Editorial
El Tiempo, Bogotá
Octubre 31 de 2009
La larga crisis política en Honduras empezó ayer a resolverse tras la firma del Acuerdo de Tegucigalpa-San José por parte de los delegados del presidente de facto, Roberto Micheletti, y el depuesto mandatario, Manuel Zelaya. Transcurridos cuatro meses del golpe del 28 de junio pasado, los hondureños, con la ayuda de Estados Unidos y
Las dos facciones en disputa acordaron que el regreso a la presidencia de Zelaya sea definido por el Congreso hondureño, lo que vendría acompañado de la designación de un gabinete de unidad nacional. A cambio, el mandatario derrocado desistiría de sus intenciones de reformar
Los componentes del acuerdo satisfacen, en cierto grado, a las distintas partes del conflicto, que ya estaban llegando al punto del agotamiento. Para los países que integran
Y en el caso de Micheletti y los promotores del régimen de facto, se cierra la puerta para que Zelaya se reeligiera e instaurara un gobierno cercano al chavismo. Además, la legitimidad de las próximas elecciones fue finalmente reconocida tanto por todos los hondureños como por la comunidad mundial. A los golpistas -y a la élite política y empresarial que los respaldó- las sanciones internacionales ya estaban empezando a crearles molestias e inconvenientes. Pero la victoria más sentida es indudablemente el hecho de que el regreso a la normalidad política en el pequeño y pobre país centroamericano se está dando sin guerras civiles ni largos y cruentos conflictos internos, ni masivas violaciones de los derechos humanos.
Otro ganador del acuerdo es Estados Unidos. La crisis política en Tegucigalpa se convirtió en el primer termómetro de la agenda exterior que la administración de Barack Obama está planeando desplegar en la región. De la manera como la diplomacia estadounidense manejara el caso hondureño dependería la credibilidad futura de la estrategia de Washington en América Latina. Sin embargo, luego de la condena inicial del golpe, los meses pasaron y el multilateralismo y el diálogo que predica hoy el Departamento de Estado, bajo el mando de Hillary Clinton, no parecían ser capaces de facilitar el retorno de Zelaya y de presionar a los golpistas. Primero Venezuela y luego Brasil aprovecharon la aparente inacción de los estadounidenses para buscar, con estilos opuestos, mejorar su posición de liderazgo en la región. Por último, dentro de la lista de prioridades exteriores de
No obstante, el equipo diplomático norteamericano ha sido uno de los protagonistas de un acuerdo cuyo desarrollo, en todo caso y dada la polarización vista, será necesario monitorear de cerca. Pero, siendo optimistas, hay que celebrar la restitución de la democracia en Honduras, así como lo hecho por Barack Obama y
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