Editorial
El Colombiano, Medellín
Octubre 31 de 2009
Pese a los embates, dentro y fuera del país, Colombia dio ayer un paso fundamental para continuar y fortalecer la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. El "Acuerdo complementario para la cooperación y asistencia técnica en defensa y seguridad" que firmó con Estados Unidos, es una parte de la corresponsabilidad que tantas veces hemos demandado de la comunidad internacional para superar la violencia y conseguir la paz.
Esa misma comunidad internacional puede tener la certeza de que este acuerdo de cooperación con E.U. no es incompatible con los pactos que de igual naturaleza tiene Colombia con otros países, pues es claro que los términos del mismo mantienen, y mejoran en muchos aspectos, los alcances del convenio suscrito entre las dos naciones desde 1974.
Los únicos que deben estar preocupados con esta ratificación del acuerdo son los grupos guerrilleros, los narcotraficantes, las bandas emergentes y la delincuencia organizada, pues es hacia ellos que estará dirigida toda la estrategia de inteligencia y persecución dentro del territorio nacional.
Las voces destempladas que advierten que la ayuda de Estados Unidos para Colombia es una "amenaza regional", son las mismas que durante décadas han sacado partido de la espiral de violencia en que ha estado el país.
Por razones de seguridad nacional, y por tener Colombia la autoridad moral para exigirlo, ojalá los demás países del hemisferio hicieran lo mismo o, por lo menos, ayudaran a combatir con decisión y transparencia todos esos fenómenos de narcotráfico y terrorismo, que atentan contra la estabilidad de la región. Nuestro país no es el problema. Es la víctima. Eso lo deberían entender, de una vez por todas, los Chávez, los Correa, los Ortega y los Evo.
Tal como lo ha dicho el Gobierno y lo ratificó ayer el Canciller Jaime Bermúdez, en el acuerdo no hay cartas ocultas y, sin filtraciones ni presiones de la oposición y del llamado "gobierno de los jueces", los colombianos conocerán los términos del acuerdo, incluido el Congreso de
El embajador de E.U. en Colombia, William Brownfield, quien fue el representante de su país en la firma del acuerdo, también fue claro en asegurar que su país llevará el documento ante las comisiones del Congreso estadounidense para efectos de comunicación y no de aprobación.
En nuestro país, los enemigos del Gobierno lo querían hacer pasar hasta por las juntas de acción comunal, tal vez con el fin de dilatarlo o buscando beneficios personales en plena época electoral. Ya algunos de nuestros vecinos han querido cabalgar sobre Colombia para mitigar el descontento general que tienen en sus propios países. Quién sabe qué se inventarán ahora para seguir alentando falsos nacionalismos y mezquindades.
Este acuerdo no soluciona todas nuestras necesidades, pero sí representa un aliciente más para no desfallecer en la búsqueda de la paz para todos: desde Larandia (Caquetá) hasta Tolemaida (Cundinamarca), pasando por Malambo (Atlántico), Palanquero (Cundinamarca) y Apiay ( Meta), así como por Cartagena, en el Caribe, y Málaga, en el Pacífico, donde se concentrará la ayuda.
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