lunes, 22 de febrero de 2010

La falsedad del ataque a la ciencia del clima

Jeffrey D. Sachs*

El Tiempo, Bogotá

Febrero 22 de 2010

En las semanas anteriores y posteriores a la conferencia de Copenhague sobre el cambio climático celebrada el pasado mes de diciembre, la teoría científica sobre el cambio climático recibió un duro ataque de los críticos que sostienen que los científicos del clima han suprimido pruebas deliberadamente y que esa tesis científica misma presenta graves errores. El Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPPC), el grupo mundial de expertos encargado de evaluar el estado de la ciencia del clima, ha sido acusado de parcialidad.

Esos ataques han desconcertado al público mundial. Si los expertos no se ponen de acuerdo en que existe una crisis climática, ¿por qué deben gastar los Estados miles de millones de dólares para abordarla?

La realidad es que los críticos, cuyo número es pequeño, pero sus ataques son agresivos, están desplegando tácticas que han ido perfeccionando durante más de 25 años. Durante su larga campaña, han exagerado enormemente los desacuerdos científicos para detener las medidas contra el cambio climático y han contado con la financiación aportada por grupos de interés especiales, como Exxon Mobil.

Muchos libros han documentado recientemente las trampas cometidas por los negacionistas del cambio climático. 'Merchants of Doubt', nuevo libro de Naomi Oreskes y Eric Conway, cuya publicación está prevista para mediados del 2010, será una relación autorizada de su mal comportamiento. Los autores muestran que el mismo grupo de sembradores de cizaña, a quienes los ideólogos del mercado libre de la sección de opinión de 'The Wall Street Journal' han ofrecido una plataforma, ha intentado constantemente confundir al público y desacreditar a los científicos cuyas ideas están contribuyendo a salvar el mundo de daños medioambientales no intencionados.

Quienes hoy hacen campaña contra las medidas para combatir el cambio climático están respaldados en muchos casos por los mismos grupos de presión, personas y organizaciones que se pusieron del lado de la industria del tabaco para desacreditar las tesis científicas que vinculan el hábito de fumar con el cáncer de pulmón. Después, lucharon contra las pruebas científicas de que los óxidos de azufre emitidos por las centrales eléctricas de carbón estaban causando la "lluvia ácida". Luego, cuando se descubrió que ciertas substancias químicas llamadas clorofluorocarburos (CFC) estaban causando el agotamiento del ozono en la atmósfera, los mismos grupos lanzaron una malintencionada campaña para desacreditar también esa posición científica.

Más adelante, el grupo defendió a los gigantes del tabaco contra las acusaciones de que el humo del tabaco causa cáncer y otras enfermedades a los no fumadores y después, a partir del decenio de 1980 principalmente, ese mismo grupo se enfrentó a quienes luchaban contra el cambio climático.

Lo que es sorprendente es que, a pesar de estos ataques a la ciencia se han equivocado durante 30 años, aún siembran dudas sobre los hechos establecidos. La verdad es que hay mucho dinero apoyando a quienes niegan el cambio climático, ya sean empresas que no quieren pagar los costos adicionales de regulación, o los ideólogos del libre mercado en contra de cualquier control gubernamental.

La última ronda de ataques consiste en dos episodios. La primera fue el 'hackeo' de un centro de investigación sobre cambio climático en Inglaterra. Los e-mails que fueron robados sugieren una falta de franqueza en la presentación de algunos datos sobre el clima. Independientemente de los detalles de este caso específico, los estudios en cuestión representan una pequeña fracción de la abrumadora evidencia científica que apunta a la realidad y la urgencia de origen humano del cambio climático.

La segunda cuestión es un error flagrante sobre los glaciares que apareció en un importante informe del IPCC. Aquí debe entenderse que los informes del IPCC constan de miles de páginas. Hay, sin duda, errores en estas páginas. Pero los errores en medio de un informe amplio y complejo del IPCC apuntan a la inevitabilidad de las deficiencias humanas, no a fallas fundamentales en la ciencia del clima.

Cuando los 'e-mails' y el error del IPCC fueron traídos a la luz, los editorialistas de 'The Wall Street Journal' lanzaron una feroz campaña que describe la ciencia del clima como un engaño y una conspiración. Alegaron que los científicos estaban fabricando pruebas para obtener becas de investigación del gobierno. "Una acusación absurda", pensé en ese momento, dado que los científicos bajo el ataque han dedicado su vida a la búsqueda de la verdad, y ciertamente no se han hecho ricos en relación con sus compañeros en lo que concierne a las finanzas y negocios.

Pero entonces recordé que esta línea de ataque -la carga de una conspiración científica para encontrar "negocios" dentro del mundo de la ciencia- era casi idéntica a la utilizada por el Wall Street Journal y otros en el pasado, cuando combatieron a los controles sobre el tabaco, la lluvia ácida, agotamiento del ozono, humo 'de segunda mano', y otros contaminantes peligrosos. En otras palabras, sus argumentos fueron sistemáticos y artificiales, en absoluto originales para la ocasión. Estamos asistiendo a un proceso predecible por los ideólogos de derecha y grupos de reflexión y publicaciones para desacreditar el proceso científico. Sus argumentos han sido repetidamente desmentidos por 30 años -una y otra vez- pero sus métodos agresivos de la propaganda pública son un éxito al causar retrasos y confusión.

La ciencia del cambio climático es una actividad intelectual maravillosa. Las grandes mentes científicas han aprendido a lo largo de muchas décadas a "leer" la historia de la Tierra, a fin de entender cómo funciona el sistema climático. Se han desplegado de modo brillante la física, la biología y la instrumentación (como los satélites de la lectura detallada de las características de los sistemas de la Tierra), a fin de avanzar en nuestra comprensión.

Y el mensaje es claro: el uso a gran escala de petróleo, carbón, gas amenaza la biología y la química del planeta. Estamos impulsando cambios peligrosos en el clima de la Tierra y la química de los océanos, dando lugar a tormentas extremas, sequías y otros peligros que afectarán el suministro de alimentos y la calidad de vida del planeta.

El IPCC y los científicos del clima nos transmiten un mensaje crucial. Necesitamos transformar con urgencia nuestros sistemas de energía, transporte, alimentación, industrial y de construcción para reducir el peligroso impacto humano sobre el clima. Es nuestra responsabilidad escuchar, entender el mensaje, y luego actuar.

NUEVA YORK.
* Jeffrey D. Sachs es profesor de Economía y Director del Earth Institute de la Universidad de Columbia.

Copyright: Project Syndicate, 2010.

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