martes, 19 de mayo de 2009

"Conmigo nunca ha habido presunción de inocencia ":coronel (r) Alfonso Plazas Vega

Por Maria Isabel Rueda

Especial para El Tiempo, Bogota

18 de mayo de 2009

"Conmigo nunca ha habido presunción de inocencia", dice el coronel (r) Alfonso Plazas Vega.  En charla con María Isabel Rueda, el militar que lideró la retoma del Palacio de Justicia asegura que le han violado todos sus derechos y denuncia que el proceso se basa en testigos "sospechosos".

¿Coronel Plazas: Actitudes como las de agredir a los representantes de las víctimas, como vimos por televisión hace unos días, no les da la razón a los que lo creen capaz de torturar y desaparecer a quienes salieron vivos del operativo de rescate del Palacio de Justicia, que usted comandó?

Mire, María Isabel. ¿No es humano sentirse absolutamente agredido por un grupo de personas que, mientras espero el fallo de la justicia, en medio de un proceso que lleva dos años y medio, en el que se han atropellado mis derechos en todas las formas posibles, me gritan asesino y hasta me han agredido físicamente cada vez que cumplo una citación ante el juzgado? Ese día estaba al borde de una crisis nerviosa y mi médico me recomendó que me excusara de acudir a la audiencia, pero la juez no me quiso reconocer mi incapacidad. Los gritos de asesino fueron superiores a mi resistencia sicológica, y yo los empujé.

Hay quejas de que usted está tratando de dilatar su proceso a punta de cambiar sus abogados. ¿Cuántos lleva?

En la etapa de Fiscalía tuve cuatro abogados. El primero se puso bravo porque unos voluntarios metieron un recurso de hábeas corpus a mi favor sin consultar con él, y renunció. El segundo duró diez días y renunció por falta de garantías, alegando que yo ya estaba condenado porque la Fiscal que llevaba mi proceso no dejaba hacer mi defensa. El tercero renunció en momentos en que un delincuente que denuncié penalmente me pidió 1.500 millones de pesos para cerrar el caso del Palacio. El cuarto abogado también me renunció. Por las garantías constitucionales, debieron darme la libertad cuando cumplí seis meses de juicio.

¿Y por haber tenido tantos abogados le han negado la libertad?

Sí. Han alegado que si la dilación del proceso es por culpa de la defensa, no hay derecho a la libertad. Pero también ha argumentado la juez que durante el proceso debo continuar detenido porque soy un peligro para la sociedad. Cómo seré de peligroso, que cuando vino a Colombia su Santidad Juan Pablo II, fui nombrado jefe de seguridad de la nunciatura apostólica y el encargado de acostar y levantar a su Santidad. ¿Ese es el hombre que es tan peligroso para la sociedad?

¿No ha habido más abogados?

En la etapa de juicio he tenido otros dos. Al primero le abrió investigación el Consejo Superior de la Judicatura, por el gravísimo delito de haber pedido que mi proceso pasara de la justicia ordinaria a la penal militar, que es la que me corresponde. Contraté entonces al ex magistrado Roa Castelblanco, a quien la fuerza pública sacó vivo del Palacio de Justicia y por ello vive muy agradecido conmigo. Por interpuesta persona lo amenazaron de muerte y renunció, alegando que lo alteraba demasiado el recuerdo de la tragedia del Palacio. Mi abogado de hoy es el doctor Capacho, a quien también amenazaron de muerte pero él no se ha dejado amedrentar. Por medio de un derecho de petición le pedí a la juez que me enumerara cuáles han sido los abogados que he tenido en exceso y me ha sacado el cuerpo con su respuesta.

Pues igual me lo sacó a mí, que duré un mes pidiéndole permiso para hacer esta entrevista y nunca me respondió, lo cual considero una falta de respeto con esta profesión. Si así está manejando su caso...

Imagínese.

Cuéntenos a los lectores y a mí de la calidad de los testigos que están obrando en su proceso. Tengo entendido que son altamente sospechosos....

