martes, 22 de diciembre de 2009

Niño Dios: regálales un presidente a los venezolanos

Juan David Escobar Valencia

El Colombiano, Medellín

Diciembre 22 de 2009

La Navidad es una época para desearle especialmente al prójimo que tenga lo mejor para el año que viene, supere sus dificultades o enfermedades y obtenga lo que tanto necesita.


Después de otro año de majaderías e insultos del clon bolivariano de Fidel Castro en el que yo pensé que había batido su propio récord y no podría superarlo, tengo que aceptar que subestimé su capacidad de decir estupideces al ver sus discursos en Copenhague. Confieso que me preocupé. Hugo está "muy enfermo" y me inquieta más que nunca ver a Venezuela en manos de un hombre con serios problemas mentales.

Mientras amenazaba a los organizadores del evento intoxicado por la soberbia, volvía a insultar a Obama y a Uribe, hacía ver a su mascota Evo como esos loritos exóticos de tierras americanas que repiten sin saber lo que su amo les enseña, hablaba de fantasmas, pájaros, revolución en el hemisferio norte, gases lacrimógenos y demás incoherencias que forzada pero fallidamente intentaba hilvanar.


Recordé también sus pretensiones de cantante y no pude sino pensar que Venezuela parece estar en manos de un obeso y desquiciado Nerón, heredero de patologías mentales que también aquejaron a Cayo Julio César, Octavio y Tiberio. Con las mismas ínfulas de artista y cantante frustrado de Nerón, pero con público obligado a aplaudirle, este flagrante ególatra y paranoico ve conspiraciones en todas partes, elimina a sus rivales reales o ficticios sin ningún control al mejor estilo del hijo de Agripina. Esperemos que no decida incendiar a Caracas para culpar del hecho al "imperio yanqui" o a los colombianos, como hizo Nerón con los cristianos en el incendio de Roma del año 64.


Yo me niego a creer que sea cierta la frase que dice que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen, porque no puedo imaginarme qué fue lo que hizo el pueblo venezolano para que el destino se ensañe con tanta virulencia.


Venezuela corre más riesgo que nunca. Si la permanencia de Chávez es la peor desgracia que se incuba en contra de su futuro, los padecimientos mentales de su líder revolucionario aumentan la probabilidad de un peligro cercano. Muy cercano. Sólo queda solicitarle a la naturaleza que se encargue pronto de él y pedirle al Niño Dios que le regale a nuestro vecino país un presidente de verdad. No tiene que ser el mejor del mundo, pero al menos uno que merezca llamarse presidente y venezolano.


Mientras se cumplen estos deseos, inocentes y puros, y para que pasemos al menos una Navidad en tranquilidad, podríamos proponerle al emperador de Caracas, que juguemos a los aguinaldos. "Pajita en boca" no nos conviene porque siempre perderíamos, ya que paja es lo que siempre habita en su enorme músculo lingual, que hoy por hoy es su verdadero enemigo. "Beso robado" calificaría como zoofilia y meter el pie entre los de Hugo para jugar "Tres pies" es un privilegio exclusivo de la camarada Teodora. A Colombia lo único que le queda por hacer es jugar a "Hablar y no contestar", así la úlcera se nos alborote.


Una Feliz Navidad y un 2010 lleno de salud y prosperidad para los lectores de esta columna.

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