martes, 27 de octubre de 2009

Nuevas travesuras de Daniel

Vicente Torrijos R.

El Nuevo Siglo, Bogotá

Octubre 27 de 2009

Como hay intentos de reelección limpios y libres, y otros que no lo son, ahora don Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, nos está poniendo en una situación muy similar a la que terminó con la salida del poder de su desdichado correligionario de Honduras.


De acuerdo con la meta de permanecer en el poder a toda costa que se han trazado los acólitos de Chávez en el hemisferio, Daniel trató de reformar en el Congreso el artículo 147 que desde hace quince años prohíbe la reelección en esos lares, pero no pudo. Le fallaron los cálculos y a última hora no logró los 56 votos necesarios.


Entonces trató de modificar la Ley del Poder Judicial para imponer un quórum a su medida en la Corte Suprema de Justicia a fin de acabar con el 147, pero tampoco pudo.


Visiblemente exasperado por tanto contratiempo, Daniel recordó sus tiempos de guerrillero ansioso por apoderarse de San Andrés y Providencia, y les tendió una emboscada a los magistrados liberales de la Sala Constitucional de la Corte.


Ingenuos magistrados que al no haber sido oportunamente convocados a sesionar, ni siquiera se enteraron de que fueron remplazados por los sandinistas de turno que, ni cortos ni perezosos, tumbaron el artículo y se lo entregaron al jefe como trofeo de guerra.


Seguro de superar por 8 a 7 a sus opositores en la plenaria de la Corte, Daniel ya ni siquiera se molesta en preguntarse si debe someter a su consideración esta maniobra y da por hecho que será reelegido por las huestes rojinegras que harán todo (repito: todo) lo que esté a su alcance para que el sumo comandante permanezca en el poder para gloria y honra de la revolución bolivariana.


Acongojados, en todo caso, por haber perdido irremediablemente a Honduras, Ortega y sus secuaces ven la reelección como un requisito indispensable para lanzar desde las tierras de Sandino una escalada sobre Tegucigalpa y acaban de decir que “el movimiento de resistencia se está armando”, coincidiendo a la perfección con los llamados de Zelaya a la insurrección y la violencia.


Así que mientras la democracia y la libertad se preparan para librar esta nueva y apasionante batalla contra el autoritarismo represivo y expansionista en Centroamérica (que se nutre con el mutismo de Lula, Insulza o Bachelet), los nueve gobiernos del Alba se abrazan, se solazan y… “felicitan al pueblo nicaragüense por la consolidación permanente de su sistema político democrático y participativo”.

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