El primer testigo es el ex policía Gamez Mazuera, que ya no era policía cuando ocurrieron los hechos del Palacio, porque seis años antes fue retirado del cuerpo por deserción. Pero diez años después aparece en una notaría donde presenta una cantidad de quejas contra los militares, incluyéndome a mí. Luego de sus declaraciones, el señor Gamez viajó a Río de Janeiro protegido por unas ONG y más tarde fue a parar a Alemania y a Bélgica, donde lo sostienen organizaciones de derechos humanos. Pude desbaratarle todas las acusaciones y la Fiscalía ya lo descartó como testigo.

¿Y el segundo testigo?

Es el cabo Tirzo Sáenz Acero. En el momento de los hechos era suboficial de la Escuela de Caballería, pero estaba detenido para la época porque en un Consejo de Guerra le comprobaron que en un allanamiento se robó un poco de cosas. Alega que yo lo saqué de su lugar de detención y que le di un tanque Cascabel para que lo operara en el rescate del Palacio, y apareció a dar esa declaración cuando ya se había cerrado la etapa de pruebas del juicio y por lo tanto no pudo ser controvertida por mis abogados. Hoy, el cabo Sáenz se encuentra detenido en la cárcel de Cómbita, condenado a 102 años de cárcel por los delitos de homicidio agravado, concierto para delinquir, porte ilegal de armas, lesiones personales, hurto calificado agravado, falsedad en documentos públicos e intento de fuga. Desde Cómbita se ofreció a declarar 23 años después de los hechos a cambio de beneficios para disminuir la pena que está purgando.

¡Increíble! Y el tercer testigo?

Es el cabo Édgar Villamizar. Tampoco estuvo en los hechos del Palacio de Justicia porque para ese momento estaba en Villavicencio, según el comandante de la séptima Brigada a la cual pertenecía, y que no participó en las acciones del Palacio. Pero él alega que lo mandaron en un helicóptero a Bogotá con 14 suboficiales: en esa época no había ningún helicóptero con esa capacidad. Pero lo más grave de este testigo es que se presentó a declarar en una inspección judicial que se realizaba en el 2007 en la Escuela de Caballería bajo el nombre de Édgar Villarreal, cambiando su firma y declaró sin la presencia de mi abogado. Cualquiera de esas tres causales era motivo suficiente para anular la prueba. Dice que bajo mis órdenes a unas personas se las interrogó y torturó en la Escuela de Caballería. La Fiscalía lo requirió para que ampliara esa primera declaración que dio con un nombre cambiado pero el cabo no quiso hacerlo. Con base en el testimonio de ese testigo es que me tienen aquí preso.

Ahora, le voy a hacer una pregunta muy directa y quiero que me la conteste con toda claridad. ¿Usted cree hoy que sí hubo desaparecidos entre los rescatados vivos del Palacio de Justicia?

Además de quienes perdieron la vida en el incendio del Palacio, allí hubo once personas asesinadas. Diez eran los empleados de la cafetería, que fueron asesinados por el M-19, de lo cual he presentado pruebas pero no han servido para nada.

¿Y la onceava?

Esa fue Irma Franco que, según me he enterado por el proceso, salió viva del Palacio. Yo nunca la vi. Entre el tercero y cuarto piso había un grupo grande de rehenes que fue rescatado por el oficial de operaciones de Artillería que era el Mayor Fracica, que después fue un General famoso por su guerra en el sur, un hombre muy valiente. Ella se camufló en ese grupo. Según he leído en el proceso, cuando empezaron a hacer los interrogatorios en la Casa del Florero a donde fueron conducidos los sobrevivientes, los mismos rescatados les dijeron a los interrogadores que ella era una guerrillera.

¿Usted interrogó a algún sobreviviente?

A ninguno. Eso no formaba parte de mis órdenes ni de mi misión, que era el rescate del Palacio.

¿Quién los interrogaba?

Un grupo de interrogadores a mando del Coronel Edilberto Sanchez.

¿Dónde está hoy el Coronel Sanchez?

