Mauricio Botero Caicedo
El Espectador, Bogotá
Febrero 28 de 2010
— ¿Por qué será que la senadora Piedad Córdoba tiene derecho, por cuenta de los contribuyentes, a recibir una pensión anual de centenares de millones de pesos cuando difícilmente ha asistido a la tercera parte de las sesiones del Congreso?
— ¿Por qué será que algunos congresistas insisten en reajustar sus ya jugosas pensiones cuando la Constitución taxativamente les prohíbe legislar en beneficio propio?
— ¿Por qué será que algunos ex magistrados y ex congresistas, que reclaman a gritos contra la desigualdad del ingreso en el país, guardan silencio en relación con la manifiesta desigualdad en sus pensiones, pensiones que en muchos casos son cuarenta a cincuenta veces superiores al salario mínimo, cifra que reciben la inmensa mayoría de los pensionados?
— ¿Por qué será que las cabezas del Partido Liberal —en su ingenua estrategia de abrirles las puertas a los militantes de una izquierda trasnochada— no se dan cuenta de que por esa misma puerta son los liberales auténticos que en manada se están saliendo?
— ¿Por qué será que aquellas voces que más duro criticaron a Colombia por el Tratado de Protección con Estados Unidos, voces como la de Insulza (Secretario de la OEA), y la de los cancilleres brasileño y español, Amorim y Moratinos, permanecen pusilánimemente calladas ante el ejército de ocupación de 80.000 cubanos en Venezuela?
— ¿Por qué será que hay ingenuos que realmente creen que cuando Castro manda a Venezuela a su “Goebbels” (Ramiro Valdez, un sangriento represor) es para arreglar problemas energéticos (de los cuales no tiene la más remota idea) y no para apretar la mordaza, apretón que se ha iniciado con el control del ‘internet’, control que ya empezó a imponerle a todos los venezolanos?
— ¿Por qué será que los que se han rasgado las vestiduras con la posibilidad de que Uribe sea reelegido por segunda vez, permanecen en silencio ante la indefinida reelección de Chávez, Ortega y Morales?
— ¿Por qué será que el Estado sigue contratando día tras día a las mismas compañías que proceden a demandarlo cada vez que requieren más reajustes o anticipos; empresas que han demostrado hasta la saciedad que saben bastante más de derecho que de ingeniería, y de amenazas que de salud; y a empresas que en nómina tienen bastantes más abogados que ingenieros, y bastantes más negociantes que médicos y enfermeras?
— ¿Por qué será que la posibilidad de que haya un enredo gordo está directamente relacionada con la cantidad de ex magistrados y ex procuradores que forman parte de los ejércitos de abogados que utilizan algunas empresas en su estrategia legal?
— ¿Por qué será qué el Secretario de Transporte norteamericano, al igual que los congresistas de ese país, critican tan duramente las fallas en los frenos de los Toyota, cuando dichos frenos fueron fabricados precisamente en Indiana?
— ¿Por qué será que algunos todavía creen que las Farc (que asesinan a sus militantes por el sólo hecho de robar un cigarrillo), en el muy remoto caso de negociar el poder, no van a asesinar a cualquiera sólo por el hecho de contradecirlos?
— ¿Por qué será que un ridículo patriotismo sigue dominando el periodismo deportivo y tenemos que sacar al señor Juan Pablo Montoya a dos columnas, aún cuando llega a la meta en la insignificante posición número 36?
— ¿Por qué será que hay generalmente una enorme distancia entre los que saben destruir, pero ignoran cómo construir; entre los que insisten sobre la conveniencia y su destreza para distribuir, mas desprecian la creación de riqueza? ¿Será que los más prestos a repartir el patrimonio del prójimo son precisamente los que jamás han tenido que edificar o conservar patrimonio propio?
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