sábado, 24 de octubre de 2009

Los desafíos de la Región Caribe

Horacio Brieva

El Heraldo, Barranquilla

Octubre 24 de 2009


En términos de justicia con las regiones atrasadas de Colombia, es pertinente un Fondo de Compensación Regional, FCR, como lo han propuesto Adolfo Meisel Roca y Luis Armando Galvis, en desarrollo del ‘Compromiso Caribe’ de noviembre de 2007.

Pero el tránsito hacia su materialización no es fácil. Por varias razones. En primer lugar, porque se requiere que en el Gobierno Nacional aflore la disposición de prohijarlo, y no es sencillo que ésta fluya dado el criterio del presidente Uribe, para quien bastan, junto a las partidas presupuestales destinadas a las regiones, las inversiones orientadas desde el centro hacia la periferia. En segundo lugar, porque se requiere un bloque parlamentario costeño cohesionado, y éste hoy no existe en parte por los daños de la ‘parapolítica’, por lo que hay que esperar hasta después de las elecciones de marzo y rogar que haya remozamientos en la cúpula parlamentaria, tradicionalmente vulnerable a las cooptaciones centralistas a través de toda suerte de contentillos. En tercer lugar, porque se requiere, además de la de los gobernadores, la militancia regionalista de todos los alcaldes costeños; sin ellos, la pelea se fragiliza. Y en cuarto lugar, porque se requiere mayor enjundia en los medios de comunicación, editorialistas y líderes de opinión regionales.

En las filas del regionalismo Caribe surge, creo, esta disyuntiva: si, en una primera etapa, sólo se va a hacer fuerza por el FCR o, simultáneamente, por éste y por la propuesta del gobernador Verano de una consulta el 10 de octubre de 2010, donde los costeños digan si están a favor de la autonomía regional. Al tiempo que se trabaja una estrategia idónea para modificar el actual esquema de poder entre centro y periferia, en un contexto caracterizado por un fortísimo liderazgo presidencial que no simpatiza con las banderas autonomistas, es claro que se requieren rectificaciones contundentes en la región en relación con prácticas perversas que han venido acentuando la pobreza y el atraso del Caribe, como la compra y venta del voto y la corrupción administrativa, que testimonian nuestro precario compromiso con la ética de lo público.

Con los severos recortes que introdujeron las contrarreformas constitucionales al Sistema General de Participaciones, SGP, el FCR ayudaría a reducir las desigualdades entre el centro y la periferia en términos de recursos, educación, salud e infraestructura. Sería temporal (2010-2022), se financiaría con dineros del impuesto a la renta y de las regalías indirectas, llegaría al 81% del territorio colombiano donde se asientan 497 municipios, beneficiaría al 44% de la población, y sería una estructura liviana y autónoma que respondería por el buen uso de los recursos. Este FCR es un pulso duro, en tanto que la autonomía regional es la faena histórica fundamental para lograr la unidad nacional mal resuelta por el centralismo avasallador. De ahí la necesidad de unir bien la costeñidad y de organizarla con acierto para librar con éxito la lucha por estos propósitos.

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