Félix Vega Pérez
El Tiempo, Bogotá
Febrero 22 de 2010
El 14 de marzo, a iniciativa de los gobernadores costeños, se propondrá un voto en pro de la Región Caribe. Esta teatrera estragema nos despierta hondos recelos: primero, la pregunta está planteada de manera que la respuesta es única, no permite escogencia o selección, está diseñada para contestarla forzadamente afirmativa, lo que hace trivial el resultado, así que el ejercicio no se puede contrastar con otras alternativas u opciones. Segundo, acudir a un sentimiento regional el día en que se eligen denadores y representantes a la Cámara no tiene más objetivo que provocar una votación extra por los candidatos regionales, con lo que se cubre el presagio de abstención y desgano que afectará los resultados. Tercero, como mecanismo de pedagogía social es fútil por cuanto nada se dice allí sobre qué, cómo y para qué reclamamos la región. Siendo este concepto un cruce de elementos, recursos, idiosincrasia y potencialidades que deben ser cuidadosamente ensamblados para no caer en la sustitución de desequilibrio y discriminaciones centralistas por desequilibrio y discriminaciones regionalistas.
Pero lo más inaceptable de la pantomima es que va dirigida a quienes no pueden decidir sobre su creación: el electorado raso. Habría sido más transparente y eficaz el intento si se hubiese comprometido a todos los senadores y representantes que pretendan obtener votos en la región, sacar adelante en 4 años la iniciativa a través de la Ley de Ordenamiento Territorial. Presentada dicha iniciativa dentro del criterio que región es territorio, relaciones sociales, características y realidades políticas y culturales desarrolladas de manera ordenada, igualitaria o proporcionada.
Si la región caribe operara como está hoy estructurada nuestra sociedad, la tendríamos como una fuerza administrativa y política actuando a favor de los restos del paramilitarismo, del cacicazgo electoral y de reconocidos conglomerados económicos que financian y definen la elecciones regionales.
La región caribe será un instrumento de progreso social cuando blindemos el sistema electoral regional, o contemos con votantes conscientes y sea real la participación ciudadana en el proceso de construir sociedad. No es que nos estemos flagelando, estamos apenas abriendo los ojos a la realidad que nos circunda latifundismo, un sector energético y minero de escasa retribución a la sociedad, un sector portuario dado en préstamo de uso indefinido a potentados particulares en tanto nos siguen infamando las cifras de desempleo, infraestructura, pobreza absoluta, consumiendo agua impotable, escuelas sin material tecnológico y muriéndonos de enfermedades curables.
Únicamente en la medida en que removamos los factores de poder político que nos han causado esta tragedia social alcanzaremos el puntaje necesario para calificarnos como región; de no hacerlo, la cohesión costeña es irreal.
Los gestores del gatuperio se empeñan en anteponer el argumento de que no se trata de independencia o federalismo; quizás no, pero en nuestra historia ya lo hemos intentado. Estado Federal de Barlovento, acaudillado por el capitán Ramón Antigua, con capital en Barranquilla; República de Manzanares, acaudillada por Francisco Carmona, con capital en Santa Marta; y la rebelión del Supremo Juan Antonio Gutiérrez de Piñeres, en Cartagena, en 1840. Así que como la historia nunca muere, hagamos las cosas como deben ser.
* Gatuperio: lío, embrollo, intriga que se arma para ocultar algo.
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