miércoles, 24 de febrero de 2010

Trenes, la obsesión china

Beatriz de Majo

El Colombiano, Medellín

Febrero 24 de 2010

Las colosales inversiones que el gobierno chino está haciendo en vías férreas están dando que hablar. No es que el plan de inversiones que sustenta la recuperación económica china, a raíz de la crisis financiera mundial, tenga un grandísimo componente de asignación de recursos para el desarrollo de obras de infraestructura. Ello sería hasta sensato tomando en consideración la necesidad de crear aceleradamente fuentes de trabajo para la población afectada por la merma de las actividades exportadoras.


Lo que es llamativo es la constatación de las desproporcionadas inversiones que se están haciendo en una red de trenes rápidos altamente sofisticados las que, por más de una razón, no parecen conformar una decisión económicamente sensata.


Un solo ejemplo ilustra la posición preferida que los proyectos ferroviarios exhiben en la planificación estratégica actual. En apenas dos años, a partir de esta fecha, entrará en funcionamiento la nueva línea de trenes entre Beijing y Shanghai con 1.318 kilómetros de longitud y 16 de túneles. Ella requerirá la inyección de 32.000 millones de dólares, con lo que esta inversión eclipsa la que, hasta el presente, era la mayor obra de China y el mayor proyecto hidroeléctrico del mundo: la Represa de las Tres Gargantas sobre el río Yangtze. A ella solo se destinaron 29.000 millones de dólares.


Una de las razones básicas para emprender este enorme proyecto férreo es que con él se recortaría el tiempo empleado para trasladarse entre las dos ciudades, desde 10 horas que toma en la actualidad a 5 horas. Y esta parece ser la argumentación que el gobierno esgrime para dedicarle, entre hoy y el 2020, la friolera de 292.000 millones de dólares a la construcción de una gigantesca red nacional de vías para trenes de 18.000 kilómetros de longitud en adición a la que existe hoy.


De hecho, el tema de la velocidad y el ahorro de tiempo es la bandera central para acometer estos proyectos que son los que el gobierno ha impulsado con mayor celeridad. Los recursos asignados a ellos crecieron más de 80% entre el 2008 y el 2009 y todo indica que esa será la tónica futura.


Esta preferencia lo que significa es que a los ciudadanos chinos les va a tocar esperar mucho más para tener resueltos otro problemas más sustantivos que acortar el tiempo de sus traslados. No solo van a tener que pagar más por sus asientos en los trenes de alta velocidad sino que deberán seguir gastando sus precarios ahorros en salud, por falta de un programa social que les dé alivio en este terreno.


Cuesta entender lo que podría haber en el ánimo gubernamental para haber declarado al sector ferroviario su sector estrella en tiempo de crisis, pero la población no está acompañando a su gobierno, al menos en este campo. Un solo dato para conservar en la memoria: un ticket de tren de ida entre Beijing-Tianjin, trayecto que se hace en media hora en el tren de alta velocidad, es capaz de consumir, de un solo tiro, ¾ partes del ingreso diario promedio de un asalariado de las ciudades. Y su costo es 6 veces más alto que el de los trenes lentos!

1 comentario:

Pedro Lombana dijo...

Ja ajajjaja jha... esta señora bien sabe más de economía, transportes y planficiación estratégica que los respectivos ministros chinos... esto parece un chiste...