Eduardo Mackenzie
Colombian News, París
Octubre 29 de 2009
“25 de octubre de 2009
Para el doctor Fidel Cano
Director de El Espectador, Bogotá, Colombia
Señor Director,
El Espectador, después de publicar el 20 de octubre pasado un artículo favorable al coronel Plazas Vega publicó enseguida uno desfavorable y mendaz. Lo que muestra esa actitud oscilante es que el periodista que redactó esos textos, después de dos años de cubrir ese tema no sabe dónde está la verdad. Un día se deja manipular por el abogado de la llamada parte civil y otro accede a publicar los argumentos del abogado y de la familia del coronel Plazas. Para después caer, de nuevo, en la demagogia mentirosa del abogado Rafael Barrios.
Asombra que un periodista de El Espectador se atreva a darle crédito a las afirmaciones de Tirso Sáenz cuando acusa al coronel Plazas de "ser capaz de cualquier cosa", de "ser capaz de atentar" contra una magistrada. Es asombroso que un periodista sea capaz de transcribir frases Tirso Sáenz sin agregar ni la más corta palabra que indique un distanciamiento respecto de éstas, como cuando dice que "Plazas puede contactar y pagar para que [lo] maten, para así él salirse con la suya, ya que [esa] es su costumbre (sic)". Esas frases no recubren ninguna realidad, son simplemente afirmaciones gratuitas, calumniosas y sin fundamento. ¿Cual fue, por ejemplo, el "atentado" que el coronel Plazas realizó contra una magistrada?
En cambio, las afirmaciones de Sáenz acerca de la compra de su testimonio son creíbles pues éstas son detalladas y precisas. No es la primera vez que un maleante encarcelado denuncia haber recibido promesas a cambio de un testimonio falso. Por otra parte, Sáenz no condujo ninguno de los tanques que entraron al palacio de Justicia. Eso está probado. Lo contrario no está probado. ¿El Espectador no lo sabe? He ahí una falla profesional adicional del periodista que redactó ese artículo. Una falla profesional grave que constituye una violación de la ética del periodismo la cual exige verificar los hechos que pretenden sustentar cada información.
Sobre el documento del Departamento de Estado: el periodista sigue sin entender qué tipo de documento tiene o tuvo entre sus manos, a pesar de la explicación dada por Thania de Plazas y por el abogado del coronel Plazas, la cual fue ratificada por el mismo ex embajador norteamericano en Colombia. El señor Rafael Barrios sale ahora con un nuevo testimonio, el de un tal Michael Evans, quien es presentado como "el director del proyecto de documentación para Colombia del Archivo de Seguridad Nacional de Estados Unidos". Se trata de un nuevo truco de Rafael Barrios. El documento en cuestión salió, como sabemos, del Departamento de Estado, no de ningún "archivo de seguridad nacional" de Estados Unidos. Esa institución, "archivo de seguridad nacional", no existe.
Lo que hay es un grupo privado que trata de constituir un archivo contra diferentes gobiernos, entre esos el de los Estados Unidos, Israel y Colombia, mediante "documentos" que dicen venir de instituciones oficiales norteamericanas una vez han sido desclasificados. Tal oficina recopila todo tipo de documentos, recortes de prensa y testimonios de origen incierto. Esa documentación y la interpretación acomodaticia o simplemente engañosa de la misma, es la materia prima para el impulso de campañas de propaganda negra contra esos gobiernos, incluido el mismo gobierno de Estados Unidos. Si le dan a eso el título ostentoso e impresionante de "archivo de Seguridad nacional de Estados Unidos" es para impresionar ingenuos. Se trata, en realidad, de un archivo de un particular sin ninguna legitimidad, salvo la legitimidad que el mismo Michael Evans le da a su oficina.Michael Evans no es un observador imparcial, ni un profesor universitario, ni un historiador, ni un autor conocido. Es un activista de extrema izquierda, un luchador "antiimperialista" sin ningún otro horizonte intelectual. En la página web de Evans él mismo dice que es una oficina privada:
"The National Security Archive is an independent non-governmental research institute and library located at The George Washington University in
Es chocante que El Espectador escriba que Michael Evans dijo: "’Se trata del pronunciamiento más claro y conciso que hemos visto en registros desclasificados sobre la responsabilidad del Ejército en las muertes y desapariciones del Palacio de Justicia', precisó el funcionario." El error de El Espectador es no haber explicado que tal apreciación viene de un activista que ideológicamente coincide con la propaganda de las Farc. El odio de Evans por el Ejército de Colombia y por el gobierno colombiano es idéntico al odio de las Farc. Es chocante que El Espectador se equivoque en materia grave hasta el punto de presentar a Michael Evans como un "funcionario". El redactor de ese artículo utilizó la palabra "funcionario" para inducir en error al lector haciéndole creer que quien habla de "la responsabilidad del Ejército [colombiano] en las muertes y desapariciones del Palacio de Justicia” es un funcionario del gobierno de los Estados Unidos. Eso es falso. El mismo modelo de desinformación utilizado al presentar el informe del embajador de Bogotá vuelve a ser utilizado hoy. La campaña de intoxicación continúa.
Cordialmente,
Eduardo Mackenzie
Periodista
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