Carlos Andrés Pérez
El Colombiano, Medellín
Febrero 27 de 2010
Hace pocos días la Universidad de Salamanca en España, abrió un espacio para que dos ONG colombianas hablaran de un tema sensible que mueve emociones: los niños en combate. Y es que si algún nicho de población debería excluirse de todos los horrores de la confrontación armada son precisamente los más pequeños, que sufren al perder a sus familias o tener que abandonar sus lugares de origen sin explicación.
Desde este punto de vista, es muy destacable la campaña que realizan estas organizaciones: viajan sensibilizando a quienes sólo conocen la guerra por televisión, contándoles que a diez horas de vuelo hay lugares en los que todavía nos matamos sin ningún sentido y que esa guerra se cobra la vida de miles de personas al año, sin discriminar nivel social, raza y mucho menos edad.
Sin embargo, luego de la presentación que hicieron quedó la sensación de haber conseguido los resultados, pero a costa de un elemento muy grave: situar a las Fuerzas Armadas colombianas al mismo nivel de grupos como las Farc y las autodefensas. Presentaron un video en el que se recrean, con actores, tomas de la guerrilla, masacres de los paramilitares y al mismo tiempo muestran al Ejército atacando a la población.
Igualmente fueron reiterativos en que los gobiernos de Colombia sólo invierten en la guerra y no en resolver el conflicto dialogando. En ningún momento recordaron que hace sólo ocho años se hizo un proceso de paz en el que se despejaron 42.000 kilómetros cuadrados, donde cabrían más de mil ciudades de la extensión de Salamanca, lugar donde generosamente eran recibidos. Ni tampoco contaron que al Caguán fueron embajadores de algunos países europeos a verificar el avance de los diálogos, ni que en el año 2000 a los guerrilleros se les organizó un viaje por Europa para involucrar a más naciones al proceso. Ni mucho menos las causas por las que se terminó.
Esas cosas no las cuentan porque se habrían tumbado sus propios argumentos, y como el público que los veía tiene poca memoria sobre estos temas, creyeron sin cuestionarlo que efectivamente el diálogo no había sido nunca una opción.
El punto es que estas organizaciones saben muy bien cuál es el discurso que les gusta a algunos europeos y creen que siguiendo ese hilo consiguen más apoyo para causas nobles, repito, pero que no tendrían por qué terminar en comparaciones que hacen mucho más daño del que se cree. El Ejército es una de las fuerzas constitucionales de Colombia y como tal cumple una función heroica, por cierto. Hay errores, claro que sí, pero estos no son sistemáticos ni son parte de lo que se les instruye a hacer: en sus manuales no está el reclutamiento de menores, ni el ataque a la población civil, ni la destrucción de pueblos.
Para próximas giras bastaría mostrar cuál es el papel de cada uno de los actores en el conflicto, sin acomodarlo a lo que algunas ONG europeas quieren escuchar. Se conseguirían los mismos resultados, porque el reclutamiento de menores de por sí es tan aberrante que no hay quien esté en contra de su erradicación.
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