Por Miguel Yances Peña
El Universal, Cartagena
Mayo 18 de 2009
La falacia está en que tienen más posibilidades de controlar las instituciones los partidos políticos (más disciplinados y mejor organizados) contra los que no dice nada
El que
Y la segunda, que veníamos de un esquema antidemocrático y desgastado –el Frente Nacional- que limitaba a cuatro años la permanencia de un partido en el poder, e impedía el ingreso de nuevos en la política.
Sin embargo, por alguna razón no suficientemente explicada por los constituyentes del 91, el periodo presidencial (y el de los gobiernos territoriales) se limitó a cuatro años y se excluyó la reelección; soslayando que los países más desarrollados –y en parte por eso lo son- tienen más estabilidad política y en consecuencia mayor bienestar económico. De no haber sido por el tan criticado Acto Legislativo que modificó el artículo, hoy seriamos con cuatro años y sin reelección, un caso único en América, y minoritario en el mundo. ¡Las ideas retrogradas que defiende la oposición!
Algo que deberían entender los partidos políticos democráticos, es que la amenaza real de una dictadura está en el monte, y con sus infiltrados en las ciudades. Y que mientras esté en peligro la democracia, habrá que limitar algunas libertades y derechos. No obstante están garantizados más de las que la situación amerita.
En lo de las chuzadas –por ejemplo- ni se sabe si es la demanda de quienes compran escándalos lo que las estimula, o la necesidad de ir cerrando el círculo a los infiltrados de la guerrilla en las instituciones del Estado. Ahí se aplicaría que el que no la debe no la teme; y por supuesto que los que la temen buscarán otros medios de planear fechorías.
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