martes, 27 de octubre de 2009

Ecuador: la hora de la verdad

Mauricio Vargas

El Tiempo, Bogotá

Octubre 26 de 2009


Acabo de pasar una semana en Ecuador, donde, aparte de presentar mi novela sobre el Mariscal Sucre, tuve ocasión de conversar con altos funcionarios del gobierno de Rafael Correa, líderes opositores, abogados y periodistas. Allá hay dos fuerzas en pugna: una empeñada en normalizar las relaciones con Colombia y otra, en enterrarlas. Ni siquiera el gobierno se escapa de ese pulso: en el círculo de asesores de Correa están presentes ambas corrientes.

La fuerza que impulsa la normalización la lidera el canciller, Fánder Falconí, un hombre formado en la izquierda, pero reconocido por su realismo. Sabe, al igual que algunos integrantes del equipo económico, que romper definitivamente con "el coloso del Norte", como aún le dicen a Colombia medio en serio, medio en broma, tendría un costo fatal para las exportaciones ecuatorianas, en especial en ciertos productos altamente generadores de empleo. Algunos intelectuales del gabinete de Correa, como el agudo ministro de Educación, el escritor Raúl Vallejo, también promueven la normalización, convencidos de que hay que pasar la página del bombardeo contra el campamento de 'Raúl Reyes' en marzo del 2008.

Pero y Correa ¿qué piensa? Se mueve entre dos aguas, aunque es justo decir que desde hace varias semanas le ha dado todo el apoyo a la gestión estabilizadora del canciller Falconí, y ha evitado hacer declaraciones altisonantes que envenenen el ambiente. En esto, el Departamento de Estado de Hillary Clinton ha hecho su parte. En los contactos bilaterales Washington-Quito, Estados Unidos ha dejado en claro que mientras ve con enorme preocupación la deriva dictatorial y armamentista de Hugo Chávez, respeta el proceso ecuatoriano.

Eso sí, le ha hecho ver al gobierno de Correa el riesgo que corre por ciertos personajes cercanos a las Farc -y más grave aún para Washington, al narcotráfico de las Farc- que han rondado al presidente ecuatoriano. Correa ha tomado distancia de ellos, pero algunos siguen influyendo. Ahora que esas fuerzas vinculadas a la narcoguerrilla colombiana tienen problemas para llegarle a Correa, han resuelto trabajar de la mano con fiscales y jueces que comparten con ellos el sancocho de narcocorrupción e izquierdismo trasnochado en que cae todo el que se enreda con las Farc.

Por eso, le asiste plena razón al ministro de Defensa, Gabriel Silva, cuando sugiere que hay motivaciones oscuras detrás del juez de Sucumbíos que quiere procesar al ex ministro Juan Manuel Santos y a los generales Freddy Padilla y Óscar Naranjo. De manera coincidente con las declaraciones de Silva, el presidente de la Comisión de la Verdad sobre el bombardeo a 'Reyes', Francisco Huertas, que debe entregar un informe en los próximos días, adelantó la semana pasada una de las conclusiones: ha dicho que Ecuador enfrenta el riesgo de convertirse en una narcodemocracia, debido a la infiltración de los dineros de la cocaína en los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.

Como semejante conclusión está relacionada con los campamentos de las Farc en Ecuador y con los amigos que 'Reyes' hizo entre las autoridades, es fácil imaginar hacia dónde apunta Huertas. Más allá de condenar -como seguramente lo hará- el bombardeo colombiano en territorio ecuatoriano, la Comisión parece llamada a destapar los nexos entre las narco-Farc y funcionarios de los distintos poderes. Huertas, un hombre de izquierda que califica a las Farc de "narcoterroristas", ha dicho que las relaciones se deben normalizar y que el informe debe servir para cortar de tajo todo nexo de las autoridades con el terrorismo y el narcotráfico. Ojalá que el informe salga pronto y que contenga esas verdades, porque sólo sobre esa base transparente será posible recomponer de verdad las relaciones entre los dos países

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