viernes, 18 de diciembre de 2009

¿Adónde va el chavismo?

Por Eduardo Mackenzie (1)

Revista Histoire & Liberté, n. 40, Hiver 2009, París

Traducido al español por el autor.

Noviembre 15 de 2009

Huida hacia adelante

El 7 de diciembre de 2008, bajo la protección del gobierno de Hugo Chávez, cerca de 700 delegados venidos de 25 países se debían reunir en Caracas para discutir, durante tres días, cómo transformar la Coordinadora Continental Bolivariana en Movimiento Continental Bolivariano. Se trataba del tercer congreso de esa corriente, fundada en agosto de 2003 por los jefes chavistas con la estrecha colaboración de los partidos comunistas del continente, comenzando por el de Cuba. Sin excepciones notables, los PC latinoamericanos están involucrados a fondo en ese proyecto, al que se suman otras formaciones extremistas, como las FARC, el sandinismo y los trotskistas de algunos países latinoamericanos y europeos. El anterior encuentro de la CCB había sido realizado en Quito, nueve meses atrás. Narciso Isa Conde, un comunista dominicano que preside la CCB, dirige los trabajos de ambas reuniones.

Desde el comienzo, las FARC hacen parte de la dirección del CCB. Ese hecho no es un secreto. “El bolivarismo incluye la combinación de las formas de lucha”, admite Narciso Isa Conde. Ello quiere decir que la CCB utilizará en un momento dado, como exigen las FARC, tanto las formas de lucha legales como la violencia y el terrorismo para imponer sus designios. Para el CCB, las FARC representan “la heroica insurgencia colombiana”.

Aunque el MCB escribe poco, los objetivos de éste son conocidos. Según su actual vocero, el MCB lucha “contra el imperialismo y por lo tanto contra el capitalismo”. Las FARC, con agentes en 17 países, en Latinoamérica y Europa, aportan su experiencia. Más explícitamente, el encuentro de Lima, en agosto de 2008, aprobó crear grupos insurgentes a lo largo y ancho de América Latina, como parte de la llamada “contraofensiva popular y [de la] estrategia revolucionaria continental”. Sin embargo, los chavistas han fabricado un nuevo fetiche para ocultar la verdadera naturaleza de su movimiento: el “bolivarismo”. A su clientela joven, y a la opinión internacional, ellos presentan al Libertador Simón Bolívar como una especie de precursor de Karl Marx, como un caudillo que “remontó el liberalismo” y que “defendió un proyecto de emancipación nacional y social sumamente avanzado para su época”, según la fórmula de Isa Conde. La valoración de Bolívar como un antiliberal es, desde luego, abusiva.

El MCB agita el fantasma de una “guerra de alta intensidad que tiene sus primeros blancos de ataque definidos: Cuba y los procesos alternativos del norte de Sudamérica, especialmente Venezuela, Colombia y Ecuador”. Ante eso preconiza la paralización de los ejércitos de los países democráticos y la adopción de una doctrina de guerra asimétrica para los ejércitos de los países de la revolución bolivariana, como lo está haciendo, en efecto, el régimen venezolano.

El MCB no es el único organismo internacional del castro-chavismo. La nueva internacional comunista que Caracas y La Habana están erigiendo tiene otros aparatos visibles, como el Alba (Alternativa Bolivariana para las Américas) y el Foro de Sao Paulo. Como dicen los líderes chavistas, ambos trabajan para destruir los Estados Unidos y la democracia del hemisferio. Hegemonizar los “procesos revolucionarios” del continente es el primer paso para alcanzar semejante meta.

El Alba, que integra seis gobiernos latinoamericanos, es, de hecho, el club de presidentes bajo la tutela de Caracas (2). El Alba aparece como un mecanismo de cooperación política donde Venezuela funge como único financista. El Alba pretende sustituir un día a la OEA, controlada, según Chávez, por Washington, aunque aspira a tener proyecciones extra continentales. El Alba apoya, por ejemplo, la revolución islámica de Irán y a su presidente Ahmadinejad. El FSP, donde también obran las FARC, fue creado hace veinte años tras un acuerdo entre el Partido Comunista Cubano y el Partido de los Trabajadores Brasileros, para ofrecer un espacio de reflexión sobre las estrategias políticas de la extrema izquierda mundial. Era la respuesta de ellos al derrumbe del muro de Berlín y la posterior implosión de la URSS. El FSP ha realizado 15 convenciones, a las que han asistido cada uno de los partidos comunistas del hemisferio. El FSP, que dirige una dura campaña contra el gobierno de Álvaro Uribe en Colombia y exige la anulación del acuerdo entre Bogotá y Washington sobre siete bases militares colombianas, tuvo su primera reunión pública en suelo norteamericano en San Francisco, California, el 15 de noviembre de 2009. Una paradoja más de la era Obama.