Está procesado pero libre, porque a él sí le respetaron el vencimiento de términos.

¿Entonces, es a él a quien hay que preguntarle si hubo desaparecidos?

Usted lo ha dicho. Mi labor termina entregando a la gente viva en la Casa de la Moneda.

¿Usted habla con el Coronel Sanchez?

Por aquí ni se aparece. Nosotros no somos amigos.

Aceptemos que usted no tuvo que ver con las desapariciones. ¿Pero sí reconoce que hubo un exceso de fuerza en la retoma del Palacio y que se pudieron sacar vivos a los Magistrados y a algunos guerrilleros?

Ese es un tema de nivel presidencial. Uno no puede medir eso metido entre un tanque.

Pero el Presidente Belisario Betancur reconoce que su autoridad fue desbordada por el curso del operativo...

Yo he defendido mucho al ex Presidente Betancur pero él no me ha defendido a mí, y eso me tiene bastante molesto. La lealtad debe ser en ambas direcciones. En ningún momento dijo 'paren', y fue él quien tomó la decisión del empleo de la fuerza pública.

¿Se habría podido evitar el incendio del Palacio?

Ellos venían con ese propósito. Tenían a un par de personas dentro de la organización a las que denominaban 'NN' según un plan de operaciones que le incautamos a un jefe del M-19. Esos dos personajes fueron los que aportó el narcotráfico según mi deducción, porque en una operación tan delicada para ellos como era la toma del Palacio, nadie iba a darles responsabilidades a dos personas que no se conocen. Los que patrocinaron y financiaron la toma fueron los narcotraficantes, y el Ministro Parejo Gonzalez lo dijo en su momento. El incendio fue provocado por ellos y hay un fallo judicial al respecto.

¿Usted en definitiva siente que lo ha atropellado la justicia?

Conmigo nunca ha habido presunción de inocencia como ordena la Constitución. Siempre se ha partido de la base de que soy culpable. No se me ha respetado el juez natural, que es la justicia penal militar. Me interrogaron durante un año para acusarme de la desaparición de tres personas, y en el momento de acusarme, lo hicieron por la desaparición de once, lo cual hace nulo todo el proceso. No les importa. Me acusan con base en el testimonio de los tres testigos que le he mencionado, que no aguantan un testimonio. No les importa. La juez Merchán, que asume el proceso en la etapa del juicio, se lee durante cinco meses el proceso, pero el día de la audiencia preparatoria en la cual se definen nulidades y pruebas, se presenta otro juez que nos sorprendió a todos. Explicó que la juez había salido a vacaciones. Era imposible que ese juez se hubiera leído el proceso para hacer un reemplazo. Después trasladaron a la titular y llegó la actual, la juez Jara, que cometió el atropello más grande a mis derechos fundamentales: me negó el permiso para ir a ver a mi padre, que se estaba muriendo en la clínica Teletón. Después de meses de solicitárselo, recurrí al Defensor del Pueblo que ordenó dar el permiso. Mientras agonizaba mi papá, un hermano mío fue entonces al juzgado y duró cuatro horas esperando a que la juez lo atendiera. No lo atendió. Cuando por fin me dio el permiso al día siguiente a las cinco de la tarde, ya era muy tarde. Mi papá había muerto unos minutos antes. Me iba volviendo loco. Estuve meses sumido en una gran depresión.

¿Coronel: Será que por la forma como se ha defendido y como responde a las preguntas de los medios, hay una gran arrogancia que no deja vislumbrar su inocencia?

Lo que pasa es que a mí me han querido humillar en todas las formas. Me quieren ver acabado. Yo hago entonces de tripas corazón y pongo una cara digna, pero la procesión va por dentro.

¿Usted llora?

No. Me lo impide mi formación militar y la de mi casa. Soy un boyaco criado con el cuento de que los hombres no lloran.

¿Aludiendo a la famosa frase que dio ante las cámaras durante la retoma del Palacio, usted a veces se pregunta si esto se lo ganó por defender la democracia, maestro?

¿Qué le puedo responder?

 

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