lunes, 25 de mayo de 2009

De José Barros a Escalona

Por Orlando Álvarez Mejía 

El Universal, Cartagena

Mayo 25 de 2009

Escalona, el célebre compositor vallenato, se ha ido dejando una casa bien fortificada en el aire y un testamento de canciones inolvidables. Hace algunos meses, le había ganado la partida José Barros, aquel que alegremente cantaba a la Momposina y a las Pilanderas de su tierra.

Los colombianos no lamentaron tanto la muerte de José Barros, el gran compositor de La Piragua, de El Banco, Magdalena, como la de Rafael Escalona, el hombre de La Patillalera, La Casa en el aire y de otro centenar de populares canciones que hablan de costumbres, situaciones, vivencias y picarescas narraciones de los pueblos costeños.


Aún cuando las comparaciones dicen que son odiosas, nunca será tarde para decir que uno y otro compositor, José Barros y Rafael Escalona, tienen tanto de si, para entrar por igual al inolvidable mundo de la canción costumbrista de nuestra costa atlántica colombiana. Nada de pensar que el uno fue mejor que el otro, cuestión de conceptos, de pronto de un conocimiento más profundo de lo que representaron en su momento y representarán por siempre este par de colosos de la composición, que aún cuando se hayan ido para el más allá de los cielos, continuarán por siempre en la memoria de las gentes.


Fue José Barros, un compositor andariego, que lo mismo arreglaba una cumbia, un porro, un mapalé, que un tango o un pasillo para cantar en las tabernas y bares. Quien se imaginaría que ese mismo hombre de La Piragua de Guillermo Cubillos, que surcaba las ciénagas de El Banco y atracaba en ese viejo puerto de leyendas, fuese el mismo autor de “Pesares”, la canción romántica que algunos piensan vino del Ecuador o del Perú. Que vá, nació en una de esas noches de recuerdos de don José:


“Que me dejó tu amor, que no fueran pesares/Acaso tu me diste un solo momento de felicidad...”.


Los boleros de Bienvenido Granda y Charlie Figueroa, aquellos legendarios personajes caribeños de la canción romántica de los años 60, también estuvieron preñados con las letras del maestro colombiano José Barros. Muchos los cantaban en las noches de bohemia:


“busco tu recuerdo, dentro de mi pecho...pero solo llegan a mi pensamiento, negras amarguras para el alma mia...”


Barros, cuyo padre vino de Portugal nos hablaba de las Pilanderas, Momposinas, el Guere Guere, la Piragua, el Pescador, Navidad Negra, Violencia, entre tantas obras para la posteridad. De pronto, el rey de la cumbia, por quedarse en su viejo puerto a orillas del Magdalena, no logró enraizar tanto sus creaciones como lo hizo el maestro Escalona, apoyado por la gran amistad de este con la clase dirigente nacional y el espaldarazo que siempre le dio el festival de Valledupar.


Los colombianos cantarán por siempre las canciones de unos y otros, porque son narraciones episódicas de situaciones picarescas de la vida y de los personajes de los pueblos. Canciones cargadas de vivencias, pero también reflejo del sentir cotidiano. De ahí se explica el éxito y la trascendencia de unas y otras.


José Barros y Rafael Escalona, dos personajes, entre muchos que tiene la composición popular en Colombia, rica en mensajes eternos que recuerda la gente.

 

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