Por Ernesto Yamhure
El Espectador, Bogotá
Mayo 28 de 2009
Aunque su nacimiento se remonta a mediados de la década de los 50, cuando Charro Negro y Manuel Marulanda comenzaron a matar a los liberales del sur del Tolima —sus antiguos compañeros de lucha— ayer las Farc dijeron estar cumpliendo 45 años. Mucha agua ha corrido desde aquellos días en los que un par de docenas de hombres se agruparon en lo que se llamó el “bloque sur”.
Durante 45 años hemos visto cómo algunos gobiernos fueron indiferentes frente a este problema. Creyendo que se trataba de un problema menor, impidieron que el Ejército hiciera lo que le correspondía. Cobardemente, hicieron oídos sordos cuando a principios de la década de los 80 el entonces Embajador de los Estados Unidos advirtió que a los carteles de Cali y Medellín se sumaba el de las Farc.
Vinieron los fracasados intentos de paz. Durante los mandatos de Betancur, Barco, Gaviria y Samper se hicieron esfuerzos que desembocaron en un fortalecimiento político y militar de la guerrilla. Con Andrés Pastrana se demostró que el esquema de diálogo en medio de la confrontación militar, previo despeje de vastas extensiones territoriales, es un absoluto fracaso. Tal y como lo recuerda Eduardo Pizarro León-Gómez en uno de sus libros, las Farc estuvieron a punto de hacerse con el poder a través de las armas entre 1998 y 2002, años cuando alcanzaron su punto de mayor crecimiento.
Con
Pero la guerra no puede ser el fin. Por eso, pasados 45 años de permanente desafío a la sociedad, las Farc deberían dar un paso sensato hacia la paz. El país recibirá con buen ánimo un anuncio de paz por parte de la guerrilla, siempre y cuando no esté acompañado por cálculos macabros y estrategias subterráneas.
Esa debe ser la apuesta inmediata: buscar que las Farc entiendan que fracasaron en su objetivo de la toma del poder por la vía militar y privilegien una desmovilización que le ponga fin a tantos años de barbarie.
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¿Será que Kim Jong Il, sempiterno dictador norcoreano se echará para atrás luego de la “enérgica condena” que nuestra Cancillería hizo frente a las pruebas nucleares del pasado lunes? A lo mejor la furia de nuestro ministro de Relaciones Exteriores aterroriza al oscurantista régimen de Pyongyang y es suficiente para que anuncie el desmonte de su entramado nuclear.
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