lunes, 25 de mayo de 2009

El Tigre de papel

Por Jaime Jaramillo Panesso

El Mundo, Medellín

Mayo 24 de 2009

 

Alguna vez Mao Tse Tung, el dirigente comunista chino, dijo: el imperialismo es un tigre de papel. Se refería a los japoneses, a los británicos y en especial a los estadounidenses, aunque en lo profundo de su experiencia también en la lista estaban los soviéticos. En Sri Lanka recién  derrotaron a los Tigres Tamiles, las fuerzas militares de un estado que se denomina República Socialista Democrática de Sri Lanka, luego de una guerra civil de 25 años. Un  estado socialista definió un largo conflicto con un grupo terrorista étnico que quiso escindir la antigua isla de Ceilán por la vía armada. En la fase final de la ofensiva del estado murieron 6.200 soldados, 30.000 quedaron heridos y se calcula por la ONU que esta guerra civil deja aproximadamente 100.000 muertos de ambas partes, de los cuales 23.790 son militares esrilanqueses, mas 300.000 refugiados civiles internos. Ese es un balance terrible que desató un tigre que no era de papel. Porque, además, está demostrado que en política y en las milicias ningún tigre es de papel.

 

El LTTE, siglas en inglés del pomposo “Tigres de Liberación del Elam Tamil”, llegó a ocupar las provincias del norte y noroeste de un país que mide 65.000 kilómetros cuadrados con una población de 21 millones de habitantes. De ellos 2 millones son tamiles que no se vieron incluidos en el estado y optaron, una parte de los tamiles, por las armas y por los actos de terror más repugnantes. El detonador de esta guerra civil en los comienzos de la década de lo 80, fue una emboscada en la península norteña de Jaffa que cobró 13 soldados muertos. A partir de allí la confrontación ha tenido momentos agudos y momentos de acuerdos como en el 2005 a raíz del Tsunami que abatió las costas y propició una tregua para atender a la población afectada. Varias veces se pactaron ceses de fuego irrespetados días después. Inclusive la India, donde habita un considerable núcleo tamil, ha intercedido con fuerzas de paz, para llegar a acuerdos.

 

Termina el conflicto en Sri Lanka con la muerte en combate del Jefe de los Tigres tamiles Velupilla Prabhakaran y la rendición de la tropa supérstite. Esta guerra se enmarca dentro de la clasificación de las “guerras de liberación” del siglo XX después de terminar la segunda guerra mundial, cuando surgieron nuevas naciones en África y Asia, antes bajo el protectorado o el dominio de los estados imperiales europeos como el Reino Unido, Holanda, Bélgica, Francia, Portugal y España. La guerra de liberación de mayor connotación probablemente fue la de Argelia, aunque la de Vietnam es más recordada por la tipicidad hereditaria asumida por Estados Unidos después de la salida de Francia. La isla tropical de Ceilán, famosa por el té, objeto de una  guerra de liberación tardía es un caso específico del fortalecimiento del  estado nacional y de la unidad de las democracias contra el terrorismo. Pero los tamiles no podrán ser tratados como una etnia derrotada, sino que deberán estimularse las corrientes democráticas y civilistas que aplaudieron la derrota de los Tigres ultra radicales, pues ellos obturaron durante 25 años la salida pacífica, para que Sri Lanka tenga un pluralismo reconocido en la práctica social. No se “libera un pueblo” con las “Gatas Negras”, mujeres tamiles que abrazaban al enemigo y hacían estallar sus cuerpos forrados en explosivos, modalidad que luego replicarían los fundamentalistas musulmanes. Por el contrario, en Sri Lanka se eligió, por primera vez en el mundo a una mujer como primera Ministra, jefe de gabinete, Smiravo Bandaranaike, en 1960.

 

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