Una grave crisis económica y social

El chavismo acelera la construcción de su andamiaje internacional de acción y penetración subversiva pues comienza a ver que los milagros económicos y sociales que Hugo Chávez prometía en 2001 no dieron resultados y que, por el contrario, ha llevado a Venezuela a una grave crisis social. Ibsen Martínez, periodista venezolano, escribía esto en marzo de 2008: “El desabastecimiento de alimentos como la leche, el pollo, el azúcar, los huevos o la harina de maíz ocurre al tiempo que Venezuela atraviesa el boom global de precios del crudo más prolongado en toda la historia de la civilización petrolera.”(3) En efecto, a pesar del auge de los precios del crudo (en ese momento a 100 dólares por barril), Venezuela se convirtió en el país latinoamericano donde la pobreza había crecido más rápidamente en la última década. De nada le sirvió a Venezuela haber recibido, en los nueve años precedentes, más de 270.000 millones de euros por ingresos petroleros.

Un estudio realizado por un prestigioso grupo de académicos venezolanos, dirigido por el sociólogo Luis Pedro España, reveló que la calidad de vida de las familias en extrema pobreza ha empeorado, que la proporción de viviendas sin agua aumentó de 40% al 60% y que millones de venezolanos viven con 900 bolívares al mes, es decir con 29 centavos de euro, pues “es un mito que las capas más pobres de la población hayan sido favorecidas por los programas sociales del gobierno” (4).

El fracaso de la revolución socialista emprendida por Hugo Chávez es puesto en evidencia por esas dramáticas cifras. Los guarismos más recientes no hacen sino confirmar el fiasco social del “bolivarismo”.

En vista de eso, empujar definitivamente al barranco colectivista a Venezuela y a las otras sociedades latinoamericanas para que el balance entre los dos modelos, el capitalista y el que impulsan Cuba y Venezuela, no pueda ser hecho, se convirtió en la obsesión central de los jefes extremistas. Así como la de llevar a Venezuela a una aventura exterior. Se trata de una típica actitud de fuga hacia adelante. Los histéricos llamados del presidente Hugo Chávez a la guerra “contra el imperialismo” y contra Colombia, reflejan en parte el pánico que generan los golpes de realidad que está recibiendo su proyecto. Por eso el refuerza su ejército, a sabiendas de que éste debe jugar un importante papel en la toma de control del estado de sectores enteros de la economía.

El Ejército venezolano

Desde julio de 2008, la trasformación y politización de la fuerza militar fue acelerada. Se impuso una nueva doctrina militar. La noción de “guerra combinada”, la cual incluye tipologías como “guerra convencional con guerra popular de resistencia”, es materia de estudio obligada ahora por los mandos militares. El territorio venezolano fue dividido en “regiones estratégicas de defensa”, “zonas operativas de defensa”, “aéreas de defensa” y “distritos de defensa” con el objetivo, como explica el especialista Edgar C. Otálvora, de “neutralizar y reemplazar la estructura del poder civil en cada lugar cuando lo ordene el poder central” (5).

La militarización del territorio dio facultades exorbitantes a jefes locales, no elegidos por nadie. Estos pueden obrar en el mantenimiento del orden como en la ejecución de planes de “desarrollo”. En octubre de 2009, otra reforma chavista legalizó las “milicias bolivarianas” y las “milicias territoriales” y creó los “cuerpos de combatientes” para encuadrar militarmente a los trabajadores, sobre todo en las empresas tomadas o nacionalizadas. Esa reforma busca que toda la población reciba entrenamiento de guerra y adoctrinamiento.

