miércoles, 27 de mayo de 2009

El legado de Escalona

Por el General Padilla De León

El Universal, Cartagena

Mayo 27 de 2009

Rafael Calixto Escalona Martínez, el maestro, estuvo unido a las Fuerzas Militares de Colombia desde su nacimiento en Patillal, Cesar, el 27 de mayo de 1927.

Era el séptimo de nueve hijos del coronel Manuel Clemente Escalona Labarcés, quien participó en la Guerra de los mil días, y de Margarita Martínez Celedón, sobrina de Rafael Celedón, influyente obispo presbiteriano de la diócesis de Santa Marta durante la segunda década del siglo XX.


Maestro Escalona: diste tanta felicidad a tu Patria que la Divina Providencia quiso que nos acompañaras hasta las puertas del fin del fin, llamándote para que el trece de mayo, día de la Virgen María, partieras por el Guatapurí y navegaras tus versos hasta el cielo, para con otros juglares observarnos desde la inmensidad, en la culminación de estos tormentosos años de terror y violencia.


Escalona –el juglar que compuso más de cien canciones, crónicas de la vida cotidiana, la tierra, los amigos, la mujer y el amor– partió dejando un vacío difícil de superar.


Todos lloran al Maestro, al Rey Vitalicio del Festival Vallenato, al constructor de “La casa en el aire”, y según quienes tanto le han querido, al padre de más de veinte hijos.


En “El testamento”, el maestro estudiaba la vida, enamorado del amor, y buscaba sueños, “pero de recuerdo te deja un paseo”. Dicen que compuso su primera canción a los 15 años. Desde entonces labraba su propia senda al Parnaso.


Amigo de sus amigos, lloró a quienes se le adelantaron en el viaje sin regreso. Primero fue Jaime Molina, en 1978, al que le compuso un son; años después, en abril de 1992, fue el pintor Alejandro Obregón; en 2001, se despidió de Consuelo Araújo Noguera, la “Cacica”, asesinada cobardemente por las Farc; el 19 de noviembre de 2004 falleció su amigo, el escritor Manuel Zapata Olivella, y hace poco menos de dos años, el 11 de julio de 2007, el ex presidente Alfonso López Michelsen. La tristeza, poco a poco, se anidó en el alma de Escalona, y sólo su ropaje elegante la ocultaba. Para el Maestro, los amigos eran el bálsamo de los días difíciles y la alegría de las noches eternas.


El compositor que los amigos despedimos con el corazón en pedazos, al decir de Zapata Olivella en la publicación del libro “La casa en el aire”, era: “maestro en ocultar sus propias heridas y misterios, Escalona no nos relata la piqueria interior de toda su vida entre querer ser el trovador o el diablo del acordeón; nos oculta los regaños y jalones de oreja de doña Margot y del coronel Escalona, reclamándole menos cantos y más libros…”


El vallenato llora al más grande de sus compositores y más notorio maestro. Estas palabras son de un soldado de la Patria, conmovido por la ausencia de quien fuera, a través sus versos telúricos y crónicas precisas, inspirador de veladas en nuestra juventud; y su música, acompañante de infinitas tertulias. Estas palabras no se parecen a las que él, como juglar de nuestra Patria, usaba para enriquecer a su pueblo.
Maestro Escalona: desde la absoluta lejanía consuela a los amigos. Da resignación a tus hijos e hijas, y a tu amada Luz Marina Zambrano, y comparte con nuestro Ejército celestial, enviándole fortaleza Divina a los soldados de tierra, mar y aire en su lucha incansable y heroica por la paz, tranquilidad y prosperidad de los colombianos.


Descansa en la eternidad, emisario de la paz.

*Comandante General Fuerzas Militares de Colombia

 

 

 

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