martes, 22 de diciembre de 2009

No es patrioterismo

José Jaramillo Mejía

La Patria, Manizales

Diciembre 21 de 2009



Y pensar que, por cada guerrillero disfrazado de estudiante, hay miles de muchachos buenos aculillados, a quienes les falta perrengue para defender lo que es suyo.


¡Se lo dije!, exclaman los padres cuando el hijo se mete un porrazo, después de advertirle de mil maneras que no se encaramara a un techo o a una escalera. Pero como nadie experimenta por cabeza ajena, el muchacho sólo aprende de sus propios chichones. Por eso yo sostengo que la experiencia siempre está desactualizada y jamás la invoco para decirles a los hijos que hagan o no hagan tal o cual cosa. La experiencia es algo que cada quien construye con su vida, en la medida que estudia, trabaja, ama, sufre, triunfa, fracasa…Uno apenas está sentado en el picacho de los años, como los ancianos de las fábulas chinas o hindúes, a quienes acude la gente a preguntarles cosas, pero ellos jamás descienden a buscar a nadie para darle consejos.


Hay cosas, sin embargo, que no se pueden callar, porque tienen que ver con el futuro de Colombia, cuando se nota la indolencia de algunas personas que parecen decir “eso no es conmigo”, como si los asuntos que afectan a todo el país no las tocaran. Es el caso de las elecciones parlamentarias y presidenciales del 2010, amenazadas por la infiltración chavista, que tiene entre los colombianos idiotas útiles que venden su adhesión por un plato de lentejas, de espaldas a los supremos intereses de la nación.


A través de Internet llegan con frecuencia mensajes que advierten de la forma como el sátrapa venezolano está comprando adeptos, no sólo en las regiones fronterizas sino en las principales ciudades colombianas, con el apoyo de las Farc y de algunos dirigentes de ideología desteñida, que ven en esa posibilidad la única manera de llegar a los cuadros del poder regional, al Congreso Nacional y a la propia Presidencia de la República. Y mientras tanto mucha gente buena se aleja de las urnas, con el argumento de que la política está podrida. Inclusive los jóvenes estudiantes, que se acobardan ante el bochinche de los subversivos infiltrados en universidades y colegios y temen enfrentarlos, sin pensar en que les están entregando su propio futuro y las instituciones que les pertenecen. Y pensar que, por cada guerrillero disfrazado de estudiante, hay miles de muchachos buenos aculillados, a quienes les falta perrengue para defender lo que es suyo. Y los papás, por miedo, les dicen: “Quédese aquí en la casa, mijito, no se meta en eso, que no es cosa suya”.


Colombia en estos momentos es una isla rodeada de tiburones. Las Farc y el Eln, a quienes tienen las Fuerzas Militares acorralados en la selva, con unos pocos milicianos en las ciudades, encontraron salida hacia Venezuela, Ecuador, Cuba y Nicaragua; y buscan apoyo en dirigentes regionales, dizque de izquierda, financiados con petrodólares. Esto pone a prueba el patriotismo de los altos dirigentes de los partidos, a quienes necesitamos oír desautorizándoles su patraña, sin importar que pierdan unos cuantos votos malditos.

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