Venezuela es el quinto exportador mundial de petróleo. Sus reservas alcanzan los 78 billones de barriles. Estados Unidos consume el 60% de la producción venezolana. Gracias a la enorme renta petrolera, el régimen chavista creyó que podía embarcarse en enormes gastos de armamento y en numerosas nacionalizaciones.

La compra a la Rusia de Putin y Medvedev, entre 2005 y 2009, de cien mil fusiles AK-103, 24 caza-bombarderos Sukhoi-30, 50 helicópteros MI-17, MI-26 y MI-35, tanques de guerra T72 M y un número no determinado de submarinos de combate, muestra que el rearme unilateral venezolano es ofensivo. Esta convicción es reforzada por la adquisición venezolana de una serie de cohetes rusos tierra-tierra que no son únicamente defensivos: los Smerch S-300 tienen 90 Km de alcance, los Buk M2 tienen 30 Km de alcance, los Pechora 20 Km de alcance y el sistema Antey 2500 parece ser capaz de destruir aviones a 200 Km de distancia.

Ese rearme, cuyo costo supera los cinco mil millones de dólares, va de paso con la voluntad del poder chavista de reestructurar el sistema militar venezolano. Ese cambio fue seguido por una retórica cada vez más agresiva contra los Estados Unidos, Israel y Colombia. Contra éste último país el hombre fuerte de Caracas desató una guerra económica y de boicot de las importaciones colombianas, al mismo tiempo que sostiene una guerra psicológica consistente en permitirle a las FARC ocupar territorios en Venezuela, lanzar amenazas verbales frecuentes y campañas de odio anti-colombiano que han culminado, por lo menos, en tres masacres de jóvenes colombianos en Venezuela, jamás elucidadas por la justicia de ese país. En una ocasión, Chávez ordenó, ante las cadenas de televisión, el envío de “diez batallones” de blindados a la frontera con Colombia, para protestar por la muerte en combate, en Ecuador, de Raúl Reyes, el número dos de las FARC (6). Hace unos días, furioso porque Bogotá no aceptaba su idea de renunciar a un acuerdo militar con Estados Unidos (7), Chávez ordenó el envío de “15 000 soldados” a la frontera, pero las conocidas dificultades de despliegue de su ejército dejaron escépticos a los mismos venezolanos. No se trata sólo de amenazas verbales. Los altos mandos venezolanos estudian hoy dos tipos de hipótesis a corto plazo: una de guerra contra Colombia y otra de conflicto con una coalición encabezada por los Estados Unidos. Al suscribir un acuerdo militar estratégico con Moscú, Chávez favorece el regreso de Rusia al continente americano, que ésta había prácticamente abandonado desde el colapso de la Unión Soviética. Caracas favorece el regreso de una Rusia con veleidades de revancha sobre el mundo Occidental y recibe asesoría militar de Irán y China.

Atentados contra las libertades

Si la agresividad chavista en el plano internacional es una manera de huirle a la resolución de los graves problemas económicos de ese país, debemos comprender también cual es la razón del mal estado de esa economía.

Los atentados cometidos contra la propiedad privada, en los sectores industrial y agrario sobre todo, la administración burocrática, clientelista y nepótica de las empresas nacionalizadas y de las tierras expropiadas, el desprecio por los técnicos y los economistas liberales competentes, las restricciones y obstáculos puestos a los inversionistas privados, y el saboteo del comercio bilateral con Colombia(8), constituyen la base del fracaso de Chávez en el terreno económico. Ese modelo de socialismo castrista y ultimatsta, afectó gravemente la producción local, disparó las alzas de precios y exacerbó la pobreza y la inseguridad de los venezolanos.

Huelgas y manifestaciones populares contra la carestía de la vida, el desabastecimiento, las mafias de los alimentos, el deterioro de los servicios públicos (los apagones y cortes de agua son ahora frecuentes) y la ausencia de libertades, estallaron en todas partes. La represión de los brotes de descontento popular es casi siempre violenta. La Guardia Nacional emplea garrotes, bala y bombas lacrimógenas (“gas del bueno” en el lenguaje de Chávez) contra los manifestantes. Una balacera contra manifestantes de la oposición causó 19 muertes el 9 de abril de 2002. En febrero y marzo de 2004 hubo nuevas balaceras contra manifestantes. El poder considera que las marchas, los actos de desobediencia civil, pacíficos, las llamadas “guarimbas”, son actos “paramilitares” que deben ser reprimidos por la fuerza. Muchas manifestaciones estudiantiles pacíficas fueron atacadas violentamente con esa disculpa.

