miércoles, 20 de mayo de 2009

Como decíamos ayer

Por José Obdulio Gaviria

El Tiempo, Bogotá

Mayo 20 de 2009

 

El ritmo frenético de este siglo hace que pasen más cosas en siete días que en cinco años del siglo de Felipe II.

 

Fray Luis de León fue uno de esos hombres (intelectualmente) enamoradores. En medio de la oscuridad mental de la vida española del siglo XVI, él, fray Luis, estudiaba y producía prolíficamente.


Pero, claro, como siempre pasa con tipos así: ¡qué de persecuciones, qué de calumnias, qué de incomprensiones las que hubo de sufrir! Y, él, ¡déle para adelante!: nada de arredrarse, nada de achicopalarse, nada de gimoteos, nada de vocesitas abemoladas.


Un día le dio por traducir la Biblia, por hacer lo que terminó llamándose una vulgata. ¡Más le valiera no haber nacido! ¡Suáquete!, derecho para la guandoca. ¡Claro! ¿Cómo no lo iban a perseguir?


Imaginen ustedes a Felipe II, rey de España, bien tranquilo en su castillo, viviendo entre misas, vistiendo camisas negras, siempre tan adusto, tan casto, tan recatadito... Y, de un momento a otro, vienen unos disociadores con el cuento de que un tal fray Luis, el de León, está asegurando que en la Biblia hay unos poemas escritos por Salomón, que más parecen imaginación de la prostituta esa de Inglaterra, la tal Isabel, que la palabra de Dios.


Felipe casi se va para atrás cuando leyó estos versos traducidos por el acusado: ¡Dame un beso de tus labios! Son más dulces que el vino tus caricias, deliciosos al olfato tus perfumes, tu nombre es perfume derramado. ¡Por eso te aman las mujeres! Sí. Versos como esos descubrió -y tradujo- fray Luis en El Cantar de los Cantares; en la Biblia, ni más ni menos. 


Acordémonos de que el hombre se había ido a vivir a Salamanca, la ciudad a donde llegaban a estudiar todos aquellos que pintaran para algo importante por tener el don de la inteligencia -porque, claro, como se dijo y se volvió un dicho, aquel a quien natura no da, por más que se intente, Salamanca no lo apresta-. Y allí, en Salamanca, fue donde le salió el gallo saraviado a fray Luis.


Un tal León lo empapeló ante el Tribunal de la Santa Inquisición. Cinco años duró el problema: que sí, que fray Luis tergiversó la Biblia; que no, que es una investigación legítima; que sí, que lo que quería era desprestigiar a Salomón; que no, que lo que pasa es que la traducción se basaba en el texto hebraico, que es el original, y no el de San Jerónimo, porque el de San Jerónimo es apócrifo...


Y, mientras se dirimía la cuestión, fray Luis pasó cinco años en la cana. Cuando salió, en lugar del abatimiento que le calcularon sus enemigos, estaba más fresco que una lechuga. Cogió directo, quién lo creyera, para la universidad.


¡Esa rabia de León, el denunciante, y de las demás cotorras de la oposición antifrayluisística! Luis, consciente de que la frase con la que reiniciara su cátedra habría de pasar a la historia; de que los ojos del mundo estaban clavados en él, se paró, erguido y serio, delante del ambón de cuero repujado. Miró, teatral, al auditorio -ya no era el jayán que había salido para las mazmorras; esos profesores malaleche y envidiosos que lo persiguieron lo dejaron vuelto un guiñapo, un hombrecito escuálido y demacrado-, pero sus ojos tenían la fuerza de un rayo y su voz sonaba aún como un rugido. Y como si nada hubiera pasado, como si la persecución de cinco años no valiera la pena, comenzó la clase diciendo: Como decíamos ayer...


El ritmo frenético de este siglo hace que pasen más cosas en siete días, que en cinco años del siglo de Felipe II. El miércoles pasado esta columna puso en discusión aspectos de la actual coyuntura política que pretendo retomar el próximo miércoles. Comenzaré la columna con un: Como decíamos ayer...

1 comentario:

roger vallejo dijo...

INTERESANTES Y TRISTES PROCESOS

26/05/2009
BLOGS DIARIO LA PATRIA de MANIZALES

Las alternativas de poder deben construirse a punta de visiones programàticas. Nunca serà aceptable que se construyan a punto de maledicencias contra el pròjimo. La violencia verbal inficiona los ambientes con "el tufo" de la discordia, de la infelicidad, del mal aliento.

OPOSICIÒN DE COCINA


En nuestra amada Colombia están sucediendo interesantes y tristes procesos en el misterioso mundo de la politiquería, que no política; puesto que la Política es algo de entrada, sublime. Explico mi percepción ciudadana:


Estamos conociendo el estilo y talante de muchos dirigentes políticos, como de variados periodistas, todos a una con el deseo manifiesto de construir "watergates, Montesinos, Fujimoris, Hitlers, Pinochets, Fouchés, Goebbels, Francos ..." a como dé lugar.


Es interesante lo que está pasando, pues todo el país nacional se está enterando del estado de los hígados de mucha personas, cuando de hacer oposición a un gran líder.


Es bueno cuando a todos les conocemos sus fortalezas y debilidades humanas, algo así como su espiritualidad, como sus miserias.

Mi santa madre con su sabiduría a flor de piel me decía:
Hijo, esta política parece una cocina.

Ya sabemos lo que significa en Antioquia el tema de las literaturas ligeras que se mueven en las cocinas:

Denigramientos, inventos, honores en subasta; el me contaron; si supiste la última; el bebé no es de la madre; torcuato me lo pidió; la mujer de Epaminondas se la juega, la quinceañera no es virgen.

Las consejas bravas y bárbaras contra el prójimo... y así ad infinitum.

... Es indiscutible que todos los seres humanos nos debemos preocupar intensamente, sin desfallecer un minuto, por ser mejores personas todos los dìas en nuestra Trinidad Santa. No es cuento queridos Cibernautas el discurso de "los espìritus inmundos"; que son precisamente aquellos seres humanos que prenden candela debajo del agua.

Colombia no puede ni debe volver a repetir tristes episodios, como los que le armaron a Marco Fidel Suàrez y a Rafael Reyes Prieto, Presidentes excelentes a los cuales les dañaròn su trayectoria, por infelices razones de politiquerìa. La historia hay que estudiarla con atenciòn.

Colombia no puede repetir vitandas actuaciones de Polìticos sin crecimiento y desarrollo personal.




ROGELIO VALLEJO OBANDO

Economista Universidad Externado de Colombia.