de 2009

El país de Alberto Lleras (2)

Santiago Montenegro

El Espectador, Bogotá

Diciembre 22 de 2009

Ante la historia, la gran obra de Alberto Lleras fue la restauración de la democracia y la creación del Frente Nacional.

Pero tuvo muchos otros logros, algunos ya olvidados. Descendiente de docentes, Lleras fue un convencido de la importancia de la educación como elemento vital de la democracia y del desarrollo del país y, por eso, una de sus mayores realizaciones fue haber incluido, en el plebiscito de 1957, un mandato para que se destinara a la educación un 10 por ciento del presupuesto nacional. Así, en su segundo gobierno y durante los años del Frente Nacional, se vió la más grande expansión de la cobertura en educación que, hasta entonces, había tenido el país. Considerado un reaccionario por muchos, pocos saben o se acuerdan que Lleras logró la aprobación de la ley 135 de 1961, la ley de la Reforma Agraria, y que creó el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria, Incora, con el propósito de modernizar y hacer más equitativa la tenencia de la tierra. Desde los años treinta, Lleras alertó sobre los peligros de las alianzas de los poderes económicos con los políticos y, por ello, argumentó en la necesidad de la intervención del Estado para “restablecer el equilibrio social”. Así, en 1959, en su segunda presidencia, siendo ministro de Hacienda Hernando Agudelo Villa, el Congreso promulgó la ley 155, en contra de las prácticas comerciales restrictivas y para promover la competencia, la cual estuvo vigente durante 50 años. Desde los años de la Revolución en Marcha, Lleras se percató de la precariedad de las instituciones y, con toda razón, comenzó a plantear que el Estado debía modernizarse para cumplir bien todas estas crecientes labores. Por ello, participó activamente en la reforma constitucional de 1945 que sentó las bases para una reforma del Estado que implementaría cuando, en su segunda presidencia, se crearon varios departamentos administrativos, entre ellos el Departamento Nacional de Planeación y el Consejo Nacional de política económica y social, Conpes. El que todo este ímpetu reformista no se haya mantenido en años posteriores no fue necesariamente su responsabilidad o la de los otros creadores del Frente Nacional.

Pocos políticos colombianos han tenido la proyección internacional que tuvo Lleras. Fue uno de los primeros políticos americanos, si no el primero, que planteó en el siglo XX la creación de una liga de las naciones americanas, en la reunión de la Consolidación de la Paz, realizada en Buenos Aires, en 1936. Después, en 1945, fue uno de los artífices del Acta de Chapultepec, que sería llevada a la Conferencia de San Francisco, que creó las Naciones Unidas, y en cuya carta quedaron consagradas las bases para la posterior creación de la OEA. En 1947, fue elegido Director de la Unión Panamericana y, en esa capacidad, asistió a todas las reuniones que crearon las instituciones regionales, incluyendo la IX Conferencia Regional Americana, la cual fundó la OEA y promulgó la llamada Acta de Bogotá. Allí, Alberto Lleras fue elegido primer secretario general de la OEA y, en los años siguientes, se dedicó a organizarla y a dotarla de los instrumentos necesarios para cumplir adecuadamente sus funciones. Por todo ello, al llegar por segunda vez a la presidencia el prestigio internacional de Lleras era incomparable. Cuando Eisenhower lo acogió en visita de Estado, en abril de 1960, Lleras habló, no sólo por Colombia, sino a nombre de todo el continente latinoamericano ante una sesión conjunta del Congreso de los Estado Unidos. Fue el primero y el último de los presidentes de Colombia a quien se ha concedido ese honor.

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