Editorial
El Colombiano, Medellín
Mayo 30 de 2009
La oposición está siendo atropellada al convertir el disentimiento en un delito. Los medios de comunicación independientes enfrentan una creciente hostilidad oficial. El canal Globovisión ha sido acusado de atentar contra la estabilidad política por haber informado que había tenido lugar un sismo en Venezuela antes de que lo hubieran anunciado los canales estatales.
El pretexto de que existe separación de poderes ha sido abandonado.
Si bien el régimen se niega a reconocerlo, la economía venezolana tiene una elevada dependencia de la economía norteamericana. La crisis financiera y la subsiguiente recesión en Estados Unidos han puesto de presente la magnitud de las distorsiones macroeconómicas en Venezuela y la ineptitud de las autoridades para amortiguar el impacto del choque externo.
La caída en el precio internacional del petróleo le impone a Venezuela la necesidad de hacer un fuerte ajuste en el nivel de gasto público y en el flujo de importaciones. La drástica reducción en los ingresos de divisas por concepto de exportaciones produce un déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos, a la vez que un cuantioso déficit fiscal.
Una devaluación del bolívar permitiría cerrar las dos brechas. En su lugar, se ha optado por reducir las importaciones, restringiendo el acceso a las divisas que asigna Cadivi. Se ha producido una devaluación de facto y un mercado de cambio paralelo. La nacionalización de sectores considerados estratégicos está estrechando el campo de acción de la empresa privada.
La percepción de la actualidad venezolana es que Hugo Chávez ha cruzado la línea que separa a un régimen caudillista con apariencia democrática de una dictadura abierta dispuesta a ejercer un control totalitario sobre la sociedad. Al mismo tiempo el atropello sistemático del derecho de propiedad, para imponer un modelo soviético de manejo económico, está desarticulando el aparato productivo del país.
Chávez ha declarado que se aprende mucho leyendo las obras de Mao Tse-Tung. La meta que se ha propuesto es establecer un sistema económico y de control social similar al de Cuba. Algunos observadores temen que el resultado de ese intento sea más bien convertir a Venezuela en algo parecido a Zimbabwe.
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