Editorial
Vanguardia Liberal
Mayo 21 de 2009
Sí, ese cáncer que se llama tráfico de drogas, toma el control de todas las sociedades que infecta corrompiéndolas con dinero sucio y amenazándolas precisamente con el uso de las armas. De ahí que la petición del alto oficial no solo sea pertinente, sino que incluso, se queda corta.
Es que a la lucha para que el crimen organizado no obtenga armas que la mayoría de las veces son incluso mejores y más sofisticadas que las que tiene la fuerza pública, hay que sumarle la obtención fácil por parte de los procesadores de los insumos para fabricar droga.
En otras palabras, los químicos necesarios para mantener el negocio a todo vapor, también provienen de las naciones desarrolladas de donde en no pocas oportunidades, son exportados a Colombia sin mayor oposición de las autoridades locales.
Hasta ahora, el combate internacional contra el narcotráfico se ha basado principalmente en una recriminación de las naciones consumidoras a las productoras, de la mano de ayudas en efectivo para batallar principalmente contra los cultivos ilícitos, así como los envíos del alcaloide.
Sin embargo, hacen falta mucho más énfasis y dedicación a otros dos factores que con toda seguridad golpearían las raíces de tan oscuro negocio. Incluso más que las fumigaciones y los operativos en altamar, la frontera mexicana o los aeropuertos.
Se trata precisamente de un control más estricto a la obtención de armas e insumos con los cuales los barones de la droga generan sus ganancias y doblegan a las sociedades, así como una mayor consagración a prevenir el consumo que es el que realmente provee a los criminales de sus ingresos multimillonarios.
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