jueves, 28 de mayo de 2009

Mejores policías

Por Jorge Humberto Botero

El Colombiano, Medellín

Mayo 28 de 2009

Hoy se reconoce que tres causas concurren en la gestación de una crisis de magnitudes tales que, según la generalidad de los pronósticos, harán que la economía mundial cierre este año en recesión. La primera, los desbalances globales derivados de los excesos de ahorro y consumo de China y los Estados Unidos, principalmente; los enormes flujos de liquidez a tasas de interés reducidas hacia los países avanzados, lo cual condujo a conductas imprudentes por parte de sus sistemas financieros; y, por último, las ostensibles fallas en la regulación y supervisión de la banca en los países avanzados.

Si nos detenemos en los Estados Unidos, donde las fallas en la regulación y supervisión fueron mayores, es claro que la multiplicidad y fragmentación de las autoridades competentes agravó el problema. La banca española, por el contrario, que ha estado sometida a la regulación y supervisión consolidadas que ejerce el Banco de España con total autonomía frente al gobierno, ha capeado mejor el temporal.

Colombia tiene un banco central independiente de primer nivel, la calidad de la regulación que emana del Ministerio de Hacienda es generalmente reconocida, en tanto que la supervisión, antes dividida entre las superintendencias Bancaria y de Valores, hoy se confía a una sola institución. Sin embargo, es aconsejable dar un paso adelante para garantizar la independencia del Superintendente Financiero. El retiro forzado por el gobierno de algunos de los profesionales que han desempeñado en años recientes esa posición, ha sembrado dudas sobre su independencia, un atributo indispensable de la buena supervisión.

Desde el punto de vista jurídico, esa autonomía no existe. El Superintendente Financiero es agente del Presidente de la República y, como tal, de su libre nombramiento y remoción. En las circunstancias políticas actuales resulta impensable intentar una reforma constitucional para garantizarla. Nada impediría, sin embargo, que el Presidente se comprometiera a designar como Superintendente a uno de tres candidatos que la Junta del Banco le presente; y a no removerlo sin oír su dictamen. Movernos en esta dirección mejoraría la "confianza inversionista", que el Gobierno con tanto empeño como razón persigue.

En cuanto al contenido de la regulación financiera, en los foros internacionales se ha gestado un amplio consenso sobre tres proposiciones: Es conveniente intervenir las modalidades de remuneración de los altos estamentos de la banca para eliminar el sesgo perverso hacia los resultados de corto plazo. Si los bancos deciden mantener un componente alto de sus salarios asociado al desempeño financiero de la entidad, deberán tomarse ciclos largos, no meramente las utilidades operacionales del ejercicio, cuando se conozcan los índices de recuperación de los préstamos e inversiones realizados durante este.

Resulta imperativo ajustarles las clavijas a las calificadoras de valores. El derrumbe de papeles a los que poco antes habían calificado como de óptima calidad, ha puesto en evidencia las falencias de su trabajo; habrá también que resolver el conflicto de interés derivado de que sus honorarios sean cubiertos por los emisores. Exigirles reportes detallados sobre los fundamentos de sus dictámenes y asociar parte de sus ingresos al futuro desempeño de los balances de los emisores, son buenas fórmulas.

Por último, hay acuerdo sobre la conveniencia de que las normas sobre provisiones para proteger los activos de riesgo y el capital adecuado de la banca sean más estrictas en las fases bajas del ciclo. Con relación al capital, el profesor Raghuran Rajan propone una alternativa atrayente: en vez de que el capital fluctúe en función del ciclo, lo cual puede generar excesos de capital durante largos periodos, es mejor exigirles uno de naturaleza contingente, exigible por las autoridades en caso de necesidad. En nuestro caso, no hay que estrujarse mucho la cabeza. Seguir las mejores prácticas internacionales debe ser la norma, adaptándolas cuando sea menester.

Cuarta entrega de la serie sobre las lecciones que le deja a Colombia la crisis financiera internacional.*

 

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