Álvaro Valencia Tovar
Vanguardia Liberal, Bucaramanga
Diciembre 20 de 2009
La Comisión de la Verdad, designada por el Presidente del Ecuador, Rafael Correa, a raíz del ataque colombiano sobre un campamento de las Farc refugiado en territorio selvático del vecino país, ha rendido un informe valeroso, vertical, bien documentado e imparcial, en el que sin manifestarlo explícitamente, se señalan las condiciones que dieron a la Operación Fénix el carácter definido en Derecho Internacional como legítima defensa. Los hechos más salientes que la Comisión de la Verdad precisa para configurar la legítima defensa, pueden resumirse en los siguientes puntos; 1) desde el campeonato mimetizado bajo la selva, el número 2 de la guerrilla colombiana de las Farc, alias “Raúl Reyes” dirigía operaciones y actividades hostiles contra el Gobierno colombiano y su Fuerza Pública. 2) La existencia del campamento era conocida por el alto gobierno ecuatoriano, dos de cuyos miembros, uno de ellos General del Ejército, lo visitaron varias veces. 3) Revolucionarios de países americanos, periodistas, investigadores, visitaban el campamento, lo que no podría realizarse sin la complicidad de autoridades superiores del Ecuador. 4) El Ejército del Ecuador es señalado como responsable al menos de lenidad frente a la violación manifiesta de la soberanía nacional por una organización armada que hacía meses funcionaba en suelo ecuatoriano. 5) Existían antecedentes de actos de guerra realizados desde territorio del país hermano contra fracciones militares colombianas, como el caso de Teteyé (no mencionado en el informe) así como de ubicación de otros asentamientos del mismo carácter denunciados secretamente por la Inteligencia colombiana que no produjeron acción oportuna de fuerzas ecuatorianas.
Al finalizar la Operación Fénix en esta columna, se tomaron estos y otros aspectos de la situación, para sustentar la Legítima defensa a la luz de la jurisprudencia consignada en las Cartas de la ONU y la OEA, transcritas textualmente. Sigo pensando que Colombia, quizá con el ánimo de distensionar las relaciones internacionales con Ecuador y Venezuela, no esgrimió con la suficiente entereza la tesis de legitimidad, lo que ha dado a lugar a que termine señalada sotto voce como nación agresora, debilitando su derecho a autorizar el uso de bases navales y aéreas por elementos militares de los Estados Unidos. Así las cosas, las vociferaciones violentas del Presidente Chávez han podido abrirse camino hasta aislar a la prudente (¿humilde?) Colombia en el concierto suramericano.
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