miércoles, 30 de diciembre de 2009

Tiempos difíciles, tiempos buenos

José Félix Lafaurie R.*

El Heraldo, Barranquilla

Diciembre 30 de 2009

2009 definitivamente no fue un buen año. Si bien es cierto que en el sector bovino esperamos crecer 2% en carne y 3% en leche, es el resultado de los aumentos en productividad logrados en los últimos años. Si la ganadería colombiana no hubiese hecho la tarea juiciosamente, la crisis que hoy afronta habría alcanzado proporciones mayúsculas. Crisis que también nos deja una lección importante en el análisis económico: que no es sostenible mantener precios internos por encima de los externos, pues las distorsiones que genera esta diferencia son graves y perturbadoras cuando es desproporcionada, como se registró con el precio del ganado en pie, que alcanzó el doble del precio externo.

Aun así, cerramos el año con unas medidas que nos fortalecen, y abrimos el 2010 con perspectivas muy positivas. El precio de la leche en polvo, que se situó en los mercados internacionales, después de la crisis financiera, en 1.800 dólares tonelada, pasó a 3.700 la tonelada promedio para el primer trimestre de 2010. En carne, la promoción de las exportaciones con base en acuerdos comerciales sigue su ritmo, y al finalizar 2010 esperamos haber puesto nuestra bandera en los mercados de Rusia y Centroamérica, iniciando así un proceso estable de diversificación de mercados. El consumo interno es, y seguirá siendo, nuestra principal preocupación. Tendrá que haberse fortalecido no solo por el mejor desempeño esperado de la economía en su conjunto, sino por el fomento al consumo interno para recuperar los kilos perdidos por el alto precio al consumidor, tarea en la que Fedegán no desfallece.

Fue un año de lecciones que no se nos pueden olvidar. Paralelamente a la gira técnica internacional a Estados Unidos (que nos dejó una buena transferencia de conocimientos), asumimos la cuenta de cobro del mercado. A la caída de los precios se sumó el debilitamiento de la demanda interna, cuyo peligro veníamos advirtiendo con mucha antelación. En ese entonces, la Junta del Banco de la República se empeñó, a toda costa y sistemáticamente, en elevar las tasas de interés de intermediación, y después a prolongar su descenso. En esa desigual contienda salió un sector financiero colombiano fuerte si se quiere y, paradójicamente a manos llenas, con jugosas utilidades en medio de una de las peores crisis financieras mundiales. Mientras tanto, y pese a una inflación baja, el resto de la economía registró un debilitamiento general, evidenciado en el mayor desempleo y en el adelgazamiento de la demanda. Eso redujo las posibilidades de crecimiento del sector agropecuario, que sólo pudo sobreaguar.

A diferencia de los entornos internacionales, en donde las medidas de salvamento se enfocaron principalmente en el sistema financiero, aquí el Gobierno tuvo que hacerlo con el sector agropecuario (antes lo había hecho con el industrial) para aliviar un poco la situación del acoso de las deudas con el sector financiero, sostener los debilitados flujos de caja de los productores, reducir el impacto de los precios de los insumos, y morigerar los efectos de un temprano fenómeno de El Niño —que indudablemente dejará otra estocada grave en el sector—. Todo ello sin descontar el riesgo grave del desestímulo, que lo haría cada día más pequeño, pese a sus grandes ventajas y potencialidades. Ese salvavidas fue, definitivamente, un gran logro de Fedegán.

De ahí que las directrices que se envían desde la cúpula gremial están directamente relacionadas con el futuro del sector ganadero. Las señales de mercado indican que la producción de alimentos ocupará nuevamente, a nivel mundial, la atención de los gobiernos, entidades multilaterales e inversionistas. Así lo advierte la FAO, que ha recalcado además que la crisis financiera mundial afectó las inversiones en los sectores agropecuarios, dejando una deuda social de proporciones descomunales: “el hambre en el mundo alcanzará un récord histórico en 2009, con 1.020 millones de personas que pasan hambre a diario”.

En fin, acostumbrados como estamos en el sector ganadero a vadear las crisis, de la presente saldremos más fortalecidos. Por lo menos a no repetir las experiencias y a no dejarnos llevar por el canto de las sirenas.

*Presidente ejecutivo de Fedegán

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