El régimen, al mismo tiempo que desmontaba sectores importantes el sistema capitalista, embestía también contra las libertades individuales y colectivas, y contra la libertad de prensa. Una ley de delitos de prensa fue adoptada. Telesur, una televisión chavista que aspira a cubrir toda la América del Sur, fue creada en 2005. Su objetivo: “divulgar un pensamiento alternativo al de los imperios del Norte”. En mayo de 2007, Chávez ordenó el cierre de Radio Caracas Televisión (RCTV) a la que acusó de ser un órgano de la oposición. En julio de 2009, anunció que revocaría los permisos de transmisión de 285 emisoras de radio y televisión para “erradicar el latifundio radioeléctrico”. Antonio Pasquali, ex subdirector de la Unesco, denunció que el gobierno chavista controla 10 de los 12 canales de televisión abierta, goza de la aquiescencia de la mayoría de las 36 televisiones regionales, ha instalado y financiado más de 145 radioemisoras y 18 televisoras comunitarias (9). Cuatro cientos periódicos reciben subsidios de Chávez a cambio de su docilidad editorial.

Hugo Chávez, elegido por primera vez en diciembre de 1998 y reelegido en 2000, en lugar de apoyarse en las mayorías, tomó medidas para concentrar en sus manos todos los poderes, como lo exige la vulgata marxista. Hizo que la Asamblea Nacional (parlamento), dirigido por fracciones comunistas aguerridas, bajo el nombre de Partido Socialista Unido de Venezuela, aprobara la reelección indefinida del jefe de Estado, reforma constitucional que los ciudadanos habían rechazado en el referendo del 2 de diciembre de 2007.

El Congreso y el poder judicial venezolano fueron reducidos a simples cámaras de resonancia de los caprichos del presidente. Desde enero de 2007, Chávez gobierna mediante decreto, gracias a los poderes especiales que el parlamento de bolsillo le renueva cada vez que él lo exige.

En marzo de 2009, Chávez ordenó la toma militar de los puertos de Maracaibo y Puerto Cabello en los estados Zulia y Carabobo, pues los gobernadores se oponían a transferir la administración de los puertos al gobierno central, como lo indica una nueva ley que permite al ejecutivo intervenir los puertos, aeropuertos y carreteras si considera que los gobiernos regionales no están prestando un servicio adecuado. De hecho, en junio-julio de 2009, Chávez les dio un golpe de Estado a los alcaldes de Caracas y Maracaibo a quienes les retiró sus sedes, atribuciones y presupuestos. Hizo lo mismo con los gobernadores de los estados de Táchira, Zulia y Miranda. ¿Por qué? Porque todos ellos eran de la oposición y habían sido elegidos democráticamente en las regionales de noviembre de 2008. Chávez hizo eso sin que obtuviera la más mínima crítica del señor José Manuel Insulza, secretario general de la OEA.

Insulza tampoco se alarma por el hecho de que Venezuela se está convirtiendo en un “narco Estado”, como reveló en julio de 2009 un informe del Congreso norteamericano. Según ese documento, hay un fuerte aumento de las exportaciones de cocaína de Venezuela hacia Europa y Estados Unidos, a causa de la creciente corrupción y complicidad de militares y civiles del régimen venezolano con las FARC y otros carteles, tras los golpes recibidos por éstos en Colombia (10).

Aceleración del proyecto socialista

Tras las elecciones de diciembre de 2006, que le acordó un tercer mandato a Hugo Chávez, éste anunció que aceleraría el “proyecto socialista” con una nueva serie de nacionalizaciones destinadas a “luchar contra la pobreza”. Las nacionalizaciones afectaron en particular tres sectores: petróleos, electricidad y telecomunicaciones. Específicamente, fueron estatizadas CANTV, la mayor compañía pública por acciones del mercado venezolano (el 70% del mercado telefónico) y Electricidad de Caracas. En ese momento, Chávez declaró sus ambiciones: “Nada ni nadie será capaz de desviarme del camino hacia el socialismo”. Agregó que se debería nacionalizar “todo lo que ha sido privatizado”, antes de concluir: “Yo soy muy de la línea de Trotsky: la revolución permanente”.

