jueves, 25 de febrero de 2010

¿China está exagerando su jugada?

Chris Patten*

El Tiempo, Bogotá

Febrero 25 de 2010

¿Recuerdan el G-2? Las dificultades financieras de Estados Unidos y la intervención en el exterior, más el ascenso económico de China, llevó a que muchos previeran el año pasado la aparición de una especie de condominio mundial entre los dos países. El G-8 se había transformado por necesidad en el G-20, el cual se deshacía de su cero cada vez que fuera necesario: Estados Unidos y China tenían la última palabra.

El concepto era un reflejo simplificado de las realidades mundiales. Dejó por fuera a otras potencias emergentes, como Brasil e India. Esto sobredimensionó la debilidad de Estados Unidos, el cual sigue siendo la única superpotencia del mundo. También sugirió que la imposibilidad de la Unión Europea de actuar en conjunto la podía poner al margen. Hay que recordar que en la Cumbre de Copenhague sobre el clima, en diciembre pasado, un acuerdo de este tipo fue improvisado por los Estados Unidos y las economías emergentes por encima de la UE, a pesar de que Europa tuvo el mejor juego de propuestas sobre la lucha contra el cambio climático.

A pesar de todo esto, había la suficiente credibilidad en la idea del G-2 para echarla a andar. La primera visita del presidente Barack Obama a China, en noviembre pasado, en la que aceptó el papel de pretendiente flexible en la corte del emperador, dio la impresión de un fortalecimiento de un acuerdo entre la gran potencia actual y la del futuro.

Eso fue el año pasado. Esto es ahora, y la idea parece mucho menos plausible. ¿Por qué el G-2 perdió todo su poder tan pronto? En primer lugar, la débil recuperación económica y en gran parte el desempleo en Estados Unidos y Europa resaltan el incremento de las exportaciones de China y, la falta de barreras arancelarias confronta a posibles importadores a China. Es difícil encontrar miembros del Congreso de E.U. que no atribuyan algunos de sus problemas, incluyendo el vaciamiento de la clase media, a la supuesta manipulación de la moneda de China.

China puede apuntar a la montaña de bonos del Tesoro de E.U. que ha comprado, contribuyendo así a mantener el déficit presupuestario del país norteamericano. (Nadie sabe aún la razón de la venta en China de 'T-bills' estadounidenses. Se quejan de la injusticia de culparlos por los desequilibrios de la economía global.

Sin embargo, China tiene posibilidad de responder. Los críticos creen que vincular la moneda por debajo de su valor real es parte de una estrategia deliberada para mantener el crecimiento, evitando así las difíciles políticas de creciente desempleo en un sistema que no tiene canales institucionalizados para la expresión del descontento popular. A menos que este problema se resuelva pronto, llevará inexorablemente al proteccionismo en Estados Unidos y Europa. Los defensores de la política del "ojo por ojo" incluso han encontrado citas de apoyo de Adam Smith sobre el tema.

Una segunda cuestión que puede hacer que el G-2 vuele en pedazos, antes de que realmente haya tomado forma, es el impacto del autoritarismo de China sobre la libre circulación de la información. El conflicto de China con Google y las protestas de E.U. en los ataques cibernéticos contra objetivos norteamericanos le recuerdan al mundo exterior, así como a los medios de comunicación de Estados Unidos y las élites políticas, sobre la diferencia de valores entre los dos países.

Esto es particularmente difícil en un momento en que las autoridades chinas parecen estar tomando una línea aún más dura contra la disidencia. El activista de derechos humanos Liu Xiaobo acaba de ser encerrado por 11 años, lo que ha provocado una condena generalizada. El veterano activista por la liberación de los presos políticos John Kamm sostiene que este era "un punto de inflexión" para las autoridades chinas, y que "tendrán que trabajar fuera de este en línea, de una manera menos dura".

El resultado de las negociaciones sobre el clima en Copenhague es un tercer motivo de preocupación. China ha sido acusada de bloquear un resultado más ambicioso, sobre todo debido a su resistencia a una vigilancia externa de las metas acordadas, apelando a la soberanía del Estado que el mundo estaba acostumbrado a oír de ex presidente de E.U. George W. Bush. Tal vez la crítica es injusta. Pero ciertamente fue imprudente permitir que un funcionario subalterno le gritara y señalara con el dedo a Obama en una de las reuniones claves de Copenhague. Los funcionarios chinos deben recordar, además, que los estadounidenses también tienen una "cara" que no quieren perder.

Algunas personas mencionan la disputa en torno a la venta de armas a Taiwán y la visita del Dalai Lama a Washington como un amortiguador en todo lo hablado sobre el G-2. No estoy tan convencido. Estos problemas son bastante rituales, y los funcionarios chinos son lo suficientemente inteligentes como para saber que, dado el comportamiento reciente del gobierno chino, Obama tenía más remedio que decidir sobre ellas como lo hizo.

Mucho más preocupante es una cuestión que está todavía por discutirse. ¿Cómo va a reaccionar China frente a cualquier intento de introducir sanciones más severas contra Irán, si no se realizan progresos en los esfuerzos para evitar el desarrollo de armas nucleares? Si China bloquea la acción en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, las relaciones con Estados Unidos cambiarán de nuevo, a un punto donde cualquier conversación del G-2 parecería ridícula.

Deng Xiaoping, el arquitecto del crecimiento económico de China, aconsejó a sus colegas para moverse sigilosamente en relación con el resto del mundo. "Oculte su brillo, espere el momento adecuado", aconsejó. Como alguien que cree que el ascenso de China debe ser bueno para el mundo, espero que los sabios consejos de Deng sean escuchados por los funcionarios chinos que parecen pensar que este es un buen momento para empezar a dejar su huella.

*Fue el último gobernador británico de Hong Kong y antiguo comisario de la UE para Asuntos Exteriores, es rector de la Universidad de Oxford. Copyright: Project Syndicate, 2010.

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