martes, 26 de mayo de 2009

Pastranadas

Por Juan David Ramírez Correa

El Colombiano, Medellín

Mayo 26 de 2009

Yo de entrada lo digo: Andrés Pastrana nunca me ha gustado. De hecho, creo que tiene mucha, pero muchísima responsabilidad en los grandes problemas que ha tenido el país. Y no se trata de un odio visceral, recalcitrante y destructivo frente al hijo de Misael. Más bien, el poco gusto hacia el ex nace de ver cómo fue un Presidente frívolo, que creía que hacer la paz con la guerrilla era fácil, sin darse cuenta que el asunto iba más allá que tomarse una foto con Tirofijo, y quien hoy, cada que pasa algo y aparece, lo hace más en tono de pataleta que en tono constructivo y aportante, así sea desde la oposición.

Aclaro, tampoco tengo nada en contra del Partido Conservador, el cual, siento, ha hecho las cosas bien desde hace unos años, cobrando de nuevo un espacio relevante en el juego del poder político. Pero, de Pastrana? líbrame, señor. Tuvo la oportunidad durante cuatro años de hacer mucho por el país y terminamos confinados a una guerrilla como las Farc, fortalecida, secuestradora y terrorista.

La de la semana pasada fue buenísima: el presidente de la Corte Constitucional, Nilson Pinilla, dijo: "Andrés Pastrana es un desocupado", en alusión a la forma como se refirió sobre las dudas que él tiene acerca de la imparcialidad de dos magistrados de la Corte Constitucional para revisar legalidad del referendo reeleccionista. Según Pastrana, dos magistrados fueron nombrados prácticamente por el Presidente Uribe, "lógicamente son del bolsillo del Gobierno, y estoy seguro que la ponencia del referendo va a caer en manos de uno de esos dos magistrados", anotó.

Pinilla le contestó en la radio, asegurando que el ex desconoce la manera como constitucionalmente se elige a un magistrado (el mecanismo de elección de los magistrados de la Corte fue fijado en el 91) y la forma como se reparten los asuntos dentro del organismo (que se realiza aleatoriamente). "Falta de oficio estar haciendo esas afirmaciones absolutamente ajenas a la realidad", dijo y lo cuñó asegurando que las declaraciones de Pastrana obedecen más a tratar de mantenerse vigente, reencaucharse y figurar en los medios.

Lo cierto es que con Pastrana es así. Salidas en falso, como la pataleta que hizo, siendo embajador de Colombia ante los Estados Unidos, para sacarse un clavito enterrado contra el ex presidente Ernesto Samper (¡que ni hablemos de él!), porque el Gobierno lo quería nombrar embajador en Francia, son muestra de ello. Al final, Samper no aceptó y Pastrana se quedó sin embajada.

Sea lo que sea, si hay reelección o no, lo cierto es que Pastrana, tratando de pescar en río revuelto, no aporta mucho. El fuetazo que le mandó a la Corte Constitucional resulta ser irrespetuoso y desestabilizador de una institución que, hoy, con los constantes roces que han tenido las Altas Cortes con el Gobierno, se ha visto en boca de todos, desconociendo así, el respeto que merece como máxima institución y veedora de la Constitución -norma de normas- en este país.

Está bien que a Pastrana lo consulten sus amigos. Rico, porque conversadito, conversadito, puede sentir la importancia que demanda. Pero sucede y acontece que cada vez que habla públicamente suena a puchero y en este país no estamos para peinar moños. Cuánto no quisiera yo que los ex presidentes de este país fueran como Belisario Betancur: Callados y poetas.

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