Eduardo Pizarro Leongómez
El Tiempo, Bogotá
Febrero 22 de 2010
El Polo Democrático Alternativo tiene hoy en día dos espacios de demostración de su capacidad de gestión administrativa en el país: Bogotá y Nariño, los cuales pueden ser determinantes a la hora de la escogencia de su candidato para la Presidencia de la República, Gustavo Petro.
Es muy difícil que la administración de Antonio Navarro Wolff -quien en el pasado, siendo alcalde de Pasto, fue declarado el mejor del país- brille hoy como gobernador, pues al hermoso departamento de Nariño le cayeron simultáneamente los Cuatro Jinetes del Apocalipsis: la guerrilla, el narcotráfico, las pirámides y las bandas criminales emergentes. Por ello, el espacio de demostración del Polo ha quedado reducido a Bogotá.
Es legítimo, por tanto, formular una pregunta: ¿La cuestionada gestión del alcalde de Bogotá, Samuel Moreno Rojas, va a afectar las perspectivas electorales futuras del Polo? Esta pregunta nace de una constatación histórica: una de las principales vías de la izquierda democrática en América Latina para acceder a la Presidencia de la República ha sido gracias al carácter ejemplarizante de su gestión municipal.
Podríamos mencionar tres casos. La labor del líder del Frente Amplio Tabaré Vázquez, en Montevideo; la gestión del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), en San Salvador, y las distintas administraciones locales del Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil.
El 15 de febrero de 1990, Tabaré Vázquez ganó las elecciones para ocupar el cargo de Intendente de Montevideo a nombre del Frente Amplio. Sus reconocidas realizaciones en la capital uruguaya lo proyectaron como una figura de talla nacional que, finalmente, lo condujo a la presidencia de la República en las elecciones celebradas en el año 2004.
En el año 1997 -es decir, solamente cinco años después de los acuerdos de paz firmados en el Castillo de Chapultepec en Ciudad de México-, el FMLN en alianza con el partido Convergencia Democrática gana la alcaldía de San Salvador con Héctor Silva y la conservará durante doce años. Este triunfo fue el inicio de una carrera ascendente del FMLN, hasta el triunfo el año pasado de su candidato presidencial, Mauricio Funes.
Un camino similar recorrió el Partido de los Trabajadores de Brasil. El PT, que surgió en las luchas sindicales contra la dictadura militar en los años setenta, se consolidó durante la transición a la democracia en la década siguiente como uno de los más importantes partidos en el panorama partidista brasileño. El ejemplo de sus alcaldías locales (Fortaleza, São Paulo, Porto Alegre, Río Grande del Sur, Victoria, Belo Horizonte, etc.) catapultó al PT a la Presidencia de la República, la cual ocupará con su máximo líder, Luiz Inácio Lula da Silva, en el año 2003.
El Polo Democrático Alternativo debe hacer profundos esfuerzos para mejorar su imagen en Bogotá. Una mala administración afectaría profundamente la candidatura de Gustavo Petro, pues el elector podría hacer una reflexión muy simple: "si no pueden administrar a Bogotá, menos podrán administrar a Colombia".
Pero el impacto negativo sería catastrófico no solamente para Petro, sino para el propio PDA, hecho que no es de ninguna manera deseable. Colombia requiere de una izquierda democrática no solamente para garantizar el pluralismo democrático y el juego gobierno/oposición -que constituyen las fuentes de toda democracia auténtica-, sino para erradicar la violencia política.
En efecto, hasta los años 80 los jóvenes radicales no tenían ninguna opción democrática de izquierda (salvo grupos minoritarios, como el Moir). La guerrilla copaba el espacio de la oposición radical. Hoy, un joven de izquierda encuentra en el Polo una opción política creíble.
Por estas razones, es indispensable que el Polo reaccione frente a lo que ocurre en la capital del país. Se requiere un serio cambio de ruta. Bogotá puede ser un trampolín hacia la presidencia o un camino hacia el fracaso.
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