sábado, 24 de octubre de 2009

La tranquilidad de Uruguay

Editorial

El País, Cali

Octubre 24 de 2009

Al finalizar una campaña curiosa, llena de elementos potencialmente explosivos que no han logrado afectar la tranquilidad del país, los uruguayos definen quien será su próximo presidente.


Un favorito que fue guerrillero tupamaro, un intento de reelección presidencial aprovechando la alta popularidad de Tabaré Vásquez, un litigio no saldado con Argentina y un par de favoritos que bordean los 70 años de edad. Nada de eso dio para que la campaña se saliera de curso, en buena parte gracias a las posturas del actual Mandatario, quien desestimó los intentos reeleccionistas de sus partidarios al anunciar que no se presentaría para un segundo mandato.


Pese a su ascendencia, Tabaré perdió la elección interna en el Frente Amplio, pues su candidato y posible fórmula vicepresidencial resultó derrotado por José Mujica, un anciano ex guerrillero de la década de 1970, de aspecto campechano y habla desabrochada, muy distinto en sus maneras al culto y sofisticado Tabaré Vásquez.


Y, contra lo que podría esperarse, Mujica no ganó la postulación por oponerse a Tabaré o por hacer una crítica izquierdista a sus políticas. Lo hizo por mostrarse como hombre moderado que comparte la orientación que el médico Vázquez ha dado a su país. Para Mujica, sus modelos son Michele Bachelet y Lula da Silva, con lo que sentó distancias con Hugo Chávez, postura que ha agradado a los electores uruguayos.


Algo similar puede decirse con relación a Luis Lacalle, otro veterano que ya fue presidente, representante del Partido Nacional y cuya campaña también se ha centrado en mostrarse continuador de las políticas de Tabaré, antes que opositor a ellas.


Esta especie de zona gris en la que se mueven los principales aspirantes hace prever una elección reñida, que puede terminar en una segunda vuelta donde el tercer candidato, perteneciente al Partido Colorado, puede constituirse en fiel de la balanza. Con un ligero margen a favor de Mujica, las encuestas dan un 40% de favoritismo frente al 30% para Lacalle y un distante 15% al Colorado.


Y la ausencia de reales controversias ha llevado a que los candidatos caigan en la trampa de los insultos personales para diferenciarse, en la que Lacalle tiene las de perder, pues la ordinariez de Mujica lo favorece en ese tipo de debate. De hecho, los insultos de Lacalle lo han presentado como una persona poco tolerante. Mujica, por el contrario, de quien nadie espera elegancia o buenas maneras, ha incluso ganado puntos.


Lo cierto es que la campaña, con toda su tranquilidad, refleja el buen momento de Uruguay, atenido a una política económica ortodoxa en la que prima la disciplina fiscal y monetaria, el equilibrio externo y el mantenimiento de reglas de juego claras para los inversionistas. Y el que el tercer candidato, perteneciente al Partido Colorado que tuvo muchos años el poder, está muy lejos en las encuestas.


En estas épocas, cuando la política en esta parte del mundo está particularmente caldeada, la situación de Uruguay y la ausencia de crispación política, aunque sea poco emocionante y dramática, resulta ser un ejemplo para el resto de América Latina.

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