Por Salud Hernández
El Tiempo, Bogotá
Mayo 24 de 2009
Tiene bemoles que el confeso 'parapolítico' Trino Luna -elegido en su día gobernador del Magdalena como candidato único- haya pasado menos tiempo detenido que el ex rector de
Cuando Luna estaba sentado en su trono, hizo lo imposible por quitarse de en medio a Caicedo. Quería quedarse con el botín burocrático de un centro que el rector rescató del abismo al conseguir que pasara de tener deudas, una carga pensional impagable y un bajo número de estudiantes, a ser un modelo educativo con fondos saneados y el triple de carreras y alumnos.
Al final, logró que jueces y organismos de control sentenciaran al rector a ocho años, acusándolo de peculado. Aunque parezca inverosímil, lo condenaron por conciliar con un nutrido grupo de empleados una fuerte rebaja de viejas y multimillonarias demandas laborales.
Caicedo recurrió el fallo y, miren por dónde, cuando estaba claro que el Juzgado Tercero lo revocaría, los jueces le jugaron otra mala pasada, pero no sólo a él, sino a la credibilidad de
Alegando dos peregrinas razones que no se come ni el más cándido, pidieron y les concedieron el viernes el traslado del proceso a Bogotá. Dijeron que "existe un ambiente impropio para continuar con el juzgamiento".
Ese supuesto entorno nocivo lo provocaban dos hechos: un anónimo más chimbo que el celibato del padre Alberto, en el cual denuncian que Caicedo habría ofrecido 600 millones de pesos al magistrado ponente para que los repartiera con sus dos compañeros del Tribunal y lo absolvieran. Y unas multitudinarias marchas de partidarios y contrarios al docente, que tuvieron lugar hace más de un año.
¿Qué les decimos a los jueces del coronel Alfonso Plazas y de David Murcia? ¿Que pidan traslado de sus casos no ya a otras urbes sino a planetas lejanos porque soportan unos bollos de cuidado a la entrada de sus oficinas? ¿Acabamos con el Poder Judicial porque anónimos de todo orden los reciben a diario por decenas?
Si a los tres magistrados del Juzgado Tercero les quemó la papa caliente, si temieron molestar a Luna y a sus amigos o si se dejaron intimidar por chismes de costurero, les sugeriría con el mayor respeto que dejen la toga porque no tienen carácter ni compromiso para ejercer su importante oficio. O que denuncien a los verdaderos autores de las presiones, si les quedan arrestos, cosa que dudo.
Y hablando de estrados judiciales, también me llamó la atención que el magistrado de
Esperaba que Ramírez se declarara impedido, así fuera solo por decoro, porque él mismo aceptó que Giorgio Sale le regalara un reloj Locman. Pero bien pensado, habría que alabarle la coherencia. Lo que es correcto para él y para otros magistrados, que también fueron generosamente obsequiados por el italiano, no puede ser malo para el vecino.
Para ilustración de Yesid Ramírez y demás togados que se dejaron manosear por Sale y por Ascencio Reyes, me permito reproducir un ilustrativo aparte del salvamento de voto que hicieron dos magistrados de
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