Adolfo R. Taylhardat
El Universal, Caracas
Octubre 28 de 2009
En su edición del 21 de octubre pasado, página A25, el New York Times publicó una información según la cual el FBI allanó la oficina de un señor argentino nacionalizado norteamericano de nombre Leonardo Mascheroni, quien se había desempeñado como científico nuclear en el Laboratorio Nacional de Los Álamos, el principal centro de investigaciones sobre armas nucleares de los Estados Unidos. Según la nota del New York Time este señor está siendo investigado bajo sospecha de espionaje por haberle proporcionado a un funcionario venezolano información relacionada con la fusión nuclear. Según la misma información Mascheroni es el autor de un tipo fusión de laser que permite asegurar la confiabilidad de las armas nucleares. Como los secretos de la bomba de hidrógeno y de la fusión nuclear son similares –agrega el NYT- el FBI considera que Mascheroni violó normas federales al discutir su invento con un individuo que se identificó como representante del Gobierno de Venezuela. Dos semanas antes el FBI había capturado a este individuo y le decomisó los documentos sobre el laser. El propio Mascheroni ha reconocido que el año pasado un “representante” venezolano le ofreció pagarle ochocientos mil dólares por su invento.
En otra nota, esta vez de la Associated Press, fechada el 22 de octubre, se lee que e Mascheroni comentó que el individuo, un hombre de unos 40 años, que dijo llamarse Luis, trabaja en la Embajada venezolana en Washington y habla español e inglés le dijo “Mientras menos sepas de mi mejor para ti”. El misterioso representante del gobierno venezolano le dejó a Mascheroni veinte mil dólares en efectivo en un buzón en el aeropuerto de Albuquerque. Esto último lo confirmó Mascheroni en una entrevista que publicó el Nuevo Herald de Miami el 23 de octubre.
Como era previsible, el teniente coronel presidente no tardó en calificar como “especulaciones” toda esta historia. “Es parte de la campaña contra nosotros. Son ataques concebidos para ir sembrando una matriz de que este es un gobierno nuclear”. ”Venezuela jamás hará una bomba atómica” aseguró la semana pasada en Cochabamba durante la cumbre del ALBA.
Esto último puede ser verdad. Sería descabellado desde todo punto de vista que involucrara a nuestro país en una aventura de esa naturaleza (aunque seguramente la idea no ha dejado de pasar por su desquiciada cabeza ya que ganas no le faltan para provocar al “imperio”). A menos que quiera violar el tratado de no-proliferación nuclear y el tratado de Tlatelolco que prohíben a Venezuela dotarse de armas nucleares. Pero si es así, ¿por qué el régimen quiso comprar el invento de Mascheroni?
Como dice el refrán, “cuando el río suena es porque piedras trae”. No creo que un periódico tan serio como el New York Time arriesgue su prestigio publicando una información sin fundamento. Lo mismo puede decirse de la Associated Press.
Si tomamos en cuenta el pacto contra-natura que existe entre el dictador venezolano y su colega iraní y el hecho de que el régimen venezolano se ha prestado en el pasado para facilitar al régimen iraní burlar las sanciones que le ha impuesto el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y los controles internacionales que persiguen impedir que Irán adquiera materiales, instrumentos e insumos susceptibles de servirle para dotarse de una capacidad nuclear militar, el embrollo adquiere cierta consistencia. Según la información que publicó La Stampa en diciembre del año pasado interceptaron en Turquía un cargamento, transportado en aviones de una línea comercial venezolana, que contenía computadoras para el control de misiles y material para la fabricación de esos artefactos, todo ello destinado a Irán. Por otra parte, es público y notorio que los dos regímenes han creado instituciones bancarias que permiten a Ahmadinejad burlar también las sanciones financieras que le ha impuesto la comunidad internacional. A esto hay que agregar la cooperación que presta Irán al régimen venezolano en la localización de yacimientos de uranio y el apoyo que el inquilino de Miraflores ha proclamado repetidas veces al proyecto nuclear iraní.
Los servicios de inteligencia de varios países coinciden en que, aunque lo niegue, Irán avanza hacia el desarrollo de una bomba nuclear. Según informes de inteligencia, dentro de condiciones ideales ese país podría realizar el año que viene un primer ensayo nuclear similar a los que ha hecho Corea del Norte. Se sabe también que Irán ha construido misiles de mediano y largo alcance capaces de transportar armas nucleares. Sin embargo, según los informes de inteligencia Irán no dispone todavía de la tecnología necesaria para construir un arma nuclear “desplegable”. Disponer de la capacidad de realizar una explosión atómica no significa que se cuenta con la capacidad para desplegar un arma nuclear. El artefacto que podría detonar Irán sería del tamaño de un container y por lo tanto no sería desplegable como arma. Para ello tendrá que reducir la bomba nuclear a un tamaño que pueda ser transportada por un misil.
No es aventurado entonces pensar que precisamente en este contexto entra en juego el embrollo de Mascheroni. El gerifalte de Miraflores podría estar actuando como intermediario de Ahmadinejad para adquirir la tecnología desarrollada por Macheroni, la cual, como se vio antes, está muy conectada con la producción de armas nucleares y facilita la realización de ensayos de esas armas. Según la nota del NYT mencionada al comienzo de este artículo, con una muy pequeña descarga del dispositivo laser creado por Mascheroni se podría probar la confiabilidad de un arma nuclear sin necesidad de recurrir a explosiones subterráneas.
Puede que el gerifalte no esté pensando producir armas nucleares pero podría estar ayudando a su pana iraní a producirlas.
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