Ese camino “hacia el socialismo” obviamente ha dado los frutos que eran de esperarse. Autoritarismo, violencia y miseria social. En octubre pasado, el periodista venezolano Manuel Malaver, daba dos ejemplos de esto al analizar la situación de las empresas más grandes del país. El indicaba que PDVSA, la empresa petrolera estatal de la cual depende el suministro del 85% de las divisas que requiere Venezuela para su funcionamiento, “tiene más de tres meses en atraso con parte de su personal y la totalidad de sus proveedores, ha contraído una deuda que es casi una tercera parte de su patrimonio, ha decaído en su producción al extremo de importar gasolina para el consumo interno, y ha sufrido tal deterioro en su infraestructura de servicios, gerencia y personal que es imposible que enfrente los retos de producción que debe acometer en el futuro inmediato, sin más deudas y dependencia de las transnacionales financieras y petroleras de Estados Unidos, Europa y Japón”.

Malaver agregó que las empresas de Guayana, que producen acero y aluminio para el mercado interno y externo, también están en crisis “pues Chávez en su empeño de convertirlas en cooperativas, empresas de producción social o socialistas, simplemente las destruyó y convirtió en polvo y paja.”

En lugar de emplear gerentes competentes, las empresas del Estado chavista son dirigidas por cuadros políticos ineptos. Es lo que explica la crisis de los sectores hídrico y eléctrico. La Corporación Eléctrica es dirigida por un militar. El ministerio de ese ramo es orientado por un ex sindicalista, que no sabe nada del tema pero que es un buen amigo del Presidente. Este atribuye los cortes de luz y agua a problemas climatológicos y a una banda de irresponsables: los “oligarcas” que se bañan con agua caliente y utilizan aparatos eléctricos.

La causa de los apagones es otra: diez años de corrupción y despilfarro sin que las inversiones necesarias para la modernización del sistema eléctrico se hayan hecho, pues el régimen estaba, antes que nada, empeñado en regalar combustibles y energía a bajos precios. Eso es lo que Chávez entiende por “socialismo del siglo XXI”: asistencialismo, ineficiencia y reparto de bienes y subsidios a las clientelas políticas, nacionales y extranjeras, sin un respaldo serio al sector libre productor de riquezas.

En 2008, las nacionalizaciones se extendieron al sector siderúrgico, a los cementos, y al sector bancario. El Banco Nacional de Venezuela (BNV) perdió su independencia y fue convertido en la caja menor del régimen. La siderúrgica argentina Ternium-Sidor, la más grande del área andina, del grupo Techint, fue nacionalizada. Hubo otras pequeñas nacionalizaciones destinadas a reforzar el polo estatal de alimentos: la lechería Los Andes, que controlaba el 35% de los suministros, quedó en poder del Estado, así como una cadena de frigoríficos que detentaba el 70 % del sector.

En 2009, el presidente Chávez estatizó una arrocera del gigante norteamericano Cargill y amenazó a la empresa Polar, el mayor productor privado de alimentos del país, de nacionalizarla por haber realizado operaciones “perniciosas” contra el país. Los directivos de las mismas protestaron por tal acusación y exigieron pruebas, las cuales nunca fueron presentadas. Chávez también la emprendió contra el Banco Nacional, filial del banco Santander, de España.

La gran operación para controlar las comunicaciones en 2009 tuvo como víctima a Globovisión. Ese canal de televisión fue acusado, en mayo, de “incitar al magnicidio” del presidente Chávez. Luego se supo que el gobierno iba a nacionalizar varias empresas de producción de hierro. Chávez habló de ponerlas “bajo control obrero”. “Las áreas estratégicas de la economía deben estar en manos del nuevo Estado”, subrayó el jefe revolucionario.

Chávez explica que a pesar de esas medidas su intención no es ahuyentar a los inversionistas pues su modelo consiste en ir “hacia el socialismo con inversión privada”, como en China, propiciando un “desarrollo armónico” entre la propiedad privada, la propiedad pública, estatal y comunal. “Es un sistema nuevo”, dice.

