Editorial
El Colombiano, Medellin
Febrero 27 de 2010
El Presidente Álvaro Uribe Vélez dio una lección más de respeto por el Estado de Derecho y demostró su talante de estadista y demócrata, cuando se pronunció anoche sobre el fallo de la Corte Constitucional que declaró inexequible la convocatoria a un Referendo que podría haber abierto paso a un tercer mandato suyo, si el pueblo así lo hubiere decidido. El Presidente enfatizó la importancia de la participación ciudadana y el Estado de Opinión como una fase superior, pero no sustitutiva, del Estado de Derecho. Enfatizó también, que respeta al órgano que vela porque la participación ciudadana se ajuste a la Ley.
EL COLOMBIANO acata el fallo de la Corte, pero no lo comparte. Hoy repetimos que no entendemos cómo posibles vicios en el trámite de la ley -vicios de forma- hayan tenido mayor peso que la voluntad del Constituyente Primario. Casi cuatro millones de personas se unieron para promover el uso del Referendo, pero esa voluntad popular se vio frustrada en aras de un rigorismo formal.
Si no comprendimos mal, la Corte dijo que el Constituyente Primario no puede sustituir la Constitución. ¿Quién podrá hacerlo, entonces? Si la respuesta fuese que el Congreso, ¿valdría más la representación que la participación directa del ciudadano? ¿No contradice esto el espíritu de la Carta de 1991? ¿Por qué sí se aceptó la Séptima Papeleta en diciembre de 1990?
Ahora, la mayoría del pueblo colombiano, que apoya la gestión del Presidente Uribe, que hubiera querido votar de nuevo por él, tiene la certeza de que no lo puede reelegir, porque así lo falló la Corte. Pero esta mayoría tiene el ejemplo de un hombre que ha demostrado un inagotable amor por Colombia y que también anoche declaró que trabajará por su país hasta el último minuto de su vida. Por eso es importante que el pueblo, que tiene el poder del voto para escoger a quien sucederá al Presidente Uribe en la Casa de Nariño, escoja bien, valga la redundancia, para que el país no dé un salto al vacío ni retroceda a momentos recientes de ingrata recordación.
El pueblo debe buscar al candidato que garantice plenamente que la democracia mejore el rumbo, pero que no lo abandone, como lo expresó Álvaro Uribe. Pero, para no perder el rumbo es necesario buscar a quien se deje aconsejar por el actual mandatario, a quien garantice que no se creará un vacío, a quien siga los consejos de un estadista que ha sobresalido no sólo en Colombia sino en buena parte del mundo. Que ha sido reconocido como un líder indiscutible, a pesar de la diplomacia negra de uno que otro malqueriente, de uno que otro desleal.
No es una tarea fácil porque ahora todos los aspirantes al Solio de Bolívar afirman que continuarán con las políticas del actual Presidente. Muchos lo hacen, porque es impopular decir otra cosa y porque decirlo, les resta votos. Por eso los ciudadanos deben observar con detenimiento las hojas de vida de los candidatos y sus programas de gobierno que deben garantizar la continuidad de la política de Seguridad Democrática, la confianza inversionista de los colombianos y de los extranjeros que han llegado al país, hacen empresa y generan puestos de trabajo. Un tercer aspecto es garantizar también la inversión social con responsabilidad y fraternidad. Todo esto debe convertirse en políticas de Estado, de modo que se garantice el futuro digno que ha trazado Álvaro Uribe y el desarrollo que ha logrado. No puede haber marcha atrás, porque Colombia podría dejar de ser. Las amenazas internas y externas son serias y complejas.
El ciudadano debe medir hasta dónde y hasta cuándo los candidatos están comprometidos en la construcción de un país en paz, pero ni arrodillado ni hipotecado. Nos imaginamos la felicidad de las guerrillas, de las bandas de ex paramilitares, de los narcotraficantes, es decir, de todos los violentos, porque se les puede abrir una especie de ventana de oportunidad. Ojalá el gobernante que sea elegido no caiga en errores del pasado que resultaron en un engaño al país de buena voluntad y en una espiral de crímenes que el Gobierno de Uribe afrontó con firmeza, dentro de su política de mano tendida y pulso firme.
Ojalá quien llegue a la Presidencia el siete de agosto sea prudente y tenga una incondicional vocación de servicio. El pueblo debe evitar a quienes se sienten miembros de una casta superior y creen que su linaje les da derechos sobre otros aspirantes a la Presidencia. Ojalá quien llegue a la Presidencia sea una persona hecha a pulso, con talante de estadista, transparente, con visión panorámica, capacidad inagotable de trabajo, carácter firme, ideas claras y definidas, prudencia, sintonía con el pueblo y sus necesidades, capacidad de aguante, admiración genuina por la obra de Uribe y apego al Estado de Derecho.
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