sábado, 30 de mayo de 2009

Las verdades de Mario Vargas Llosa

Editorial

El Mundo, Medellín

Mayo 30 de 2009

El escritor peruano habló claro y sin tapujos – como siempre lo ha hecho – de lo que piensa del régimen chavista.

Mario Vargas Llosa, el escritor vivo más universal que tiene el Perú, no solo por su novelística, de calidad indiscutible y ampliamente reconocida, con premios como el “Cervantes” y el “Rómulo Gallegos”, entre muchos otros, sino también por sus ensayos económicos y políticos, sus muy leídos artículos de prensa y sus dotes de agudo polemista, habló claro y sin tapujos – como siempre lo ha hecho – de lo que piensa del régimen chavista, y lo hizo en Caracas y a contrapelo de las advertencias de que, de hacerlo, sería expulsado del país. 

“La deriva del gobierno venezolano lo acerca cada vez más a una dictadura comunista, y lo aleja cada día más de una democracia liberal”, dijo durante la instalación del foro “El Desafío Latinoamericano: Libertad, Democracia, Propiedad y Combate a la Pobreza”, organizado por el Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad, (Cedice), una entidad privada, opositora a Chávez. Y fue aun más lejos, al comentar noticias frescas del régimen, como las amenazas de cierre que pesan sobre el canal privado Globovisión y las retaliaciones del gobierno contra alcaldes y gobernadores opositores: “Si ese camino no se interrumpe y cesa, Venezuela se convertirá en la segunda Cuba de América Latina”. 


Para Vargas Llosa, lo que sucede en Venezuela se semeja a lo que pasó en su país con el general Juan Velasco Alvarado, quien instauró el llamado “Gobierno revolucionario de las FFAA” y manejó con mano de hierro al Perú entre 1968 y 1975, cuando fue derrocado por su primer ministro, también general. “Veo amenazadas las libertades en Venezuela. Se me ponen los pelos de punta cuando hablan de propiedad social en lugar de propiedad privada”, y recordó cómo, so pretexto de nacionalizarla, Velasco destruyó la industria pesquera peruana en muy poco tiempo. “Espero que semejante patraña no la compre el pueblo venezolano. La propiedad social es una quimera. Ese sistema pone en manos de la burocracia política la propiedad privada”.
 


Esbozó una tesis con la que aquí hemos estado de acuerdo y a la que nos hemos referido a propósito de la última reforma constitucional, con la que, en materia económica, Chávez pretende el control absoluto: “Satanizar al sector privado es una política suicida. Es cierto que hay empresarios pícaros: que los manden a la cárcel por corruptos. ¿Dónde está el país donde haya funcionado eliminar la propiedad privada? ¿Cuba, Corea del Norte? ¿Es ese el modelo que queremos para América Latina? ¿O deberíamos ver los modelos de España, Suecia o Dinamarca?”.
 


Con franqueza, y sin perder la objetividad del analista, Vargas Llosa reconoce el alcance social de algunos programas del gobierno venezolano, pero “lo que critico es que eso se consiga recortando libertades, introduciendo el populismo en lugar de una economía de mercado. El día que desaparezcan las empresas privadas, Venezuela se hundirá en la pobreza”. Para Vargas Llosa, y en eso estamos totalmente de acuerdo, en América Latina “hay una izquierda sensata y responsable, como la de Chile, Uruguay y Brasil – a Lula lo adora la empresa privada - y una izquierda insensata, donde se sataniza a la empresa privada y se promueve la propiedad social”.
 


Todo eso y mucho más dijo el escritor peruano, sin dejarse intimidar por el ambiente hostil que le crearon funcionarios, legisladores y medios incondicionales del régimen, días antes de su anunciada presencia en Caracas y el miércoles, cuando arribó al aeropuerto de Maiquetía, donde burócratas de Inmigración le retuvieron arbitrariamente su pasaporte por cerca de dos horas, evidentemente azuzados por declaraciones previas del ministro de Cultura, Héctor Soto, en el sentido de que Vargas era un “irrespetuoso ex intelectual”, que se había “despachado” en Colombia contra el presidente de Venezuela y “contra iconos del pueblo latinoamericano como el ‘Che’ Guevara”. Su subalterno, el viceministro Iván Padilla, le hizo la segunda acusando al escritor de haberse convertido “en un agente de
la CIA, en repetidor de consignas vacías y en vocero de la derecha internacional”. El lunes, David Medina, de la dirección de medios y propaganda del Partido Socialista Unido de Venezuela, dio por hecho que “Mario Vargas Llosa viene a provocar, y cuando el gobierno tome medidas, si se da el caso, ellos van a denunciarlo. El PSUV apoyará cualquier decisión del Gobierno, como por ejemplo, expulsar a alguna persona que venga a desprestigiarlo”. Aludía también a otros participantes en el coloquio del Cedice, como el historiador mexicano Enrique Krauze (autor del ensayo sobre la política contemporánea de Venezuela “El poder y el delirio”), el ex presidente boliviano Jorge Quiroga, el escritor colombiano Plinio Apuleyo Mendoza y el intelectual y ex canciller mexicano Jorge Castañeda, todos ellos críticos severos del gobierno Chávez. 


Con semejante barullo, el gobierno y sus altavoces quedaron en ridículo, y caerían en otro peor si llegaran a cumplir su amenaza de expulsar de Venezuela al famoso escritor o a cualquiera de los panelistas invitados, como ya lo hicieron con el director de HRW para América Latina y con un eurodiputado español. En rueda de prensa, Vargas Llosa restó importancia al incidente de Maiquetía, pues finalmente le permitieron participar en el foro, lo que denotaba que había todavía un mínimo de respeto por la libertad de opinión y que eso era lo que había que preservar, defender y reconquistar, si se había perdido en alguna forma. Insistió en que nunca había dicho que en Venezuela hay una dictadura, sino un gobierno autoritario que está atentando gravemente contra la libertad de prensa, que es el camino para llegar a una dictadura, como lo hemos dicho tantas veces en estas columnas.

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