Un sector que parecía no querer ser contrariado era el financiero. En agosto de 2006, el Financial Times llegó a decir que “en vez de nacionalizar los bancos, la distribución ´revolucionaria' del dinero petrolífero engendró individuos ricos que convierten a Caracas en un imán para atraer a los banqueros suizos e internacionales”. Ese diario notó que en 2005 los positivos bancarios en Venezuela habían aumentado un 33%, de $29 mil millones de dólares a $39 mil millones. Esa orientación terminó en marzo de 2009 cuando Chávez confirmó que iba a estatizar el Banco venezolano filial del grupo español Santander, "para darle más fuerza al sistema bancario público nacional". Unas semanas más tarde la operación fue aplazada pues la situación financiera del gobierno no era brillante.

Medidas que aumentaron la pobreza

Algunas de esas nacionalizaciones parecen destinadas más a intimidar a los gobiernos y a los inversionistas extranjeros (comenzó con los norteamericanos, siguió con algunos europeos y ahora toca a algunos latinoamericanos), que para sanear la economía. En algunos casos, el régimen argumentó que esas empresas estaban “explotando las riquezas del país y sacando ganancias con el fin de invertirlas en el extranjero”. Sin embargo, las pruebas de tales fechorías faltan. En julio de 2009, Chávez amenazó con expropiar las 15 empresas colombianas con sedes y plantas en Venezuela, como represalia por el conflicto diplomático que tiene con su homólogo colombiano, Álvaro Uribe. Ello desató protestas en ambos países, sobre todo de parte de Fedecámaras de Venezuela, que aglutina trece importantes sectores económicos (11). Esas nacionalizaciones sirven en todo caso para dar la señal de que el Estado regenta la economía y que el país avanza hacia la colectivización gradual de la economía. Pocos creen que esas nacionalizaciones tienen por objeto proteger a los consumidores de los abusos del “neoliberalismo voraz”. Mal gerenciadas, esas nacionalizaciones, sobre todo las del sector de alimentos, no han frenado siquiera los aumentos de precios y han contribuido, por el contrario, al aumento de la pobreza y al debilitamiento de la economía venezolana.

En un artículo de marzo de 2009, el catedrático Federico Foders, especialista en políticas económicas de desarrollo en América Latina, estimaba que “no hay ninguna prueba de que las empresas nacionalizadas por Chávez fueran nocivas para el país. Posiblemente se las podría criticar por no estar dispuestas a colaborar con el gobierno, pero no creo que haya habido razón suficiente para que Venezuela actúe de ese modo“(12).

Otras medidas de control juegan como palanca de presión sobre las empresas privadas, nacionales y extranjeras, las cuales, si no colaboran con el régimen, saben que tendrán más dificultades para tener acceso al crédito.

Chávez nacionalizó tres empresas del grupo Techint, una empresa argentina, en mayo de 2009. Dos habían sido negociadas pero la tercera fue una decisión brutal, inconsulta. Ello fue visto como un nuevo desafío a los inversionistas extranjeros.

Caracas expropió en ese mismo periodo fincas que ocupaban una superficie de más de 10 000 hectáreas y anunció que dos millones de hectáreas de “tierras ociosas” también serían expropiadas.

Declaró que las empresas brasileñas “se salvarán” de ser nacionalizadas. Con ello no hizo sino probar que el criterio de las nacionalizaciones es político, no económico.

Chávez pretende adquirir el control de las cementeras Holcim (suiza) y Lafarge (francesa) comprándoles a cada una el 40% de las acciones al “precio justo” de 400 millones de dólares cada una. También intentó apoderarse de la cementara mexicana Cemex, que tenía el 50% del mercado del sector en Venezuela. Cemex es una importante cementera a escala mundial. Pero fracasó en junio de 2009 pues las partes no llegaron a un acuerdo sobre el precio.

El aumento de los precios internacionales del crudo le permitió a Caracas nacionalizar numerosas empresas y despilfarrar miles de millones de dólares en subsidios a gobiernos y partidos que comparten su visión del mundo. Cuba recibe de Caracas 80 000 barriles de crudo a precios subsidiados, a cambio de los servicios de 15 000 médicos que atienden la población pobre en dispensarios. Los países centroamericanos reciben también petróleo a precios módicos. La deuda externa de Argentina fue comprada por Caracas. Abundante dinero ha sido entregado a movimientos revolucionarios del continente y hubo petróleo barato hasta en barrios pobres de Nueva York Londres, hasta hace unos meses.

