jueves, 21 de mayo de 2009

Ilusiones truncadas

Por César Caballero

La Patria, Manizales

Mayo 21 de 2009

Fabio Sánchez lideró un estudió conjunto del CEDE y el Ministerio de Educación Nacional sobre los determinantes de la deserción en educación superior. Los resultados del mismo son preocupantes. Si bien la cobertura bruta ha aumentado, incluyendo los estudios técnicos, tecnológicos y profesionales, de un 23,5% en el 2000 a 31,8% en 2007, la deserción hacia el final de los programas de estudio, alcanza un 50%.

En otras palabras, sólo el 30% de los colombianos inicia algún estudio después de terminar el bachillerato, pero apenas el 15% logra culminarlo. La investigación encuentra varias razones para explicar esta alta tasa de deserción: La primera, y más grave, es el bajo nivel académico de la educación básica y media. Es decir, nuestros jóvenes reciben en el bachillerato y la primaria muy malas bases de tal forma que cuando llegan a la universidad no logran cubrir los estándares mínimos.

Las otras razones están asociadas a temas económicos: ausencia de ingreso suficiente del hogar para pagar los costos o de programas de financiamiento (becas y créditos) para los hogares de menores ingresos. También se señalan impactos por el género del estudiante y su edad, pero explican en menor proporción la deserción de los estudiantes.

Sin lugar a dudas, Colombia ha mejorado la cobertura de su sistema educativo, pero la gran falla continúa siendo la calidad. En las pruebas internacionales ocupamos siempre lugares muy rezagados y eso evidencia que no es suficiente con ampliar los cupos. También debemos esmerarnos por mejorar la enseñanza impartida.

En este sentido, el gobierno ha tomado una medida que considero conveniente. Dio marcha atrás en la llamada “promoción automática”. Desde hace más de cuatro años, los educadores y expertos venían advirtiendo los nefastos efectos de esa medida tomada al inicio de la presente administración. Pero eso no es suficiente, los profesores también tienen que mejorar y en ello la evaluación de los docentes es una medida que el país no debe seguir postergando. Así el gremio de los educadores se oponga, el Ministerio debería impulsar la medida de tal forma que sepamos cuál es la calidad de los maestros de nuestros hijos. Los mejoramientos tecnológicos y la ampliación de la educación temprana también serán necesarios.

La alarmante deserción del 50% de quienes inician sus estudios superiores representa la frustración de una ilusión colectiva: la de la educación como la vía más idónea de mejoramiento social. Más allá de las pérdidas económicas de corto plazo está en juego nuestra habilidad, como sociedad, para abrir espacios de movilidad social e integración en mejores condiciones de vida. Está bien que se haya aumentado la cobertura y ojalá se pueda seguir haciendo, pero parodiando la frase del ex presidente Bill Clinton, “es la calidad estúpido”.

 

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