miércoles, 24 de febrero de 2010

¡Sea varón!

Alberto Valásquez Martinez

El Colombiano, Medellín

Febrero 24 de 2010

Dura expresión la que le lanzó en la cumbre de Río el presidente Uribe al presidente venezolano: "usted es valiente para hablar a distancia y cobarde para hablar de frente". Temeridad sí la del jefe del Estado colombiano al atreverse a desafiar al ciclotímico venezolano. Pero así es Uribe. Frentero y sincero. Con pasión desbordada para defender sus principios y sus responsabilidades cuando las siente mancilladas y cuando han sido víctimas su país y su persona, de las constantes agresiones de quien las lanza a través del monólogo, desde un país en donde las libertades para la controversia y la discusión racional han sido conculcadas por el gobierno.


El grito "sea varón", emplazamiento de Uribe a Chávez cuando éste acusó a Colombia de quererlo asesinar y luego quiso ausentarse del recinto para evitar la réplica, resuena por toda la geografía americana, acostumbrada a las provocaciones del paranoico vecino. Este "sea varón", complementa la utilería verbal de quien se siente forzado a usar una expresión, quizá inapropiada en el lenguaje diplomático, pero ganada por quien evade el debate civilizado. Le hace coro al "por qué no te callas" que hace tres años en Chile le encasquetara al jayán venezolano el siempre ponderado Rey Juan Carlos. Como ayer, en aquel entonces, Chávez también enmudeció y solo vino a responder, cuando ya no tenía al frente a su contradictor, sino que estaba rodeado de micrófonos, estadio preferido de los que alientan el espectáculo mediático.


Pudo excederse el presidente Uribe en su desafiante grito, consecuencia de la rabia acumulada. Pero era tiempo de que pusiera en su puesto al provocador mandatario venezolano. Se lo encontró de "pechito" en el lugar y en el momento en donde no podía huir de la réplica. Colombia y su jefe de Estado han sido víctimas de las invectivas constantes del absolutismo chavista. El coronel ha querido en sus permanentes escarnios contra el país y contra sus funcionarios, revivir en la historia, más a Páez que a Bolívar. El llanero, desafió en su momento con invadir a Colombia. Cuando el Libertador lo conminó a través del general O'leary a conciliar con su vecino, aquel respondió con iracundia que, "confío que Bolívar no me forzará a ser su enemigo y a destruir a Colombia". Esta pugnacidad la reedita con su locuacidad el actual mandatario venezolano para señalar a Colombia, no solo como cabeza de sus afrentas, sino al resto de América como conejillo de indias para imponer su embeleco de revolución socialista.


Vamos a ver cómo funciona el grupo de presidentes amigos de América Latina -propuesto por el jefe de Estado mexicano- para encontrar mecanismos de diálogo que intenten restañar tantas heridas y mejorar unas relaciones que se ha encargado de deteriorar con sus ultrajes el belicoso mandatario vecino. No vemos fácil esta empresa. Reclamamos el beneficio de la duda, más tratándose de un jefe de Estado como el venezolano, tan impredecible como oscilante. En la mañana, en medio de la euforia, hace almibaradas declaraciones de afecto y en la noche, echa mano de las agresiones para recurrir a desafíos alucinantes, cuando se percata del cúmulo de problemas y de frustraciones internas que lo asfixian.


Seguimos creyendo que mientras Chávez esté al frente de los destinos de los venezolanos, será bien difícil que vuelva la estabilidad emocional a esta parte de la América convulsionada. Y menos que los puentes entre los gobiernos de Colombia y Venezuela sustituyan los muros que el totalitario ha levantado en el querido país vecino. ¡Ojalá estemos equivocados!

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