Tal derroche de medios financieros, destinados a exportar la revolución chavista, desata la cólera de los venezolanos que ven cómo las dificultades de ellos se acumulan al mismo tiempo que los recursos de su país son prodigados a manos rotas.

Chávez es pues el único responsable del notable retroceso social, político y económico de Venezuela. La infraestructura física de ese país fue arruinada, los servicios públicos se hunden y el aparato productivo está estancado. El 80 % de los bienes de consumo masivo deben ser importados. El endeudamiento externo, dicen los expertos, compromete los ingresos del país por varias generaciones.

No es todo. La caída reciente de los precios del petróleo (a 36 dólares el barril), y la crisis financiera internacional, están arruinando algunos de los planes claves de estatización de Chávez, sobre todo las negociaciones que adelantaba con la cementera mexicana, con la acería Sidor y con el banco Santander. Caracas tampoco ha podido pagar a las firmas Lafarge y Holcim, ni a Cemex. Para eso tendría que desembolsar cerca de cinco mil millones de dólares (13). El Nuevo Herald, de Miami, estimaba que las nacionalizadas Electricidad de Caracas y CANTV “van a comenzar a requerir inyecciones de dinero fresco en 2009, porque pasaron de ser empresas privadas a sociales, subsidiadas por el alto precio del petróleo'' (14). Finalmente, la nueva refinería prometida a Nicaragua, cuyo costo asciende a cuatro mil millones de dólares, y otra a Ecuador, han sido aplazadas.

La naturaleza del chavismo

Maltratada por la caída de los precios internacionales de los hidrocarburos, y cercada por su incapacidad para superar la profunda crisis social y política interna, la cual genera un creciente descontento popular, la revolución bolivariana debe hacerle frente, además, a fracasos internacionales importantes, como la destitución de su peón en Honduras, Manuel Zelaya, en junio pasado, a quien Chávez no ha podido reinstalar en el poder. La desbandada de las FARC en Colombia y el pacto que permite a las bases militares colombianas tener asesoría norteamericana, son nuevos obstáculos a la expansión de la revolución bolivariana.

En ese contexto, la aventura chavista entró en una fase de fuerte radicalización. Las tensiones militares, comerciales y diplomáticas con Colombia son un resultado de ello y nadie puede saber si las gesticulaciones del déspota de Caracas son algo más que eso y si los militares del chavismo (que no son todos los militares venezolanos), fanatizados durante años por un discurso violento heredado de la Guerra Fría, atacarán masivamente a Colombia, como hicieron en su triste época las tropas del pacto de Varsovia contra los pueblos de Europa del Este. Esta comparación no es exagerada15. El clima dentro del Palacio de Miraflores, en Caracas, recuerda mucho la atmósfera que reinaba en el Kremlin al momento de ordenar la construcción del muro de Berlín.

Hace unos años intentar un diagnóstico acerca de la naturaleza del régimen chavista era difícil. Entre las explicaciones que venían rutinariamente en las conversaciones dos se destacaban: que se trataba de un “capitalismo de Estado” y/o de un “populismo de izquierda”. El origen electoral del mandato de Hugo Chávez, el uso que éste hacia del referéndum y de los cambios de constitución, impedían ver la tendencia profunda del nuevo sistema y nublaban el significado de los “ajustes estructurales” que el chavismo hacía. Los observadores más optimistas creían, incluso en 2002, que la revolución chavista iba hacia una fase de acomodamientos sanos con la realidad, hacia una fase “pragmática y menos retórica” (16).

Error. El régimen chavista, en lugar de imitar la moderación macroeconómica y política de Bachelet, la presidente socialista de Chile, o el socialismo liberal de Lula en Brasil, optó por la profundización autoritaria del “socialismo del siglo XXI” y por el refuerzo del eje antiamericano con sus aliados Castro, Lula, Morales, Ortega, Correa y Kirchner. Los resultados están a la vista.

