Editorial
El Colombiano, Medellín
Febrero 28 de 2010
Las primeras luces del día dejaron al descubierto los devastadores efectos de un terremoto de 8,8 grados de intensidad en la región de Bío Bío, sur de Chile, con no menos de 214 muertos, 500 mil viviendas semidestruidas y daños incalculables en la red de carreteras del país austral, que ahora recibe a borbotones la solidaridad del mundo.
La madrugada fue frenética en buena parte del sur del Continente, pues el terremoto en Chile provocó un efecto dominó en la región. Argentina y Perú también sufrieron movimientos sísmicos de alta intensidad, con efectos aún por cuantificar y con registro de tres muertos en la zona de Salta, al norte del país gaucho.
Este "megasismo", como lo calificaron los científicos del Servicio Geológico de los Estados Unidos, fue similar al tsunami que ocurrió en Indonesia, en 2004, y provocó poco más de 226 mil muertos. El temblor de ayer se produjo cuando la placa de Nazca se deslizó bajo la placa de Sudamérica, con una generación colosal de energía lo que activó las alarmas en la región, en las costas de Hawai, Japón y Filipinas. México mantiene la alerta en las costas de Cancún.
A medida que los organismos de socorro chilenos avanzaban ayer en las labores de búsqueda y rescate, la comunidad internacional se unía para ofrecerles a la Presidenta Michelle Bachelet y al electo mandatario, Sebastián Piñera, toda la ayuda para superar esta emergencia. El gobierno declaró la zona afectada como área de desastre. En la capital, Santiago, y en varias ciudades importantes no había electricidad, se suspendió el suministro de gas y no hay comunicación por algunas vías carreteables. El aeropuerto internacional suspendió las operaciones.
El drama en Chile, tal como se siente aún con nuestros hermanos haitianos, vuelve a poner en evidencia que el daño que el hombre le ha infligido a la naturaleza hace rato rompió la armonía del planeta y las consecuencias son impredecibles. ¿Acaso necesitamos más pruebas de que lo del cambio climático amenaza con la supervivencia en la tierra?
Todo el espíritu de solidaridad que nos despierta ahora el drama de los chilenos y los haitianos no puede aletargar la necesidad urgente de revisar nuestros comportamientos frente al ambiente y adoptar todas las medidas de prevención y atención que mitiguen los daños de una eventual manifestación de la naturaleza.
Los enormes esfuerzos que ha hecho Chile para superar la pobreza e insertar al país en la economía mundial son baluartes que debemos preservar los latinoamericanos y es por eso que nuestra solidaridad y apoyo a los chilenos debe ser sin protagonismos ni cálculos políticos. También, que esta nueva tragedia, no desvíe la atención de la comunidad internacional sobre Haití, pues la situación humanitaria en el país caribeño sigue siendo catastrófica.
La unidad nacional que ofreció el electo presidente Piñera en Chile enfrenta ahora su más difícil examen, pero estamos seguros de que el liderazgo de sus gobernantes y sus ciudadanos pasará la dura prueba.
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