Editorial
La Patria, Manizales
Febrero 23 de 2010
Para el presidente Álvaro Uribe tenderle la mano a la hermana nación no deja de ser un gesto de solidaridad con su pueblo, sin importarle el carácter beligerante de su homólogo que lo ha acusado de todo y en los peores términos. En lo que parece ser un juego estratégico del cual no se sabe qué resultados se puedan obtener, Colombia está a punto de llegar a un acuerdo con Venezuela para venderle energía eléctrica que el vecino país demanda con extrema urgencia.
¿Error o acierto?, vaya uno a saber, pues depende del contexto desde donde se mire, pero la verdad es que nuestro país tiene parte de lo que la hermana nación reclama con urgencia, pues por la sequía se han disminuido los caudales de ríos y embalses y el gobierno de Chávez, a pesar de vivir, literalmente, sobre una de las mayores reservas de petróleo del mundo, nada ha hecho en 11 años de gobierno por ampliar su oferta de energía eléctrica con base en ese combustible.
Esta circunstancia ha generado un enorme malestar entre los venezolanos que están ahora sometidos a intensos racionamientos, sobre todo en las ciudades diferentes a Caracas, y a la amenaza de que si de acá a mayo no mejora el clima y llueve, no sólo será un problema de energía sino de agua potable para su población.
La oferta colombiana, en principio descartada por un afanoso viceministro venezolano, es considerada ahora con interés por el propio Chávez quien sin ningún rubor dice que esto es un tema comercial que no debe ser interferido por asuntos políticos. Como si el resto de exportaciones de acá para allá no estuvieran sufriendo los rigores de su obstinación y bloqueo por temas puramente ideológicos.
Ahora, para el presidente Álvaro Uribe tenderle la mano a la hermana nación no deja de ser un gesto de solidaridad con su pueblo, sin importarle el carácter beligerante de su homólogo que lo ha acusado de todo y en los peores términos. Eso dentro del ciudadano venezolano no debe ser más que el carácter sensato de un gobernante que está lejos de un socialismo opresor y dictatorial.
El ejemplo de Ecuador, país al que a pesar de las diferencias por el conocido caso de Raúl Reyes se le siguió despachando energía en momentos en que en ese país la angustia por falta de la misma estaba amenazando incluso la popularidad de su presidente, y que al final por la vía diplomática se están superando los problemas, es el referente que sirve para juzgar la actitud actual del gobierno colombiano.
Para nosotros lo importante de todo esto es que se puedan abrir espacios de diálogo y se baje la tensión entre ambas naciones, eso de cara a superar los problemas comerciales que han causado efectos negativos en la economía. Claro, una contraprestación mínima para empezar a venderles energía es que se pongan al día con el resto de exportadores colombianos que por cuenta del famoso Cadivi llevan meses, años algunos, esperando que buenamente les paguen. Aunque con Chávez cualquier cosa puede suceder, el mensaje del gobierno colombiano deja en claro cuál es el espíritu que debe reinar en las relaciones entre dos naciones con tanto en común.
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