jueves, 29 de octubre de 2009

Balance de expectativas

Editorial

El Colombiano, Medellín

Octubre 29 de 2009

El Presupuesto General de la Nación es el resultado inevitable de un dispendioso proceso de negociación en el que difícilmente todos los demandantes de recursos quedan satisfechos. Cada uno de los sectores que opera con recursos públicos tiene usualmente argumentos para sustentar la trascendencia de su actividad en la vida nacional.


Cada año, en los debates en torno al presupuesto se suelen sugerir encrucijadas que simplemente no tienen solución o que generan estériles discusiones. No puede ser un asunto de si es más importante la salud, la educación o la seguridad. Se trata de decidir y ponderar sobre la repartición de los recursos para atender lo prioritario para el país.


El debate sobre las universidades públicas y su financiación suele tener un impacto mediático acompañado de marchas y pedreas, y acuñado con el recurrido y eterno argumento de la privatización de la universidad. El hecho es que los dineros destinados a las universidades del Estado se han expandido más del 5,5 por ciento en la última década, pero cerca del 1,6 por ciento de esta expansión se ha destinado a pensiones. Sería bueno recordar que la peor forma de privatización de un Estado es cuando sus recursos terminan en las familias no indicadas. Y los dineros que van a las universidades públicas están llegando a estratos medios y altos y los de las pensiones llegan al 30 por ciento más rico de la población. Lo primero entonces sería revisar qué "universidad pública" queremos construir.


Los presupuestos de seguridad han venido aumentando progresivamente en la medida en que el pie de fuerza y los requerimientos de equipamiento y logística se han incrementado. Sin ninguna duda, consolidar la autoridad y la presencia del Estado, tanto en el territorio nacional como en las ciudades, son una prioridad. Por lo tanto, los recursos destinados a este propósito siguen siendo fundamentales para el futuro del país. No podemos cometer errores de apreciación que terminan pagándose muy caro en desestabilización y contracción económica.


De todas formas, el Presupuesto deja inquietudes en razón de la expansión que viene teniendo en relación con la economía. Es entendible que en la actual situación se requiere una acción contracíclica por parte del Estado y a comienzos del año se le solicitó reiteradamente al Gobierno que accionara las palancas de reactivación que tenía a su alcance. Luego de haberlo hecho no tiene sentido criticarlo por atender un requerimiento que continúa siendo evidente.


Lo que sí se debe recordar es que necesitamos recobrar los equilibrios fiscales en el mediano plazo. Sin ellos, no tendremos el grado de inversión que el país necesita para insertarse de manera plena en los mercados de capitales globales.


El próximo ejercicio de Marco Fiscal de Mediano y Largo Plazo deberá retomar los objetivos de reducción del gasto y de la deuda. Necesitamos un Estado eficiente que sirva para que el sector privado genere empleo y equidad, no un Estado que ahoga y desplaza la actividad empresarial.


Por eso el tamaño y la eficiencia importan y deben retomarse como objetivos de largo plazo.

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