domingo, 28 de febrero de 2010

Si Chávez fuera un varón

Abelardo de la Espriella

El Heraldo, Barranquilla

Febrero 28 de 2010


Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, “varón” no es sólo el ser humano de sexo masculino que ha llegado a la edad viril. Otras acepciones del vocablo señalan que también se considera “varón” a un hombre de respeto y autoridad, con buen juicio y gran experiencia, un hombre sencillo de pocos alcances, un hombre de gran bondad.


Lo de hombre es irrefutable —en su versión más primitiva, por supuesto—, pero el Presidente de la hermana República de Venezuela parece haberse quedado a la mitad de la etapa evolutiva. La virilidad está probada —por lo menos, en teoría— pues el alter ego del Libertador es padre de varios hijos a los que, muy seguramente, les deben recordar a sus pobres madres todo el tiempo por cuenta de los exabruptos de su progenitor.


De acuerdo con uno de los significados de la palabra “varón”, es claro que Chávez no es un hombre de respeto —es lo último que podría inspirar—: sus payasadas, su diarrea verbal, su delirio de grandeza y la incongruencia de su discurso, indican que es un alma atormentada, un pobre hombre víctima de sí mismo.

De autoridad moral carece por completo, ya que no sólo es un golpista, sino que también es un dictador, el socio de la guerrilla narcoterrorista de las Farc, el jefe de una familia que se ha enriquecido pelechando del erario público en el tiempo que lleva su Presidencia, un déspota que persigue a sus contradictores aplicándoles con sus jueces de bolsillo el Derecho Penal del enemigo, un sátrapa que amordazó y aniquiló la libertad de prensa.


El buen juicio es a Chávez lo que Chávez mismo es a la belleza. Si de algo carece este tiranillo de pacotilla, es de ponderación, ecuanimidad y equilibrio. Los síntomas de su comportamiento psicótico y frenético encuadran, según la literatura psiquiátrica, en lo que se conoce como paranoia-esquizoide. Eso de creerse la reencarnación de Bolívar y ver conspiraciones y enemigos por todas partes corrobora lo anterior.

Un varón puede ser también un hombre de pocos alcances y gran bondad. Evidentemente no se puede considerar como tal a un opresor que llevó a su país a la peor crisis económica de todos los tiempos; a un pésimo gobernante, que somete a su pueblo a racionamientos de agua, luz y alimentos en medio de una bonanza petrolera.


Su pretendido socialismo “comunistoide” es un modelo fallido que acrecienta la pobreza, desacelera la economía, anula la inversión extranjera y polariza la sociedad.


Si Chávez fuera un varón, no atacaría por la espalda, no escondería a los bandidos de las Farc en Venezuela, no permitiría que su país fuera un corredor de armas y drogas, no tendría una postura tan ambigua en su relación con los Estados Unidos, no expropiaría bienes como si fuera un juego, no tendría a Venezuela sumida en la miseria y el ostracismo.


Si Chávez fuera un varón, no hubiese llorado como una niña cuando le dieron el golpe y lo defenestraron; si Chávez fuera un varón, entendería que el poder es el vehículo para alcanzar la prosperidad, asegurar la hermandad de los pueblos y procurar la paz.


Si Chávez fuera un varón, yo sería chavista.


La ñapa. La muerte del disidente cubano Orlando Zapata Tamayo, quedará grabada en las páginas negras de nuestra historia. ¿Hasta cuándo los inefables hermanos Castro seguirán cometiendo sus atrocidades?

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