Es obvio que el chavismo no es una variante más del cesarismo de izquierda. El chavismo es, probablemente, la amenaza más grave que tiene la democracia del continente; es un intento atípico de resurgencia orgánica del comunismo latinoamericano e internacional, en un contexto desfavorable para ello creado por la desaparición del totalitarismo soviético y de la crisis general del comunismo. El impacto de esa emergencia marxista, sui géneris si se quiere pero no menos dura, se siente ya en buena parte de los países del hemisferio, especialmente en los países que han rechazado el socialismo chavista, como Colombia, Perú, México, Panamá y Honduras. En esos lugares la violencia de nuevos grupos armados, o de los que se creían en reflujo o extinguidos, comienza a levantar cabeza.

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Notas:

(1) Periodista. Autor de Las Farc, fracaso de un terrorismo (Random House-Mondadori, Bogotá, 2007, 569 páginas).

(2) Del Alba hacen parte Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Cuba y Honduras (hasta la caída de Manuel Zelaya). Su reunión de Caracas, en junio de 2009, aceptó el ingreso de tres islas del Caribe: Antigua, Grenada y Barbuda. Los delegados de Paraguay y Grenada asistieron como observadores. Venezuela creó Petrocaribe y distribuyó 250 000 barriles de petróleo en 2008 a los países miembros, por un costo de tres mil millones de dólares. 3

(3) El País, Madrid, 2 de marzo de 2008.

(4) Ver Diario Exterior, Madrid, 24 de julio de 2009, quien cita a El Universal, de Caracas, quien publicó el estudio de Luis Pedro España.

(5) Ver su artículo en www.webarticulista.net, 11 de octubre de 2009.

(6) Desde la frontera norte de Ecuador, Reyes había ordenado más de 39 ataques contra Colombia desde 2004.

(7) El presidente Álvaro Uribe declaró que el acuerdo militar con los Estados Unidos, que autoriza la presencia de militares norteamericanos en siete bases militares colombianas, « no busca crear las condiciones para agredir a ningún tercer Estado ». Se trata de un acuerdo « para reforzar la lucha interna contra el terrorismo y contra los narcotraficantes». « Colombia es un país históricamente agredido por el terrorismo » (…) « Colombia jamás agredió a la comunidad internacional ». El Tiempo, Bogotá, 24 de julio de 2009.

(8) En tres ocasiones el gobierno de Chávez “congeló” las relaciones diplomáticas con Colombia y puso trabas al tránsito de bienes por la frontera con ese país. Colombia es el primer suministrador de productos a Venezuela. El comercio fronterizo mueve más de 2 000 millones de dólares anuales. 300 empresas colombianas producen bienes para Venezuela. El saboteo a ese comercio aumentó el desempleo en Venezuela y Colombia. Chávez trata sin éxito de comprar en Brasil y Argentina los productos que antes llegaban de Colombia.

(9) Ver el editorial de El Mundo, Medellín, 11 de julio de 2009.

(10) Ver La Nación, Buenos Aires, 17 de julio de 2009.

(11) Noel Álvarez, presidente de Fedecámaras, declaró que “no se hace ningún bien al poner en tela de juicio la seguridad jurídica de esas empresas, en momentos en que buscamos más inversión nacional y extranjera”. El Colombiano, Medellín, 31 de julio de 2009.

(12) Foders es investigador del Instituto para Economía Mundial de Kiel. El artículo de Mirra Blachón, quien entrevistó a Foders, fue publicado en la revista Dw-World, el 20 de marzo de.2009.

(13) Ver el artículo de Casto Ocando, en El Nuevo Herald, Miami, del 12 de abril de 2008.

(14) Ibid.

(15) Al terminar de redactar este artículo la prensa informaba que por lo menos 30 blindados venezolanos se desplegaban en el Fuerte Mara, a 50 Km de la frontera colombiana. Según los diarios, la movilización de blindados había comenzado en Maracay, a 200 Km de Caracas y había atravesado Maracaibo, capital del Estado de Zulia. Ver La Verdad, de Maracaibo, 14 de noviembre de 2009.

(16) Ver el artículo de Javier Santiso, Du bon révolutionnaire au bon libéral, revue Problèmes d’Amérique latine, N. 44, Paris, printemps 2002, page 127

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