jueves, 29 de octubre de 2009

Abecedario sobre el aborto

Vladimir Flórez

El Nuevo Siglo, Bogotá

Octubre 29 de 2009



Un avance social. Siempre he estado de acuerdo con la legalización del aborto. Por eso me pareció tan importante la sentencia de la Corte Constitucional que en 2006 lo despenalizó, así fuera sólo en tres casos muy puntuales, pues considero que esa sentencia representa un avance muy valioso en la lucha de las mujeres por sus derechos.


A. Es la ley. Gústeles o no a ciertos personajes, incluido el Procurador General, en este país todavía es legal la interrupción voluntaria del embarazo cuando constituya peligro para la vida o la salud de la mujer; cuando exista grave malformación del feto que haga inviable su vida; y cuando sea el resultado de una conducta, debidamente denunciada, constitutiva de acceso carnal o acto sexual sin consentimiento, abusivo, o de inseminación artificial o de transferencia de óvulo fecundado no consentidas, o de incesto. Quienes se oponen a esta legislación no sólo obran en contra de la dignidad de la mujer, sino también contra los principios más elementales de la salud y del bienestar de la comunidad.


B. Legalización absoluta. Yo voy mucho más allá y abogo por una legalización plena del aborto, pues ninguna ley debería obligar a una mujer gestante a llevar a término un embarazo cuando no está preparada social, psicológica ni económicamente para ser mamá. Al fin y al cabo es ella y sólo ella la que vive en carne propia las consecuencias del embarazo y la maternidad, en muchísimos casos sin el apoyo del padre de la criatura, y por lo tanto nadie (trátese del Estado, la familia, los amigos o incluso la pareja) puede exigirle que tenga un hijo que no desea. Soluciones como dar el bebé en adopción después de nacido son ridículas. ¿Acaso una mujer es una incubadora?


C. Sí, pero no. En la campaña reeleccionista de 2006 cuando le pregunté en una entrevista al presidente Uribe si estaría a favor o en contra de esa norma, todo lo que me dijo fue: “Si usted me pide pronunciamientos generales o ideológicos sobre el tema, no se los doy”. Con la ambivalencia que siempre lo ha caracterizado en asuntos importantes, Uribe no se quiso comprometer para quedar bien con todo el mundo, pues sabe que una buena base de su electorado se escandalizaría si defendiera el aborto, mientras que sus seguidores más progresistas (si es que los tiene) se irían de espaldas si se mostrara en contra. Otra encrucijada del alma.


D. De dientes para afuera. El gobierno no puede simplemente limitarse a decir que respeta ese pronunciamiento de la Corte Constitucional y a la vez quedarse cruzado de brazos ante las innumerables denuncias contra las entidades de salud que, valiéndose de cualquier pretexto, se niegan a atender pacientes que quieren interrumpir su embarazo. Las autoridades tienen la obligación de hacer cumplir esa ley, sobre todo en poblaciones medianas y pequeñas, donde las condiciones de salud son más precarias y las mujeres más vulnerables.

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