Editorial
El Tiempo, Bogotà
Octubre 2 6 de 2009
La reunión que sostuvo el viernes pasado la junta directiva del Banco de
Pero, quizás por la atención que generaron tales anuncios, pasó relativamente inadvertido un asunto verdaderamente histórico. Este tuvo que ver con la fijación de la meta puntual de inflación en un 3 por ciento para el 2010, una cifra que no solo coincide con el objetivo de largo plazo para el país, sino que, de hecho, ya está a punto de ser alcanzada. De la mano de una abundante oferta de alimentos y de la importante contracción que ha experimentado la demanda interna, la pendiente de la espiral alcista es una de las más bajas de las que se tenga memoria. Para ser precisos, hay que remontarse a 1955, cuando la investigación estadística en el país apenas comenzaba, para encontrar un incremento sostenido del índice de precios al consumidor menor que el presupuestado para el cierre anual que viene.
La importancia de ese logro es muy alta, tanto en lo económico como en lo social. Una inflación moderada no solo es propicia para el desarrollo empresarial, sino que preserva los ingresos de los trabajadores y evita que el poder adquisitivo de los más pobres se vea afectado. Dicho de manera coloquial, el dinero alcanza para más.
Aunque es indudable que circunstancias extraordinarias, como la crisis internacional de los últimos meses, intervinieron a favor de lo sucedido, ahora el desafío de las autoridades es mantener la economía dentro de la senda fijada. Ese no será un asunto tan complejo en el futuro cercano, en la medida en que el ritmo de las cosechas no se altere debido al fenómeno climático de 'El Niño' o exista una relativa calma en las cotizaciones mundiales de las principales materias primas. Sin embargo, los más variados expertos pronostican que, cuando la producción global recupere el vigor perdido al comenzar la próxima década, volverán también las alzas en alimentos y combustibles que tantos dolores de cabeza les produjeron a los más diversos gobiernos hace escaso año y medio.
Afortunadamente, mientras ese chaparrón ocurre, habrá tiempo para que en Colombia se desactiven los movimientos inerciales que en el pasado tuvieron mucho que ver con la fijación de diferentes precios. De tal manera, habrá que ser prudentes en el reajuste del salario mínimo y estar atentos a los costos de la educación y de los servicios públicos, en los cuales la regulación estatal es clave.
Por otra parte, con ese frente de batalla en calma, tanto el Banco de
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