Editorial
El Mundo, Medellín
Mayo 31 de 2009
Esta semana ha sido pródiga para Medellín en materia de visitantes ilustres, pues a la visita de los Príncipes de Asturias, Don Felipe y Doña Letizia, se sumó desde el viernes en la noche la del Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Felipe Calderón Hinojosa, y su esposa, la licenciada Margarita Zavala de Calderón, invitados especiales del Gobierno colombiano,
En EL MUNDO, no sólo por oficio y compromiso periodísticos sino por simpatía ideológica con las tesis del Partido Acción Nacional, PAN, y por compartir las líneas esenciales de su Gobierno, hemos seguido con mucha atención la trayectoria del licenciado Calderón, especialmente desde que se presentó y ganó las elecciones del 2006, tras una reñida contienda con el candidato del Partido de
Agradecimos en su momento su apoyo irrestricto a la incorporación de Colombia como miembro de pleno derecho al Plan Puebla-Panamá, en octubre de 2006, con lo que nuestro país entró a participar en las decisiones y en la presentación de iniciativas, entre otras, las relacionadas con la integración energética, la interconexión en telecomunicaciones y la interconexión vial, esta última necesariamente vinculada al proyecto largamente acariciado por todos los países de América de romper el Tapón del Darién para dar continuidad a
Ayer, en un almuerzo ofrecido por el presidente Uribe y su señora Lina Moreno en el Club Unión, y donde departió animadamente con un grupo de empresarios, el presidente Calderón dijo que “Colombia tiene una sociedad que, como la mía, ha sufrido enormemente la violencia, la guerra, el terror, el miedo, el abuso, el crimen, la deformación de las ideologías, la satanización de la prosperidad, el imperio de los prejuicios, la esclavitud de la ceguera ideológica, que por tantos años ha cegado, literalmente, el camino del desarrollo para nuestro continente”. Afirmó que Colombia y Méjico son dos voces importantes en América Latina a favor de los valores democráticos, porque “son la esperanza en la exaltación de los derechos patrimoniales y de propiedad y en la defensa de patrimonios hechos a base de esfuerzo y responsabilidad”, en una clara alusión a los experimentos socialistoides en boga. Compartimos con el presidente Calderón su tesis de que hay valores que llevan a la prosperidad, como el orden, la ley, el derecho, la democracia, la justicia, la cultura del trabajo y la responsabilidad, que “están en riesgo en Latinoamérica” y que debemos defender los verdaderos demócratas.
En la noche, durante la clausura del Congreso sobre Víctimas del Terrorismo, el presidente de Méjico pronunció un discurso antológico, interrumpido varias veces por los aplausos de los asistentes, en el que exaltó el esfuerzo de las víctimas allí presentes que, “desde su dolor” han hecho un esfuerzo para hacer visible su tragedia y para exigir justicia y reparación del daño causado por los criminales. Hizo un amplio reconocimiento a la determinación y a las acciones emprendidas por el gobierno del presidente Uribe contra el narcotráfico, el terrorismo, la extorsión y el secuestro y para ayudar a sus víctimas, y esbozó la estrategia integral de seguridad que está implementando en Méjico para combatir el flagelo de las mafias. Hizo un llamado a romper un macabro círculo vicioso: “La delincuencia genera terror; el terror paraliza a los ciudadanos y paraliza a los gobernantes; la parálisis y el miedo de los gobiernos genera la impunidad, y la impunidad alimenta otra vez y cada vez más fuertemente a la delincuencia”. Y remató, diciendo: “El terrorismo no es un problema de una sola familia ni de un pueblo aislado. Es un problema de la humanidad, es un problema global, que tiene que enfrentarse con la cooperación internacional”.
¡Enhorabuena por Méjico, pues tiene “luz en la poterna y guardián en la heredad”!
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