Carlos Alberto Giraldo
El Colombiano, Medellín
Diciembre 18 de 2009
Hace 12 años, en esta misma fecha, estaba secuestrado por el frente noveno de las Farc. En el cautiverio me acompañaban otros tres periodistas y seis alcaldes del Oriente de Antioquia recién elegidos. Nuestro carcelero era alias 'Danilo', el mismo jefe guerrillero que el Ejército y la Policía bombardearon y abatieron el pasado miércoles en la mañana.
Caímos en manos de los insurgentes mediante una treta: me dijeron que iban a liberar a los alcaldes y nos citaron a un fotógrafo, un camarógrafo, un reportero de TV y a mí, un sábado 13 de diciembre, en la vereda Chocó, entre San Carlos y Granada. Ese día, en vez de dar una buena noticia recibí la peor: "usted y sus colegas quedan secuestrados. La orden -me dijo un guerrillero apodado el 'Gato'- es llevarlos al campamento".
Después de un día y medio de camino y de hundirnos en los bosques espesos que rodean los embalses del Oriente de Antioquia, nos pusieron en manos de alias 'Danilo'. A cambio de nuestra libertad, las Farc exigieron que se difundiera un comunicado en el que señalaban los nexos del general Rito Alejo del Río, al mando de la Brigada XVII en Urabá, y los paramilitares de Carlos Castaño. Relación por la que hoy la justicia investiga y procesa a ese oficial.
Algunos medios difundieron fragmentos del comunicado del Bloque José María Córdova de las Farc. Pero nada que nos soltaban. Justo el 18 de diciembre, uno de mis colegas increpó a alias 'Danilo': "¿qué pasa que no nos liberan? Si alguna vez me vuelven a decir que hay una noticia relacionada con las Farc, yo no voy"... El jefe guerrillero, molesto, le respondió: "Esta organización no necesita de usted ni de nadie, no se preocupe".
Un par de años después de aquel episodio, cuando cubrí las audiencias públicas que hicieron parte del proceso de diálogo entre el gobierno de Andrés Pastrana y las Farc, en San Vicente del Caguán, tuve la misma sensación sobre esa soberbia con que actuaba la guerrilla: el esquema de conversación con la gente era absolutamente vertical y colonial. Los voceros ciudadanos acudían, contaban sus necesidades en un atril, en cinco minutos, y luego se sentaban entre la montonera.
Le pregunté a alias Iván Ríos, jefe guerrillero también abatido, si no le parecía que ese modelo de diálogo con la sociedad era muy caduco, y él se fastidió. Me dijo: "somos un poder político-armado. Escuchamos y luego nosotros veremos qué es lo que negociamos con el Establecimiento". ¡Otra vez las Farc, que no necesitaban de nadie!
Así se la pasaron las Farc los últimos 15 años: empeñadas en extremar su poder armado (según ellas, con fines políticos) de espaldas a la gente, ajenas a los cambios del mundo, despreciando los derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario, desconectadas del país urbano (e incluso del rural). Sordas. Convencidas de que no necesitaban de nadie para ejercer su rebeldía, alentar cambios sociales y construir una nueva Colombia. De ahí su soledad y los resultados militares y políticos presentes que, esos sí, no necesitan discutirse con nadie.
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