sábado, 19 de diciembre de 2009

El loco más grande do mondo

Ernesto Rodríguez Medina

El Nuevo Siglo, Bogotá

Diciembre 19 de 2009


ES claro que la izquierda, esa izquierda maniquea y mamerta, ha puesto a nuestra región patas arriba. Como si no fuera suficiente la insensatez, la matonería, la altanería y la ramplonería del deschavetado coronel de marras, debidamente coreado por los otros tres chiflados, Morales, Ortega y Correa, ahora estamos ante el triste espectáculo del guardián del manicomio enloquecido.


Cuando el mundo comenzaba saludar el advenimiento de Brasil al Club del Poder Mundial y a su presidente Lula como un zorro pero mesurado estadista, a este último se le fueron las luces. Y si alguien quería pruebas de su incompetencia política y fragilidad intelectual, él mismo las brindó al defender con verdadera pasión el derecho de Irán a desarrollar su programa nuclear con supuestos fines pacíficos.


Con este insólito soporte los analistas siguen preguntándose quién se equivocó en materia grave, si la otrora respetada Cancillería del Barón del Río Branco o el descarado oportunismo de un mandatario que ha demostrado su absoluta falta de sindéresis para entender la geopolítica mundial y sus propios problemas de Estado.


En los complicados escenarios internacionales, la cuestión no es simplemente sumar votos, como en cualquiera elección doméstica, aun si se tratase de lograr un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Hacen falta altas dosis de sensatez y lucidez para poder distinguir con absoluta certeza que apoyar una política de esta naturaleza pone en grave riesgo la seguridad y la paz internacionales.


Hemos regresado a cuando el entonces candidato Lula, en sonadas declaraciones a un diario paulista, se daba el lujo de afirmar que él no necesitaba leer libro alguno “para tener la certeza moral de la clase de líder espiritual que era su amigo de luchas”, el frenético Ahmadinejad.


Este “líder” de la llamada “franja lunática” no sólo ha negado la existencia del Holocausto, sino ha jurado la extinción del Estado de Israel y alardea cotidianamente de sus diferencias con otros dirigentes árabes. Este sátrapa moderno ha mentido sistemáticamente a la Agencia Internacional de Energía Atómica y ha logrado enajenar la confianza de la comunidad internacional por sus constantes desafíos a los protocolos existentes. Y como si fuera poco, con nadadito de perro, se está colando por la puerta de atrás en el famoso y exclusivo Club Atómico.


Infortunadamente para Brasil, así como para el resto de Latinoamérica, cuando se hacía menester que Lula mostrara su talante y sus kilates de líder mundial como todos aspirábamos a que lo hiciera, prefirió encabezar la comparsa de los narciso socialistas del siglo XXI, una nueva versión de esa franja lunática de la que hace parte conspicua el mentado dirigente iraní.


¿Por qué habremos de extrañar esa falta de solidaridad brasileña hacia nosotros, si desde hace muchos años ellos siempre nos han mirado con recelo y por encima del hombro? Pobre espectáculo el que estamos dando por estos lares. No es de extrañar que nuestros pueblos hayan comenzado a girar hacia una derecha mucho más sensata que la amalgama indo-petro-iraní del aquelarre mal llamado bolivariano.

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