Mary O´Grady
Eldiarioexterior.com
Octubre 26 de 2009
Una de las maneras en la que un presidente puede mejorar las cifras de las encuestas en una economía de capa caída es ejerciendo control en el banco central y empezar a imprimir muchos pesos. No hay nada como el financiamiento barato para restaurar el entusiasmo del mercado para comprar de todo —desde acciones a casas— ya en venta a precios de ganga.
La gran reflación hará que la gente se sienta rica otra vez. Una divisa débil también será un beneficio a corto plazo para los exportadores, sobre cuyas ganancias luego pueden cobrar impuestos a tasas más altas. Los que se quejen pueden ser denunciados por su avaricia.
Por supuesto, esta máquina de movimiento perpetuo dejará de funcionar en algún momento y, cuando eso suceda, un gobierno que espera sobrevivir hallará necesario silenciar a sus críticos. Sólo pregúnteles a los argentinos, que están viviendo todo esto en tiempo real.
Después de más de cinco años de gran intervención estatal en la economía, Argentina de nuevo está entrando en recesión. Es más, se está produciendo una inflación de dos dígitos y el gobierno se está quedando sin dinero. En respuesta, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ha emprendido una ofensiva contra la prensa libre. Los argentinos se preguntan si su democracia sobrevivirá.
Es importante recordar la historia de cómo Argentina llegó hasta aquí. La economía estaba derrumbada después del colapso en 2001-2002 de la "convertibilidad", una medida monetaria que vinculaba el peso al dólar. Una nación desmoralizada estaba buscando un salvador.
Pensó que había encontrado uno en Néstor Kirchner. Éste asumió como presidente en 2003 y se dispuso a restaurar el modelo económico dirigido por el Estado de Juan Domingo Perón; el mercado, sostenía, había fallado. Kirchner tomó control del banco central. Satanizó al sector privado y a los inversionistas. Usando controles de precios, subsidios y regulaciones, se transformó a sí mismo en un Robin Hood de las masas. La legislatura le otorgó poderes extraordinarios.
La economía se recuperó, como se esperaría luego de una dura contracción, y en 2007 su esposa fue elegida presidenta con 45% de los votos. Ahora, los ilusionistas están perdieron su toque mágico. No sólo empeora la economía, pero, según las encuestas, el país tolera cada vez menos lo que muchos consideran un abuso de poder de la pareja presidencial.
Cuatro ejemplos sirven para demostrar esto. Primero, cuando Cristina Kirchner atacó al sector agrícola el año pasado porque se opuso a su plan de imponer altos impuestos a las exportaciones de sus cosechas, el país se movilizó para defender al campo, para su gran sorpresa. En segundo lugar, su decisión de confiscar cuentas de pensiones privadas fue denunciada por muchos como una violación del estado de derecho. En tercer lugar, existe una amplia creencia de que su gobierno está usando el servicio de inteligencia estatal para recolectar información contra los "enemigos" del presidente. En cuarto lugar, una enorme mayoría de argentinos se sienten molestos por los privilegios y el estilo de vida de alta sociedad de la familia presidencial mientras los estándares de vida nacionales se desploman.
Esta insatisfacción popular se vio en las urnas en las elecciones legislativas de junio, cuando el ala del partido peronista de Kirchner tuvo una gran derrota. Ni siquiera Néstor Kirchner logró ganar su contienda por un lugar en la Cámara de Diputados representando a la provincia de Buenos Aires, que debería haber sido un bastión para la pareja presidencial.
Cristina Kirchner y su esposo han concluido que perdieron debido a la mala prensa. Están enojados, en especial, con la empresa de medios Clarín, que en su día la apoyó pero que ahora es una abierta detractora. En comentarios en público, Néstor Kirchner a menudo insinúa que el gobierno está evaluando a la compañía para ver si le convendría ser reducida. En septiembre, las autoridades tributarias realizaron un operativo en las oficinas del diario en Buenos Aires. Las autoridades luego presentaron disculpas por el operativo, pero el diario sostiene que fue un acto de intimidación.
De todos modos, el problema de una mala prensa para los Kirchner es mucho mayor que Clarín. A medida que el modelo económico antimercado se derrumba, el país se torna en contra de sus arquitectos y una prensa libre no se quedará en silencio. Esta es la razón por la cual la presidenta forzó una ley de medios a través de la legislatura hace dos semanas, al crear una nueva regulación "audiovisual" controlada por el poder ejecutivo.
La ley también le otorga al ejecutivo control sobre el licenciamiento de toda la banda de radio y reserva al menos dos tercios para emisoras estatales y no gubernamentales aprobadas por el poder ejecutivo. Hay preocupación de que Kirchner ahora se prepara para tomar el control del proveedor de papel de periódico más importante del país y empezar a usar licencias de importación para controlar el acceso a los suministros del exterior.
Hugo Chávez se ha convertido en un dictador en Venezuela bajo la apariencia de la democracia y de forma similar ha silenciado a la prensa libre. Los argentinos están preocupados. La semana pasada, en el diario argentino La Nación, el filósofo y escritor Santiago Kovadloff resumió el sentimiento de la oposición sobre el uso de "la ley" por parte del gobierno para consolidar poder: "La ley se ha convertido, entre nosotros, en herramienta dilecta de la corrupción", escribió Kovadloff. "El poder ejecutivo la ha puesto a su servicio. La manipula con maestría". ¿Y esto dónde deja a la sociedad? "La inseguridad ya no es una amenaza: estamos en la selva".
Fuente: Cato Institute
1 comentario:
La nota está plagada de mentiras. Kirchner tuvo una política económica bien ortodoxa en lo económico, con superávit fiscal y sin emisión. La ley de medios trae normas antimonopolio comunes en los países desarrollados, pero poco comunes en nuestras pobres democracias latinoamericanas. Más información sobre la ley de medios: www.leydemedios.com.ar
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