lunes, 25 de mayo de 2009

México, un país amigo

Editorial

El Mundo, Medellin

Mayo 25 de 2009

Es un ejemplar resultado de la decisión de México de romper con su tradición de albergue, tolerante a veces y complaciente otras, de la guerrilla. El agradecimiento del presidente Uribe a su colega Felipe Calderón; la presencia del fiscal general en el momento en que la Fiscalía inició la judicialización de Miguel Ángel Beltrán Villegas, a. Jaime Cienfuegos, y la furia de la izquierda mexicana contra su gobierno tras la deportación del guerrillero, revelan la importancia que tiene la entrega a Colombia del terrorista, encubierto de académico, para el desmantelamiento de la comisión internacional de las Farc, objetivo prioritario en la lucha contra el narcoterrorismo. Asimismo, este hecho es un ejemplar resultado de la decisión de México de romper con su tradición de albergue, tolerante a veces y complaciente otras, de la guerrilla y fruto tangible de las labores de inteligencia que se han podido desarrollar gracias al cuidadoso uso de la información obtenida del computador de a. Raúl Reyes. 


Más que por su labor como segundo jefe militar de la guerrilla que dirigía su suegro, el a. Raúl Reyes era una pieza importante por ser el coordinador de las redes internacionales de apoyo propagandístico y financiero y jefe del reclutamiento de simpatizantes y nuevos militantes de las Farc. Gracias a la importante información que tenía en los computadores incautados tras la Operación Fénix y a la colaboración internacional, Colombia logró hacerse a bases sólidas para combatir a los grupos internacionales de apoyo a las Farc. El logro de su propósito depende de la eficacia de Interpol para hacer efectivas las órdenes de captura que ya ha recibido y de la voluntad de los países a donde anidan los guerrilleros para contribuir con este trascendental propósito. 


La tradición mexicana con las Farc es compleja y no siempre grata a Colombia. Hasta comienzos de la presente década, los gobiernos toleraron la existencia de una embajada que el Partido Revolucionario Institucional, PRI, había auspiciado en Ciudad de México. Sólo en el gobierno del presidente Fox y tras el fracaso de los diálogos en el Kaguanistán y los acuerdos posteriores a 2001, que comprometieron a la comunidad internacional en la lucha contra el terrorismo, se consiguió el fin de esa iniquidad. Sin embargo, las raíces quedaron en la Universidad Autónoma Nacional de México, prestigioso centro académico, pero también combativo centro donde anida plácidamente el proselitismo de extrema izquierda. 

En los computadores de las Farc, el guerrillero Beltrán Villegas aparece como un combatiente importante en la estructura que dependía del a. Raúl Reyes, que según datos de la inteligencia mexicana tiene más de treinta células en la Universidad Autónoma de México, entre ellas la que integraba Lucía Morett. Según la Universidad Nacional de Colombia, donde es profesor de sociología, hace un año disfrutaba de licencia no remunerada para realizar estudios posdoctorales en Estadios Latinoamericanos, tarea que combinaba con el sigiloso reclutamiento de guerrilleros y la gestión de recursos y por la que fue judicializado por las autoridades colombianas, que el sábado lo recibieron después de la deportación. La fachada de sociólogo e investigador le permitía mantener en la universidad el “bajo perfil político”, según se lo había recomendado su jefe militar, según correos revelados por la prensa colombiana. 


El guerrillero Beltrán fue capturado por el Servicio de Inmigración Mexicano, luego de que se presentara con abogado con la pretensión de obtener la renovación de su condición migratoria como estudiante. La documentación entregada por Colombia al gobierno mexicano fue sustento para la decisión de detenerlo y entregarlo de inmediato a las autoridades nacionales, en hecho que Colombia agradeció y la izquierda mexicana, tildó de “violación a los derechos humanos” (¿?), según nota editorial del periódico La Jornada, vocero de esa ideología. La eficiente deportación expresa que el gobierno mexicano se ha decidido, por fin, a pasar de las declaraciones retóricas a las decisiones eficientes para apoyar la lucha contra el terrorismo, en acto de solidaridad que también lo es de legítima defensa del país. 


El ejemplo que ha dado el país que por décadas fue, junto a la Cuba de Fidel Castro, refugio complaciente para las Farc, demuestra a las demás naciones donde esa guerrilla tuvo refugio diplomático y donde todavía cuenta con espacios para sus acciones delincuenciales y a aquellas que se resisten a asumir sus compromisos en la lucha contra el terrorismo, que para todos los países es posible participar en la contención del enemigo común. A Colombia, por su parte, le deja claro que una de sus más importantes batallas por ganarle a las Farc es la que tiene que librar contra los organizadores de las redes de apoyo internacional, como el profesor Beltrán Villegas. Por ahora, y es grato confirmarlo en vísperas de la visita oficial del presidente Felipe Calderón a Bogotá, México ha dado una nueva e importante demostración de su amistad con Colombia.

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