lunes, 25 de mayo de 2009

Los desafíos de Valenzuela

Por Gabriel Sánchez-Zinny – 

La República, Bogotá

Mayo 25 de 2009

Si la Casa Blanca hubiera contratado a Egon Zehnder o Korn Ferry, las principales firmas globales de búsqueda de ejecutivos, para encontrar a su nuevo subsecretario de Asuntos Hemisféricos, con seguridad ambas hubieran propuesto a Arturo Valenzuela.

Como comentara Manuel Rocha, ex Embajador de Estados Unidos en Bolivia con una carrera de 30 años en el Departamento de Estado, “la nominación de Valenzuela es una gran noticia para América Latina y le da continuidad a la buena gestión que había realizado Tom Shannon los últimos tres años”.

Chileno de origen, con impecables credenciales intelectuales, doctor en ciencias políticas de la Universidad de Columbia, Director del Centro de Estudios de América Latina de la Universidad de Georgetown, y excelente profesor. Habiendo sido su alumno, puedo dar buena cuenta de ello.

Además de su reconocimiento académico, tiene una sólida experiencia política, desarrollada en la administración Clinton, donde ocupó primero el cargo de director para asuntos interamericanos en el Departamento de Estado y luego responsable para América Latina en el Consejo Nacional de Seguridad, trabajando muy cerca al Presidente en los últimos 4 años de gobierno. 

Valenzuela traerá consigo, si el Senado aprueba su nominación en las próximas semanas, una extensa red de contactos y relaciones con líderes políticos, empresariales y sociales en toda la región, que ha desarrollado a lo largo de los últimos 20 años, y un senority que la administración Obama no había demostrado en sus otros nombramientos relacionados con América Latina. 

Pero en las actuales circunstancias, esta sólida experiencia no es suficiente para una buena gestión. Los desafíos existentes entre Washington y América Latina requieren de factores ajenos a la posición, en los que probablemente el nuevo subsecretario tendrá que enfocarse. Seguramente las prioridades pasarán por el comercio, la seguridad, el combate contra las drogas, la inmigración y la promoción de la equidad social, en medio de una profunda crisis económica que está afectando las exportaciones de la región, su acceso a financiamiento y así su desarrollo económico. 

Estos desafíos ya están generando tensiones en la coalición demócrata, entre los sindicatos y grupos más de izquierda, y los más moderados, de centro, a los que pertenecen la Secretaria de Estado, otros referentes como Larry Summers y Timothy Geithner, que dio un gran apoyo a la capitalización del BID en su reunión anual en Medellín, y el propio Valenzuela.

Otras dificultades se presentarán en el Congreso, ya sobrepasado con las prepuestas del Presidente Obama en temas domésticos, donde todos estos asuntos relacionados con la región requieren aprobación presupuestaria, y en otros casos ratificaciones, como los TLC con Colombia y Panamá. Valenzuela cuenta con la ventaja de tener una relación directa y ya de mucho tiempo con su jefa, la Secretaria de Estado Hillary Clinton, y haber colaborado en las últimas campañas a definir la posición del partido demócrata con respecto a la región, promoviendo desde los ’90 un mayor diálogo, mayor apertura con Cuba y un fuerte compromiso con los temas sociales, que parecen los principales temas que la Casa Blanca comprometió en la Cumbre en Trinidad y Tobago. Pero a pesar de ello, mover la política en Washington no resultará fácil. 

Al respecto, Eric Farnsworth, Vicepresidente del poderoso Council of the Americas, comenta que “el Presidente Obama ha creado una nueva gran oportunidad en la relación con Latinoamérica y Valenzuela es la persona indicada para tratar de aprovecharla”. Pero si por un lado la coalición demócrata y el Congreso entrarán en la ecuación, también habrá que observar el real interés por parte de los países de la región Latina para mejorar la relación con Washington, y avanzar en temas económicos, comerciales y de inversión, que son los que realmente darán mayor dinamismo al continente. 

El propio Arturo Valenzuela, en un artículo publicado en el 2002 en el Washington Post, criticando la administración Bush por haberse mantenido en cómplice silencio cuando el golpe de estado al Presidente Hugo Chávez, delineó los desafíos que parece serán los suyos a partir de julio: “Es tiempo que el gobierno de E.U. se mueva más allá de la retórica de sostener que la democracia, el comercio y la seguridad son prioridades de su agenda en el hemisferio, enfocándose en enfrentar los severos problemas que afectan a la región”.

 

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